cuarenta y siete

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Un rayito de sol me llegó justo a los ojos cegándome. Cerré los párpados al instante y giré la cabeza hacia el lado contrario de la ventana, dejando mi frente apoyada en el hombro de Seonghwa.

El constante movimiento del tren me estaba haciendo quedar dormida, y ni hablar de la preciosa vista que me dejaba ver el vidrio a mi lado. Desde hace rato nos habíamos alejado de la complicada ciudad y ahora, según yo, estábamos casi fuera de ella. No habían edificios de más de tres pisos y el paisaje verde lleno de cultivos lo ocupaban todo. Las montañas de Seúl se veían cada vez más lejos, haciéndolas ver pequeñitas cuando eran todo lo contrario.

Un agudo sonido indica que de nuevo nos estábamos deteniendo. Parpadeo varias veces y trato de mirar los otros asientos, todavía quedaban personas, apenas un par se bajó en esta parada. Rebusco en el vagón alguna pantalla que me indicara en qué lugar estábamos, o cual sería el siguiente destino, porque la curiosidad me estaba matando.

Nos bajamos en la siguiente, amor.

Vuelvo a sentarme al escuchar su voz, creo que se había dado cuenta de lo que trataba de hacer, tampoco había sido muy disimulada.

Doy un largo suspiro y muevo mi mano cuando ya no la siento. El lindo pelinegro repite la acción apretando mis dedos y lo escucho soltar una risa nasal cuando me acuesto nuevamente en su hombro. Llevo los ojos al folleto que él leía ---que recibió antes de subirnos al tren---, y por lo poco que alcanzo a leer, habla de las flores que florecían en esta época. Había una lista larga con fotos de las que soportan el frío, porque no faltaba mucho para diciembre, y con ello, el invierno.

No sé si era porque ayer le había dicho a Jongho que hoy nos veríamos en la escuela y al final no terminó siendo cierto, o simplemente porque Park Seonghwa no ha querido siquiera darme una pista de a dónde estábamos yendo. Pero, tengo un pequeño sentimiento de angustia en el estómago desde que salí de casa cuando el azabache tocó la puerta. Él no ha mencionado nada del examen de ayer, y tampoco he querido preguntarle porque no lo quiero agobiar. Pero no niego que me gustaría escuchar al menos un "me fue bien" para estar más tranquila.

Mira. ㅡSeonghwa me hace mirar de nuevo a la ventana y un enorme campo de fresas llega a mi visión. Me acerco más al vidrio y detallo al par de personas recogiendo las frutas en grandes canastas de madera. ㅡMe gustan las fresas.

Eso lo sé. ㅡempujo su hombro con el mío y ríe.

Sigo mirando hasta que pronto el campo acaba y varias casas aparecen. El tren de nuevo empieza a detenerse, dando a entender que la próxima estación estaba cerca. Hwa dobla el folleto y lo mantiene en su mano izquierda, se levanta sin soltarme y pasamos entre los asientos hasta que cruzamos la puerta del vagón. El suelo de la parada nos recibe al igual que el ambiente cálido, y agradezco mentalmente que hubiera un techo que nos protegiera del sol. Me suelto un momento para poder estirarme, teniendo cuidado de que el viento no me fuera a levantar el vestido. Recorro todo el lugar con los ojos encontrándome con mucha gente caminando por las aceras. También hay varios locales abiertos, la mayoría son de flores y fruta. Seonghwa me toma nuevamente de la mano y me guía hasta salir de esa estación. En poco nos unimos a las otras personas que andaban por la calle, y no aguanto más el comenzar a preguntarle.

The flower and the bee ✧ Park SeonghwaWhere stories live. Discover now