Code Breaker | JinNam {Binary Code #3}

Acertijo #2

Una sonrisa algo tétrica se pintó en sus labios cuando mencionó el castigo, se tomó un momento antes de seguir, como si estuviera saboreando su propio plan horroroso. La luz que apenas iluminaba su rostro hizo brillar su cabello en un tono azulado; la última vez que lo había visto lo traía granate.

—... haré uso de mis habilidades para traer desastres a nivel país —terminó alejándose de la cámara, orgulloso de sí mismo—. Lo que se te ocurra, hackear al gobierno, bancos. Tirar redes. Robar a inocentes. Liberar criminales, causar estragos en hospitales. Lo que sea.

Eso pareció ser el colmo. Seokjin se apartó de Namjoon resoplando y salió de la cocina para dirigirse a la sala, donde tenía más espacio para ponerse a dar vueltas de nuevo. Tenía ambas manos en la cintura mientras lo hacía, sin dejar de resoplar y a veces parar a mirar a Namjoon como si buscara en él una respuesta que él no podía darle, al menos no por el momento.

Quería ir junto a él y ayudarlo a calmarse, pero sabía que no podía perderse nada del video de Daeyun si quería estar preparado para lo que se venía.

—Serán diez acertijos. Las reglas son simples: no comunicarle a ninguna agencia del gobierno o a las autoridades de esto y seguir mis instrucciones —al decir esto, Daehyun extendió una mano hacia la cámara, seguramente para apagarla—. Una vez que empieces a descifrar el primer código, lo tomaré como que aceptas el desafío. Si no... bueno, ya te enterarás. Hasta pronto, Namjoonie.

La pantalla se puso oscura y un segundo después, volvió a la normalidad, como si el video nunca hubiera existido en primer lugar.

Inmediatamente y antes de poder ocuparse con su novio que seguía en medio de su circuito por la sala, Namjoon ejecutó protocolos en su computadora y en la red WiFi del apartamento, además de proteger su teléfono y el de Seokjin. Quizás no serviría de mucho, pero si podía poner un poco en aprietos a Daehyun en caso de que quisiera robarles información o causar algún estrago, lo haría.

No le tomó mucho tiempo hacerlo, sus dedos se movieron por sí solos y trabajó a una velocidad de vértigo que asemejaba a la capacidad que antes demostraba cuando aún se dedicaba a hackear, antes incluso de conocer a Seokjin.

Justo cuando levantó la mirada de la pantalla para prestarle atención a su novio, éste lanzó los brazos al aire y empezó a hablar muy rápido y en voz alta.

—No lo entiendo, ¡no tiene sentido! —exclamó volteando bruscamente para ver a Namjoon—. ¿Por qué darnos una forma de atraparlo? ¿Qué coño gana con esto? Si tanto quiere robar o hacer daño al país, puede hacerlo sin darnos herramientas para detenerlo.

Por alguna razón a Namjoon le avergonzó un poco saber la respuesta instantáneamente. Tal vez no había dejado atrás su vida de hacker tanto como había creído; intentó reconfortarse diciéndose que había cosas que eran difíciles de perder u olvidar, pero no sirvió de mucho para darle la tranquilidad mental que necesitaba.

El menor rodeó la isla y caminó hasta él, tomándolo de las manos lo obligó a sentarse en uno de los sillones y Seokjin no le quitó los ojos de encima en ningún momento, hasta que Namjoon se arrodilló frente a él, todavía sosteniendo sus manos entre las suyas.

No quería tener que decírselo, pero sabía que ocultárselo era estúpido.

—Creo... creo que todo es parte de un juego —dijo Namjoon haciendo lo imposible para sostenerle la mirada—. Las riquezas para él siempre fueron un extra, una parte sin importancia de todo esto.

Seokjin arrugó el ceño, pero no respondió.

—Es solo una conjetura, pero yo asumo que lo que él quiere es medir sus habilidades conmigo, la única persona que logró derrotarlo alguna vez —asumió el menor. No tenía forma de comprobarlo, pero tampoco le cabían dudas—. Sé que no necesito preguntártelo, pero-