2

136 13 0
                                    

Jade decidió acompañar a Félix hasta su casillero, él necesitaba un libro para su clase de matemáticas. El silencio incómodo que los envolvía desde que salieron de la cafetería empeoró cuando se toparon con Ruby. Después de cerrar la puerta de metal, la examinaron mejor: había un matiz de vergüenza en su cara, todavía llevaba puesta la ropa sucia de antes.

     Ninguno supo que decir, la culpa regresó como el pinchazo de una aguja en el dedo. De repente la pelinegra tuvo una idea, entonces golpeó el costado de su amigo con el codo. Este al entenderla, desvió la atención al casillero, abrió la puerta y extrajo una remera limpia que el dueño anterior guardaba para ponerse después de las clases de deporte.

     —Ey —la chica llamó a Ruby. Guardó silencio unos segundos esperando a que la otra reaccionara—. ¿Necesitas ayuda?

     "Espero que esto funcione" —Félix extendió el brazo con lentitud, apenado—. Perdón, no quise tropezarme contigo.

     La chica los miró en silencio, con una expresión dudosa en el rostro y la cabeza baja. Su físico coincidía con el que vieron en la película: alta, de cuerpo relleno, cabello color caramelo, ojos marrones, con un rostro delicado y hermoso. Ninguno de los dos entendió como unos cánones de estética inalcanzables podían definir a una muchacha así como "fea".

     "Por algo son inalcanzables" —pensó Félix.

     Finalmente Ruby aceptó la remera:

      —Gracias... —murmuró en un tono apagado, sin antes examinar los dos lados de remera—. Prometo... devolverla.

      —No te preocupes por eso. —El castaño le restó importancia, y luego embozó una sonrisa—. Ahora somos vecinos, ¿cierto?

      Los jóvenes universitarios quisieron decir algo más, sin embargo el sonido del timbre los interrumpió. Ruby se despidió de ellos y corrió hacia el baño, que se encontraba a pocos metros de distancia. La siguieron con la mirada hasta que desapareció detrás de la puerta, dejándolos con un mal sabor de boca a pesar de tener la conciencia más tranquila.


Jade entró al salón. Observó que tanto la profesora como muchos alumnos no habían llegado, por lo que tomó asiento un pupitre del centro, sacó el libro de historia de la mochila y empezó a leer para matar el rato. Se rió de sí misma cuando cayó de cuenta que hizo lo mismo que muchas de las protagonistas femeninas de estas películas, pero no por eso dejó de leer.

      Transcurrió alrededor de un minuto cuando la sombra de una persona cubrió la luz y no pudo continuar leyendo, obligándola a cerrar la tapa. Al levantar la mirada descubrió a Ruby, quien ya llevaba puesta la remera de Félix.

     —Hola... ¿puedo... sentarme aquí? —preguntó.

     —Sí, seguro —sonrió Jade, quitando su mochila de la otra silla.

     En el fondo agradeció que la chica quisiera sentarse con ella a pesar de la situación incómoda de la cafetería, ya que eso tranquilizó su conciencia. Ambas empezaron a la charlar sobre la clase, sin embargo otra chica se acercó a ellas con una expresión ligeramente nerviosa. La pelinegra abrió un poco los ojos de la sorpresa: era la protagonista.

     —Buenos dias —murmuró, saludándolas con un gesto de mano—. ¿T-Tienen una toalla femenina? Traeré una nueva la próxima clase.

      —Tengo una, creo. —Ruby sacó una comprensa del bolsillo pequeño de su mochila— Aquí está.

      —Gracias. —Linneth tomó la toalla con una sonrisa el rostro, aliviada.

      Dejó su bolso en la silla en frente del banco de Jade y abandonó en el salón de clases, cruzándose con la profesora en la puerta. Naturalmente se acercó un segundo a ella y esta asintió con la cabeza, dejando que se fuera.

Rompimos la tramaWhere stories live. Discover now