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La primera vez que te vi, perdí el control de cada uno de mis sentidos.

-¿Estás segura de que es lo correcto?.

-Muy segura.

Pasar tiempo alejada del dolor no fue sencillo, Mackenzie había esperado que separarse de la chica a la que amaba fuera suficiente, por lo que ahora que había decidido volver a su vida, esperaba que las cosas marcharan mejor de lo que habían ido un año atrás.
Tamara (su hermana menor) y Jeremy (el novio de su hermana) habían decidido llevarla al restaurant (en donde trabajaría y del cual era dueña) para presentarle a todos los empleados.
Sonrió cuando la brisa de Perth le azotó en la cara obligando a su corto cabello a ondular; había extrañado el lugar más de lo que llegó a imaginarse.

Los tres caminaron por las calles hasta el restaurant, un lugar bastante bonito, una fachada de colores amarillos que resaltaba a la perfección con los rosales que habían sido plantados tiempo atrás. Su padre le había dicho muchas veces cómo lucía el lugar, pero nunca se imaginó cómo se vería realmente y ahora que por fin lo podía ver, supo que su padre no le mintió en nada.

Con una sonrisa en el rostro, Mackenzie entró al lugar y al instante un aroma a café inundó sus fosas nasales.
Observó a varios de los meseros sonriendo ante los clientes mientras anotaban sus pedidos; todos parecían demasiado entretenidos y felices, pero entonces, un melena destacó entre el resto de chicos y chicas uniformados y el corazón le latió acelerado, ella se encontraba arreglando una mesa desocupada, el rubio cabello lo llevaba atado en una coleta, su blanca piel destello ante sus ojos como perla recién salida del mar, el uniforme entallaba a la perfección cada una de sus curvas; para cuando se giró, pudo ver aquella sonrisa que había amado de ella desde el momento en que se conocieron.

-Sigues observándola del mismo modo.

-Sigue luciendo hermosa.

-Si, y es igual de terca que siempre, se supone que debería estar únicamente en el mostrador por si alguien la necesita.

-Sabes que no dejará de trabajar incluso si le doy el puesto de jefa.

-Sin duda.

La observaron caminar hacia la cocina con una bandeja de trastes y ambas se adentraron hacia la oficina en la que debían estar. Nadie las interrumpió en el trayecto, pero en cuanto estuvieron dentro, la puerta resonó y Mackenzie no pudo evitar enfadarse por ello.
Tamara abrió la puerta y Verónica apareció tras ella con una mueca de enfado y el delantal sucio de comida.

-Dime que no estás atendiendo con ese aspecto a los clientes.

-Por supuesto que no, he ido a la cocina por una orden y la maldita de Priscila me arrojó comida cuando le pedí piezas del mostrador.

-¿Qué?.

-Eso hizo y ahora no puedo atender de esta manera.

-Ve a cambiarte de ropa, no tienes permiso de faltar a tu labores.

Verónica la observó sorprendida antes de dar media vuelta e irse a los vestidores.
Mackenzie pronto había entendido que a Verónica le encantaba poner en malas situaciones a la rubia, pero al menos le daba una buena excusa para ver a Priscila sin que nadie sospechara de la situación.

Princesa de la Inocencia© [Libro #1/ Saga Realeza]Where stories live. Discover now