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Era una tormentosa tarde de mayo del dos mil quince en una de tantas islas del caribe

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Era una tormentosa tarde de mayo del dos mil quince en una de tantas islas del caribe. Cuando la sacaron de la cama dos hombres vestidos de negro que conocia. Si se les podría llamar así incluso si los llamaba de manera cortes sabía que la final del día solo era asesinos a sueldo.

- Mamá- Haley gritó a todo pulmón asustada cuando se vio rodeada por los dos hombres que había visto a diario en la casa donde su madre trabajaba.

Pudo escuchar los pasos acercándose. Su madre entró por la puerta con el labio partido y algunas lagrimas. - Escucha Hayley la señora Claire está aquí debes ir con ella. -

- Mamá pero no hice nada malo. Por que debo ir allí.- Frunció el seño y la boca con disgusto sin entender nada.

- Es tú padre el...- Su madre tartamudeo llorando.- El robo dinero para operar a tú hermana. !Los siento! Hayley no pude detenerlo.-

Los ojos se le abrieron como platos. Robarle a Claire la "Dama blanca" como se hacía llamar. Es traición una que se paga con sangre. Pero su padre estaba vivo. Entonces solo había una respuesta.

- ¿Que le pidió mamá? Se que ella no lo dejaría pasar. ¿Que mierda le ofrecieron?- Hayley gritó enojada acercándose lo suficiente a su madre con dientes apretados. Sentía el leve temblor en las manos por la rabia y impotencia que le causaron esas palabras.

- Tú debes ir con ellos por ahora. ¡Te prometo que lo solucionare! - Su madre la tomo de los brazos anclandola en el lugar son dejar que se moviera.

- Pero no quiero ir con ellos. - Hablo sin saber que mas podría decir para resolver el asunto. Pero sabía que no era un asunto leve.

- Yo te visitaré, solo debes hacer lo que te pida. Siempre has sido inteligente demaciado para tú edad se que lo lograrás. Estarás bien - Su madre se acerco y la abrazo.

Ella no lloro, no le salían las lágrimas. Pero tenía la garganta seca sentía como si una bola de sentimientos reprimidos estubiera alli. Sabía que su madre jamás la dejaría desprotegida y todos los miembros de su familia estaban vivos entonces ella debia pagar un precio. Y el precio era ella. Esa era la única forma de que todos estubieran vivos. Si ella metía la pata entonces todos estarían muertos. No se iba a rendir pero tendría que escoger que luchas peliar en aquella casa. Salió caminando afuera.

Las gotas salpicando el suelo que mojaban sus tacones negros de piel suave la hicieron entrar a prisa en su casa. El mayordomo le dió la bienvenida palideciendo al ver a su jefa toda mojada y con mala cara. Claire solo camino algunos pasos para luego tropesar con su hijo. Benedict era su segundo hijo y el más parecido a su padre eso hacia que ella simplemente no pudiera negarle nada. - Benedict tú regalo estará aquí pronto. - Claire emocionada dijo a su hijo quien cumplía años. Y este sonrió como una ardilla esperando se cumpliera lo que deseaba.

- Mamá enserio no puedo creer que me cumplierás mi deseo.- Cuando miro entrar por el marco de la puerta a Hayley sosteniendo un peluche de gato bastante aniñado sonrió.

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