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𝓙𝓤𝓝𝓣𝓐𝓢🌹

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Tus palabras causaron daños que tus labios no repararán, pero tu corazón... ¿Podría hacer el milagro?.


Por supuesto que para Priscila las cosas eran demasiado estresantes. En menos de media hora, había tenido que lidiar con el regreso de la chica que le arrebató una parte de su corazón sin dar explicaciones; Verónica había ido a difundir mentiras sobre su persona para conseguir que la corrieran; la repentina confesión de Tamara sobre la pulsera que llevaba en la mano desde meses atrás; la indiferencia de Mackenzie ante lo que le hizo. Todo había tenido un gran peso en su cuerpo, pero eso no se comparaba con lo que estaba sintiendo en ese preciso momento... Mackenzie se encontraba recostada sobre la silla negra (la cual habían conseguido ella y Tamara para hacer que la oficina luciera un poco más sofisticada) y le estaba dando la espalda.

—¿Podría observarme cuando le hablo?.

—Te estoy escuchando.

—No me interesa que me escuche, quiero que me preste atención.

Había pasado demasiado tiempo ansiado el regreso de la persona que le debía una gran explicación y ahora que por fin había sucedido, todo lo que recibía de ella era una mala actitud.

Sabía que se estaba dirigiendo de mala manera a la dueña del restaurant, pero después de lo que había pasado entre ellas, lo último que le importaba era que la despidieran. Estaba molesta y su corazón latió con fuerza cuando la silla giró y después de sólo ver el color negro, ahora veía a una chica castaña de piel blanca, su vestido lila hacía un juego extrañamente lindo con sus verdes ojos.

—¿Eres consciente del cómo me hablas?.

—Muy consciente y no me interesa que me saques de este lugar.

—¿En qué momento te permití hablarme de "tú"?.

—¡No me interesa lo que digas!.

Y por primera vez desde que se apareció, Priscila pudo ver la confusión y el miedo en el rostro de Mackenzie. Quien se puso de pie y fue hacia las ventanas y cerró las cortinas.

—¿Podrías bajar la voz?, todo el mundo vendrá creyendo que quieres matarme.

—Y creéme que ganas no me faltan.

—Muy bien, ¿por qué estás enojada?.

—No es cierto –Priscila caminó hacia la pequeña mesa que se encontraba a unos metros del escritorio principal –. ¿Realmente me estás haciendo esa jodida pregunta?.

Un pinchazo recorrió el cuerpo de Mackenzie, sabía el motivo por el que la rubia estaba furiosa, pero su corazón no estaba listo para hablar del pasado.

—No creo que sea momento de hablar de esto, ¿crees poder aceptar ir a cenar conmigo esta noche?.

—No.

—No pienso hablar de nada con un centenar de personas escuchando.

—Bien, pero más te vale que no hagas nada estúpido.

—De acuerdo, ahora hablemos de los documentos que me has traído.

Mackenzie observó a Priscila asentir antes de sentarse en la silla frente al escritorio y de igual manera, ella ocupó su lugar mientras escuchaba a la rubia hablar sobre las ganancias de postres.
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Por supuesto que para alguien como Priscila (tranquila y trabajadora), encargarse sola del restaurant no era difícil. Mackenzie había salido con Tamara a realizar un pedido, y aunque no había estado del todo segura, dejó a Priscila a cargo, decisión que no la hizo arrepentirse en cuanto volvió, ya que había demasiada gente en el lugar (muy a pesar de ser ya las ocho) y todos parecían bastante complacidos.

Princesa de la Inocencia© [Libro #1/ Saga Realeza]Where stories live. Discover now