—Pfff ¿Charlyn? ¿Choklyn? Eso nunca se quedará obviamente es...—Ray aplaude antes de hablar—Broolette
—Hashtag Broolette—Aprueba Jasper,
—Esos nombres son horribles—musita burlona la argentina, arrugando su nariz con una mueca. Tenía mejores nombres en su mente.
—¡No nos vamos a casar!—Anuncia toscamente Charlotte, y Brook mira a su amiga con una ceja levantada, al parecer Charlotte no le agradó la broma.
—Claro que no...hasta que se besen—Molesta Schwoz, alterando más a la adolescente.
—¡No nos besaremos!—Exclama caminando hacia el elevador
—Tranquila Char, solo era una broma—Le dice la pelinegra calmada.
—¡No me gustan las bromas!—Le grita, oprimiendo una y otra vez el botón del ascensor— ¡Y odio este elevador! ¡Lo odio!
—¿A donde vas?—Pregunta Henry confundida por la actitud de su mejor amiga.
—Necesito un poco de aire—Responde cuando las puertas del ascensor se abren.
—Aquí dentro hay aire—asegura sin pensar Brooklyn
—¡Pero yo no quiero su aire!—Exclama molesta, tomando la figura en fibrofacil de Brooklyn y Henry para lanzarlas fuera del ascensor— ¡¿Por qué están esas cosas aquí?!
Cuando Charlotte desaparece de la vista de todos. Las personas se miran entre si, extrañados por la actitud de su amiga, definitivamente algo sucedía con ella.
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—¿Qué?—Expresa la argentina de mala gana, apareciendo en la Man Cave, Ray y Henry llevaban diez minutos gritando su nombre despavoridos.
—Contesta el teléfono—Ordena Ray con una pesa en su dedo indice.
—¿Qué? ¿Para eso me llamaron? ¡Literalmente está al lado tuyo! —Grita molesta, ella y Schwoz estaban programando un nuevo software para la Man Cave, ¿Enserio la habían llamado por eso?
—Jamás había estado tan cómodo en mi vida—Se excusa el rubio ante su novia, que solo rueda sus ojos.
—Más acción y menos quejas, Marabel—Manifiesta Ray desinteresado, la adolescente bufa antes pasarle el teléfono a Ray.
—Gracias—Le dice Ray, dejando la pesa miniatura sobre el stan de pesas— ¿Si?—Pregunta al teléfono, Brooklyn rodea el sofá para sentarse junto a su novio; quién a duras penas se hace a un lado por lo cómodo que estaba. Realmente eran unos holgazanes—Si no hablas el Capitán no oye.
—Es buena—Admite entre risas Henry, y el mayor no tarda en poner el teléfono en alta voz.
—Habla la guardia del zoológico, te necesitamos—Ruega sin más, su voz sonaba algo preocupada.
