—Uno de nosotros pelea con uno de ustedes, el ganador se queda con los túneles, la pintura y la tonta superficial—Decreta con una sonrisa, y los ojos de Brooklyn se abren de par en par, ella no quería quedarse con esa gente topo—Y el otro se va a casa a llorar con su mamá.
—¿No hay otra manera?—Pregunta la argentina, ladeando su cabeza de un lado a otro nerviosa.
—No—Responde la reina topo
—Bien claro, como sea. ¿Quién peleará con Ray?—Inquiere con seriedad el adolescente, no le gustaba la idea, pero era lo único que tenían; además confiaba en su amigo
—No no no no. Él no, él nos da miedo. Queremos pelear contigo—Señala, y por inercia Brooklyn no puedo evitar gritar un "¡Noo!", confiaba en su novio, pero no en la gente topo; no cuando había escuchado a un topo hablar sobre "el campeón"
—Gracias por el voto de confianza—Murmura Henry hacia su novia con el ceño fruncido, la chica solo se encoge de hombros.
—Tu novia tiene razón, ¿Estás seguro, Kid?
—Son gente topo—Se burla con superioridad.
—Pelearás, con nuestro campeón—informa la mujer, celebrando a porras junto a los topos al campeón.
—¡Wow wow wow wow! Nunca dijeron que tenían un topo fuerte—Señala Henry preocupado al topo retenido por cadenas de hierro.
—¿Tienes miedo?—Se jacta la criatura
—Noo—Balbucea entre risas nerviosa—De hecho tengo mucho miedo—Le susurra a Ray, pero todos lo escucharon.
—Y también van a pelear... con vendas
—¡Ay por favor!—Exclama Henry preocupado
—Fue bueno ver la luz por última vez—Comenta Brooklyn con falsa melancolía, ganándose una mala mira de Henry.
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Cuando Henry creyó que las cosas mejorarían y arreglarían los problemas con la gente topo, estaba muy equivocado. No era parte de su domingo por la tarde ser golpeado por un tonto topo, y mucho menos perder a su novia por ellos.
—¡Usa tus otros sentidos para encontrarlo! ¡Como el tacto, o el olor!—Propone Ray cuando el adolescente lanza golpes al aire, sin tocar al topo.
—¡No puedo oler los golpes!
—No puedo ver esto—Susurra la pelinegra con una mueca de dolor cuando Henry cae al suelo por el fuerte golpe en su abdomen.
—¿Puedes sentirlos?—Pregunta Ray, y la argentina rueda sus ojos. Por supuesto que podía sentirlos, ¿acaso Ray estaba tan sordo para escuchar los golpes?
—Si; puedo sentir varios—Responde, tanteando el aire sin localizar al topo—Brooklyn te amo, pero estoy en problemas, este topo es muy fuerte.
