[ D I E C I S I E T E ]

3.4K 204 39
                                    



[ Capítulo 17 ]

TITULADO
DAME LA MANO



No subestimes el encanto de la oscuridad, incluso los corazones más puros se sienten atraídos— Klaus Mikaelson —

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




No subestimes el encanto de la oscuridad, incluso los corazones más puros se sienten atraídos
— Klaus Mikaelson —


Caroline

El pecho me ardía. Las manos me temblaban al igual que mis piernas, casi como si estas me indicaran que me caería al piso en cualquier momento y no lo dudaba. No podía ir a mi casa así, no cuando Blake y mi padre me verían de esta forma tan miserable en la que estaba y me preguntarían acerca de porqué estaba así.

¿Fui una tonta o solo alguien que quiso ser amada de nuevo?

Sentía pena por mí.

Yo que tantas veces me juré no ceder ante el amor y ahora me veía atrapada en un mundo donde había sido perjudica. No creía merecer esto y fui condenada por algo que jamás hice. Nunca lastimé a Ian pero él a mí si. ¿Qué fue lo que hice mal? Nada. Era consciente de ello. Me esforcé por ser la novia perfecta a mi manera, siendo cariñosa, comprensiva y aún así no basto para no ser la imbécil del cuento porque Ian me mintió.

Dos años de relación con promesas de amor, juramentos y palabras de cariño que realmente no significaban nada en este momento, ni volverían a tener valor alguno para mí porque mi amor por él estaba ardiendo con las mismas llamas de mi dolor. Quería quemar todo porque por más que intentaba ser la buena, jamás me salía bien. Al final era yo quien terminaba lastimaba sin importar qué cosa hiciera para prevenirlo.

Lo mismo me pasó hace años...

Mi cuerpo podría estar intacto pero mi alma había sido rasgada por las garras de alguien que juró protegerme desde años atrás, pero me dejé llevar una vez más de alguien que me "amó". Confíe en un ser que solo me prometió un futuro inigualable y bello para los dos. Un futuro que ya no quería con él porque no quería verlo jamás. Quería odiarlo...

Y aunque el dolor de su traición era demasiado, me ardía más el que yo hubiera estado en su juego retorcido siendo más que nada un "arma" para romper a otro que al que ni siquiera le debía nada. La rabia que corría por mis venas era más que el dolor o que la tristeza que sentía  porque había quedado como un juguete, como una tonta.

Yo no era un vil juguete ni una muñequita para ser usada para beneficio de otros.

« El odio es corrosivo, mi amor. No dejes que te consuma o te arrepentirás después »

La esposa del Diablo: Infierno [ 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora