53 - Regalos

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Sanem

El lanzamiento del segundo libro fue un éxito y en pocas semanas entró en el top 10 de los libros más vendidos del mundo. Todavía no podía creer el éxito y el cariño que había recibido de un público de todas las edades en tantos países del mundo.

Para la gira promocional, mientras mi embarazo me permitía viajar sin riesgos, fuimos a diferentes ciudades turcas y europeas. Cada vez que Can me acompañaba, con el pequeño Nihat, se aseguraba de hacer coincidir con nuestra estancia alguna sesión de fotos por encargo. No fue difícil para él, a pesar de su ausencia durante un año, siguió siendo un fotógrafo reconocido y solicitado a nivel internacional.

Nos mudamos a la nueva casa, era preciosa, cálida y luminosa, la habíamos amueblado combinando nuestros gustos y había quedado colorida y cómoda, era nuestro nido y ahora me sentía realmente en casa.

Fue triste dejar la casa de campo, ese lugar siempre estaría en mi corazón y nos prometimos volver allí a menudo, aprovechando un viaje en barco y para visitar al viejo Yusuf que era tan importante para ambos, su apoyo había sido crucial para nuestra historia.

A medida que pasaba el tiempo, mi barriga era cada vez más grande en comparación con la que había tenido durante el embarazo de Nihat. Can estaba extasiado, no paraba de acariciarlo, de apoyar su mejilla en él y de hablar y cantar a los pequeños.
Al recordarlo se me llenaron los ojos de lágrimas cuando, con sus manos apoyadas a los lados de mi abdomen, sintió que los bebés se movían por primera vez. Fue como un trueno, estaba incrédulo, lágrimas calientes de emoción recorrieron su rostro, eran sus hijos, esta vez pudo disfrutar de cada detalle del embarazo y nunca antes había pensado en este momento, cómo podría ser oírlos moverse por primera vez.

Por la noche, en la cama grande, enseñó a Nihat a acariciar suavemente el vientre de su madre y a cantar canciones de cuna a sus hermanitos, él mismo se pasaba horas hablando con los pequeños, diciéndoles cómo amaba a su madre, cómo eran su milagro de amor y cómo no podía esperar a tenerlos en sus brazos.

Me fotografió todas las semanas desde que supimos que los esperábamos, siempre en el mismo lugar de la habitación, y me hizo un millón de fotos a mí, a la barriga del bebé y a Nihat con la barriga del bebé.

El último mes me había quedado enorme, apenas podía levantarme y moverme, Can ya ni siquiera salía a trabajar, lo hacía desde casa, cuidaba del bebé y me mimaba de una manera vergonzosa, además era aprensivo a más no poder, no podía estornudar sin que corriera a preguntar si todo estaba bien. ¡Era tan dulce!

Can

Aquellos meses estuvieron llenos de emociones, además de la inmensa alegría que sentía por tener a mi Sanem al lado, estaba extasiado por la experiencia de ser padre.
Con Nihat cada día era un juego, un descubrimiento, una ternura y un amor sin límites, la primera vez que dijo "Baba" caí literalmente de rodillas junto a él, que estaba sentado en la alfombra del salón, sentí que mi corazón estallaba de amor por ese pequeño y maravilloso ser.

Sobre el estado de Sanem había cierta aprensión por un embarazo gemelar que siempre conlleva riesgos para la madre y el feto.
No podía ni pensar que le pudiera pasar algo, la había encontrado y era inconcebible para mí la idea de perderla, esto me llevó a ser quizás demasiado aprensivo, pero mi Sanem me perdonaba todo y sonreía ante cada exageración.

Luego fue vivir un embarazo por primera vez, todo era nuevo para mí, el pesar de haber perdido tantas cosas del nacimiento de Nihat me hizo vivir todo de forma visceral, afortunadamente juntos esta vez.
La noticia de que eran gemelos casi me había hecho caer de cabeza, ¿quién iba a imaginar que me encontraría como padre de tres niños en el espacio de un año? Desde luego, no ese navegante solitario y desesperado perdido durante meses en un mar de autocompasión y rabia.
Desde el descubrimiento de que era el padre de Nihat hasta la noticia de que había dos hijos más en camino habían pasado poco más de 3 meses, no es de extrañar que siguiera sintiendo que vivía una montaña rusa de emociones.

La primera ecografía en la que vimos dos siluetas en movimiento en las que podíamos distinguir claramente cabezas, brazos y piernas fue una experiencia excepcional para mí.

Mis hijos empezaban a ser algo real, vivo, con corazones palpitantes que podíamos sentir latir con fuerza a través del ecógrafo, listos para venir al mundo.

Habíamos decidido que no queríamos saber el sexo de antemano, queríamos que fuera una sorpresa, así que de momento las paredes de los otros dos dormitorios seguían siendo blancas, las pintaríamos después del nacimiento.

El gran día llegó de repente, al entrar en el octavo mes nos habían advertido de que podía ocurrir en cualquier momento pero cuando oí la voz de Sanem desde el salón -¡¡Caaaaaannnn!!!- mi corazón dio un salto. Rompí aguas en medio de la habitación, empecé a correr como un pollo sin cabeza hasta que Sanem se rió y dijo - Sakin ol Can, no te preocupes tenemos mucho tiempo, ¿qué tal si llamas primero a mi hermana para que venga a cuidar a Nihat? Eh, ¿qué dices? - Ese fue el comienzo de las grandes maniobras que habíamos preparado durante meses, Layla vino a recoger al bebé, la bolsa que habíamos preparado tiempo antes fue puesta inmediatamente en el coche y luego, lentamente, como si fuera porcelana a punto de romperse, metí a un Sanem decididamente divertido por mi expresión en el coche listo para ir al hospital.

El parto fue largo y agotador, le masajeé la espalda en cada contracción, le limpié el sudor de la frente, le hice destrozar de buena gana mi mano para ayudarla a aliviar el intenso dolor que llegaba en oleadas cada vez más cercanas, fueron horas en las que mi Sanem mostró la fuerza de una leona.

No podía pensar que ya había vivido todo esto sin mí, sin el hombre al que le estaba haciendo un regalo tan grande, no estaba bien, ya me arrepentía enormemente pero ahora, cuando me daba cuenta de lo que había afrontado sola, aún más.

Cuando llegó el momento, esta vez estuve cerca de ella, le cogí la mano con fuerza y le acaricié el pelo, murmurando palabras de amor y consuelo. La vi sufrir enormemente en el primer empujón final, que fue correspondido con un fuerte grito y la voz de la comadrona diciendo -Mamá, papá, aquí hay un precioso niño- Ya lo habían envuelto en un paño y lo habían puesto en mis brazos, ¿cómo podría describir con palabras lo que sentí en ese momento? No se puede. Aquel diminuto ser era nuestro hijo, tenía el pelo y los ojos negros, había conseguido liberar una manita de la tela que se agitaba frente a mi nariz llorando con todo el aliento que podía reunir en sus diminutos pulmones. ¡Mi aslan, mi león!

Le miramos embelesados, ambos sonriendo con lágrimas en los ojos.

Sin embargo, para Sanem aún no había terminado, la comadrona la invitó a prepararse para el segundo pujo mientras la enfermera me quitaba al bebé de los brazos para realizar los controles rutinarios.

Más sufrimiento, más apretones de manos, otro fuerte empujón y todo terminó, el llanto fuerte y seguro y luego la radiante matrona que nos dijo:

- Señores, yo diría que está todo listo, aquí está su bebé -

Esta vez la pusieron en los brazos de una Sanem agotada pero radiante, mis manos temblaban al acariciar suavemente aquella cabecita de pelo oscuro mientras dos grandes ojos inquisidores me miraban como si quisiera hacerse una idea de qué estaba hecho su papá. Era adorable, regordeta y arrugada, no lloraba como su hermano, estaba seria y miraba a su alrededor con curiosidad.

La enfermera vino a recogerla también para sus revisiones programadas y nos dejó solos para mirarnos a los ojos y querernos aún más por lo que estábamos compartiendo en ese momento.

Nuestros maravillosos bebés eran preciosos, estábamos locos de alegría.

Cogí su mano, me la llevé a los labios, la miré profundamente a los ojos y le dije:

-Teşekkür ederim, aşkım, gracias mi amor.

Me has hecho regalos por los que nunca encontraré palabras ni siquiera remotamente adecuadas para agradecerte, eres una mujer excepcional y te quiero inmensamente. Habéis llenado mi vida de amor, belleza, alegría y esperanza, los cuatro sois mi vida, sois mi futuro, mi todo.

Seni çok seviyorum aşkım.


Un amor que renace de las cenizasWhere stories live. Discover now