7 - Allí junto a ella

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Can

Atraqué mi barco en el puerto deportivo de Old Yusuf, no podía creer mi suerte. Mi mente me sugirió que tal vez sería mejor volver al mar, tal vez me esperaba una verdad desagradable pronto, por ejemplo un novio o peor un marido. Pero mi corazón no quería saber, había encontrado su lugar en la vida, su paz, y no había forma de convencerlo de que lo dejara escapar.

Me apresuré a bajar al muelle para ayudar al viejo Yusuf a cargar las redes listas para la pesca de la tarde. Mientras estaba ocupado en el pequeño barco de pesca, con el rabillo del ojo capté un movimiento en la casa de campo cercana, Sanem salía con el bebé en brazos. El corazón me dio un vuelco, me detuve como si estuviera embriagado, incapaz de moverme por un momento me quedé mirando al amor de mi vida levantar su rostro para ofrecerlo a la caricia del sol con una dulce expresión de placer.

Al ver que cogía el cochecito y se dirigía hacia nosotros, desperté de ese estado de trance y me aseguré de estar de espaldas a ella mientras intentaba que Yusuf no notara mis maniobras. Me apresuré a desembarcar del barco, subí a mi bote y me metí en la cocina, tratando de pasar lo más desapercibido posible.

Mi corazón latía con fuerza, escuchar su voz después de un año de ausencia era como una persona sedienta que encuentra un oasis en el desierto.

- Günaydın tío Yusuf, vamos a la tienda, ¿necesitas algo?", le oí preguntar al viejo pescador con voz alegre.

- Günaydın, teşekkür ederim canim, gracias querida, no necesito nada. ¿Quieres que me quede con el bebé aquí mientras vas de compras? -

- Hayir, no, tío, teşekkür ederim, el joven realmente necesita un buen paseo, nos vemos, görüşürüz -

Me di cuenta de que se alejaba, esperé unos instantes para volver al puente, lo primero que noté fueron los atentos ojos del viejo Yusuf que no se perdían un movimiento mío. Para quitarme la vergüenza le invité a tomar un çay, un té, en mi barco para agradecerle su hospitalidad. Mi mente se perdió detrás de Sanem, mi Sanem, de su voz que había devuelto a la vida una parte de mi corazón.

Me senté con Yusuf entregándole una taza de la bebida que, como ya no hacía, no tenía sabor para mí. El anciano me preguntó de dónde venía, a dónde iba, qué hacía en la vida. Intenté responderle con sinceridad, tratando de ser lo suficientemente evasivo. Le pedí información sobre cómo podía dirigirme a la ciudad donde necesitaba conseguir piezas de repuesto para el barco, así como diversos suministros. Me sugirió que usara su viejo coche, que usaba muy poco.

No podía creer la generosidad de este hombre, había olvidado la tradicional hospitalidad del pueblo turco, era algo con lo que había crecido pero, después de recorrer el mundo entero, me seguía pareciendo casi inconcebible. Me ofrecí a ayudarle en el mar y quizá a hacer algunas reparaciones en su casa de campo en el tiempo perdido para poder agradecérselo de alguna manera.

Yusuf me miró durante un largo momento sin hablar, no pude entender lo que podía estar pensando, luego una amplia sonrisa se dibujó en su arrugado rostro y no entendí muy bien lo que había pasado, pero tuve la clara sensación de que había hecho un amigo en esta vida.

Me quedé en mi barco haciendo algunas reparaciones menores mientras esperaba impacientemente su regreso, la oí venir antes de verla. Le cantaba una alegre canción al pequeño mientras empujaba el cochecito cargado de compras hasta su casa. Mi instinto fue correr hacia la tierra firme para ayudarla mientras que lo único que hice fue tratar de esconderme entre los árboles y las velas, sin dejar de vigilarla sin ser visto.
Entró en la casa sin sospechar nada, pero seguramente mis maniobras no pasaron desapercibidas para el viejo Yusuf. Intenté comportarme y continué con mi trabajo de mantenimiento, fingiendo que no había pasado nada.

Salimos al mar a primera hora de la tarde, y casi con pesar vi alejarse la costa y la casita que contenía mi corazón. Me esforcé por cumplir mi palabra ayudando a aquel anciano, que había sido tan generoso, y al que veía de vez en cuando mirarme atentamente, como si quisiera hacerse una idea de lo que pasaba por mi cabeza.

Nos detuvimos a echar las redes, y sólo quedaba esperar a que llegara el momento de recogerlas con la preciosa carga que Alá nos daría. No pude evitar mirar ese pequeño punto rojo en la costa que significaba tanto para mí hasta que hice una mueca de dolor ante una pregunta tan directa que no me la esperaba.

- ¿Qué le une a Sanem?

La pregunta del anciano había resonado como un disparo de fusil en el silencioso vaivén del barco. ¿Qué responder? Si me había hecho una pregunta tan precisa, Yusuf debió de adivinar mucho más de lo que me hubiera gustado dejar entrever.

Me giré para mirarle con una mirada llena de arrepentimiento, angustia, miedo y pesar, no se me ocurría una historia plausible y, francamente, no me apetecía mentir ante la sabiduría de aquellos ojos que me miraban intensamente.

Suspiré y sólo pude responder con sinceridad -Aşk, amor, çok aşk, tanto amor-.

Mis palabras le pillaron desprevenido, no había esperado una respuesta tan sincera evidentemente, me miró durante un largo rato sin hablar, su mirada se movía entre mí y el punto de la costa donde se encontraba la cabaña de Sanem. Tras un largo suspiro, dijo:

- Tenemos tiempo, empieza a contar desde el principio si no te importa-.

Un amor que renace de las cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora