Empujó la puerta y con un gesto de la mano, Seokjin le indicó que lo siguiera, pero que se mantuviera lo más cerca posible. Le había ofrecido una pistola al bajar del taxi, pero Namjoon terminó por rechazarla; no es que confiara en Daehyun o creyera que no estaban en peligro inminente, pero algo le decía que había cosas mucho más peligrosas que las armas cuando se trataba de un enemigo como aquel.

Las ventanas estaban cubiertas por dentro con tablas de madera, por lo que la luz de la tarde no podía acceder al almacén, dejándolo en completas sombras; la linterna del teléfono hubiera ayudado bastante si acaso alguien no hubiera organizado un montón de cajas de madera para formar pequeños pasillos que en conjunto formaban un laberinto. Dar vuelta en cada esquina era otro salto del pulso de Namjoon que no era encontrado por nada en lo absoluto.

Avanzando así a tientas y en la oscuridad llegaron a la entrada principal de la estancia, que estaba igual de cerrada que la trasera.

—Cielo —murmuró el menor haciendo que Jin se girara a verlo al escuchar el apodo y sus ojos siguieron el dedo de Joon que señalaba tras ellos y por encima de sus cabezas.

Ubicada contra la pared trasera y la derecha, sobre una plataforma de metal, estaba lo que parecía ser una pequeña oficina a la que solo se podía acceder por medio de unas escaleras del mismo material. Imaginó que para Seokjin no sería muy complicado subir escalando, pero realmente no había motivo ni para sugerirlo; la opción más rápida y sencilla era tomar la misma escalera que cualquier empleado utilizó en el pasado.

Las ventanas de tal construcción no estaban cubiertas, pero por el ángulo no podían ver su interior y comprobar que cierto hacker los estuviera esperando dentro.

—Quédate atrás e intenta no tropezar —ordenó el mayor amartillando su revólver antes de avanzar con sigilo hasta las escaleras.

Era difícil no hacer ruido mientras subían, pues el metal estaba bastante dañado por el tiempo, provocando chillidos y crujidos peligrosos; dudaba que Jin tuviera la misma opinión que él, pero Joon prefería que hiciera ruidos grotescos antes de que se cayera a pedazos y tuvieran que preocuparse de heridas o tétanos.

Al llegar a los últimos escalones superiores, Seokjin lo detuvo e hizo que retrocediera lo suficiente para tener el espacio para abrir la puerta de la oficina de una patada; la estructura tembló un poco por la violencia pero pareció mantenerse sólida.

Namjoon se mantuvo en la puerta, observando a su novio apuntar a todos los rincones antes de avanzar los pasos que lo separaron de la silla de oficina, aparentemente nueva, que estaba en medio del cuartito. Alrededor de ésta estaban un montón de computadoras, todas ellas apagadas y, a simple vista, con los cables cortados. Dudaba que incluso cambiando los cables pudieran sacar algo útil de ellas: con seguridad Daehyun se había llevado los discos duros o en su defecto destruido cualquier pieza que pudiera serles de ayuda.

Estaba más que claro que no habían llegado a tiempo y que el hacker se les había escapado, pero no terminaron por aceptarlo hasta que Jin hizo que la silla girara con un puntapié y se encontraron cara a cara con un muñeco de trapo que emulaba de forma convincente la apariencia del querido Daehyun. A pesar de que su contraparte humana ya no llevaba el cabello rojo, el muñeco llevaba una peluca de ese color mal colocada sobre un rostro dibujado con rotulador que mostraba la lengua.

Pegado a su pecho estaba un pequeño cartel:

Ups, por los pelos, pero llegaron tarde. ¡Intenten nuevamente!

Al unísono ambos dejaron caer los hombros al perder la tensión en sus músculos y echaron un suspiro. Conocía a Jin lo suficiente para saber exactamente lo que estaba sintiendo y sabía que era lo mismo que él sentía; no era decepción tal cual, quizás porque ambos se habían esperado aquel desenlace sin siquiera ser conscientes de ello, sino que una especie de resignación acompañada por algo de estrés al pensar que el juego seguiría.

Jin se despeinó el cabello de la nuca por un rato en lo que daba puntapiés a lo que se le cruzara mientras inspeccionaba el cuarto y a veces resopló ruidosamente, estirando sus labios como haciendo un puchero. Joon ni siquiera intentó buscar nada, su mente ya volando hacia su laptop y a lo que pudieran encontrar una vez que la encendiera.

—Supongo que no nos queda más que volver al aeropuerto por nuestras cosas —dijo Seokjin mandándose las manos a las caderas. Su pistola estaba de nuevo escondida en su espalda—. Aquí no hay nada que nos sirva y no sé tú, pero ese muñeco está empezando a molestarme.

Le lanzaron una última mirada al objeto en cuestión y sin más, salieron de la oficina y cerraron tras ellos, abandonando al muñeco de Daehyun para que se deteriorara solo con el tiempo.

—Voy a llamar un Uber o algo —anunció Joon en lo que bajaban por las escaleras.

Jin se volteó solo para poner la mano sobre su teléfono con la app abierta.

—¿Jinnie?

—El aeropuerto no está demasiado lejos —soltó, como si eso explicara algo—. No nos haría mal una caminata, ¿no crees? Tampoco es que tengamos mucha prisa.

Sus nervios casi lo obligaron a discutir, todavía pensando en que probablemente ya había otro contador en movimiento y que cada minuto era valioso; luego de la primera experiencia donde se permitieron relajarse demasiado, Namjoon no se sentía del todo cómodo repitiendo sus acciones descuidadas. Pero antes de que pudiera decir en voz alta lo que pensaba, Seokjin deslizó su mano entre la suya y tras darle un apretón cariñoso, empezó a avanzar, jalándolo en el camino para que lo siguiera.

Sintió su pulso saltar una vez más desde la punta de sus dedos, pero de una manera para nada similar a la que lo había exaltado dentro del depósito. Jin no había dicho absolutamente nada para convencerlo y de todos modos lo había hecho.

Code Breaker | JinNam  {Binary Code #3}Where stories live. Discover now