Al final, cuando el cansancio fue mucho más fuerte que él, se quedó dormido en sus brazos, consiguiendo dormir el mejor sueño desde hace muchas semanas. Jin lo sostuvo contra su pecho y acarició su cabello, mimándolo hasta que sus ojos se cerraron por fin.

---

Despertó ya casi a la hora de la siesta cuando escuchó algo caer estrepitosamente al suelo en alguna de las habitaciones contiguas o quizás la sala. Adormilado como estaba, Namjoon palpó el colchón a su lado buscando a Jin, pero en cambio solo encontró su lugar frío y vacío, evidentemente abandonado ya bastante tiempo atrás.

Como su hermano y Jimin no volverían hasta en unos días, la única persona capaz de hacer un desastre era Seokjin, sin embargo no estaba seguro de si su novio reflejos de oro sería capaz de ser tan torpe como para dejar caer algo o lo suficientemente impulsivo para descargar su rabia rompiendo algo. Jin podía ser muchas cosas, pero no era alguien que se desquitara con violencia; al menos ya no.

Podía escuchar el rumor de la voz de Seokjin diciendo algo entre maldiciones, pero no pudo distinguir las palabras desde donde estaba, así que a fuerza tuvo que salir de debajo de las mantas y dirigirse al origen del ruido: la cocina.

Las señales fueron perfectamente claras. Seokjin estaba dando vueltas en un mismo lugar con las manos en la cabeza, su respiración era brusca y agitada, como si no fuera capaz de meter suficiente oxígeno en su sistema y peleara para conseguirlo. En el suelo estaba una bandeja con galletas recién horneadas y sobre la isla en medio de la cocina, su teléfono y la laptop de Namjoon, cosas que miraba con horror a cada segundo.

Antes de fijarse en esas cosas, Namjoon caminó hasta meterse en su camino para que dejara de dar vueltas y le apartó las manos de la cabeza, para que dejara de jalarse el cabello. Seokjin lo miró con las pupilas dilatadas y los labios entreabiertos, como desconcertado por verlo allí.

—Jinnie, respira conmigo, cierra los ojos.

Seokjin apretó sus manos entre las suyas y lo siguió con las respiraciones. Diez segundos adentro, diez segundos afuera. Así hasta que el mayor dejó de temblar tanto y se encogió en el suelo de la cocina, solo entonces fue capaz de hablar.

—¿Qué pasó? ¿Qué te hizo sentir mal?

—Mira las pantallas —Jin señaló a la isla, a su teléfono y a la laptop, pero no intentó levantar la cabeza para ver—. De la impresión toqué la bandeja ardiente y la tiré al quemarme la mano.

Sintió la tentación de agacharse para revisarle la mano, pero su curiosidad fue mayor al escuchar su explicación, ¿qué era lo suficientemente terrible para que perturbara a Seokjin? Haciendo la nota mental de luego verle la quemadura, Namjoon fijó su atención en los aparatos sobre la mesada.

Los dos estaban igual, la pantalla completamente en negro, pero cubierta casi en su totalidad por códigos binarios en rojo que no permanecían quietos. Subían y bajaban, iban de un lado al otro, cruzándose entre sí sin detenerse. Intentó reiniciar ambos aparatos, pero no sirvió de nada, las pantallas permanecieron exactamente igual.

Por alguna razón se le ocurrió una posibilidad y corrió a la habitación a buscar su teléfono, que casualmente estaba en las mismas condiciones. Incluso el televisor de la sala mostraba lo mismo. Todos los aparatos conectados al internet del apartamento estaban sufriendo una evidente e infectiva invasión.

Quien quiera que estaba detrás de ello era excelente en su trabajo, pero Joon supo casi al instante de quién se trataba.

Conocía esa codificación a la perfección, porque había trabajado en ella por muchísimo tiempo en el pasado, porque había destrozado códigos del mismo estilo por días sin parar. Eso y que el rojo de los números lo hacía muchísimo más evidente.

El que Seokjin entrara en pánico era lo más lógico. Namjoon tomó una gran bocanada de aire para intentar estabilizarse.

—Amor, déjame ver tu mano —pidió Namjoon arrodillándose a su lado. Jin seguía en el suelo.

—Estoy bien, solo me arde un poco.

Aunque dijo eso, Jin le pasó la mano lastimada para que la viera. Solo estaba un poco roja, pero de todos modos Joon presionó un paño húmedo en su palma. La levantó con cuidado y besó sus nudillos, para luego sonreírle y soltarlo.

—No sueltes el paño por un rato, ¿de acuerdo?

—Joon, ya viste las pantallas, ¿qué-?

—Dame un segundo, estoy en eso.

Prefería tomarse un poco de tiempo antes de darle las malas noticias.

Namjoon levantó la bandeja con cuidado y se sentó a intentar arreglar lo de las pantallas por largo rato, ignorando a Seokjin moviéndose a su alrededor o inclinándose su espalda para verlo trabajar. A veces lo abrazaba de la cintura y ubicaba la barbilla en su hombro, otras solo se sentaba a su lado en silencio, mordisqueando una galleta en pequeños pedazos, sin hacer ni un solo comentario.

Estaba muy cerca de eliminar la amenaza, pero le faltaba un último paso. Su cabeza estaba nublada por la preocupación y la paranoia, dificultándole la tarea de recordar. Estuvo un minuto entero sin moverse, solo mirando la pantalla, cuando Seokjin extendió las manos y con presionar unos comandos, la pantalla de la laptop volvió a la normalidad y los demás aparatos en sucesión.

El hacker se fijó en él, totalmente impresionado.

—Lo leí en uno de tus libros —Jin se encogió de hombros—. Era algo muy sencillo, me sorprende que no lo recordaras.

—Estaba algo distraído, así que gracias —sin poder evitarlo, Joon lo atrajo entre sus brazos.

—No es nada —dijo simplemente, dejándose abrazar—. ¿Ya vas a decirme qué pasa?

No quería tener que decirlo, porque sabía que sus palabras no solo serían la confirmación de lo que ya sabía, sino porque traería recuerdos que se suponía habían quedado enterrados meses atrás cuando el mundo les prometió por fin dejarlos en paz. Tantos meses de paz y recuperación que se irían a la mierda con solo la pronunciación de un nombre que sonaba a sentencia.

—Es Daehyun.

Al instante Seokjin se tensó en sus brazos. Estaba casi seguro de que ya lo había deducido antes, pero el que Namjoon se lo confirmara era lo que faltaba para que se le revolviera el estómago.

—¿Estás seguro?

Namjoon asintió despacio.

—Ha cambiado un poco su estilo, se nota que estuvo trabajando y estudiando mucho, pero sigue siendo reconocible —aseguró Joon intentando no sonar tan asustado como se sentía—. Estuve estudiando sus códigos por meses, así que dudo equivocarme.

—¿Qué crees que signifique?

Antes de poder responder a su pregunta, el teléfono de Namjoon sonó con una notificación de un mensaje. Seokjin le sostuvo el brazo por reflejo, como intentando impedir que tomara el aparato, pero el menor lo agarró de todos modos, consciente de que estaba a punto de leer algo que dispararía eventos que ninguno de los dos estaba listo para enfrentar.

Tanto tiempo sin vernos.

¿Jugamos?

Code Breaker | JinNam  {Binary Code #3}Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon