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Narra Amelia

El día pasó y sin ninguna novedad, no teníamos ningún tipo de pista. Aly se quedó con las llaves del coche para ver si encontraba algún rastro o cualquier evidencia, pero no se había puesto en contacto con nosotras así que no encontraría nada. También habían intentado rastrear su teléfono, pero no parecía que lo hubiera usado por lo que era prácticamente imposible encontrar su ubicación. Yo ya estaba desesperada porque no sabía que más podía hacer. Lourdes no se había separado de mi lado desde que pasó, pero yo cada vez perdía más la esperanza, solo podía llorar, pensar en Luisita y rezar porque ella estuviera bien.

- Lourdes tienes que ir a tu casa y descansar un rato. Yo puedo cuidarme sola esta noche te lo prometo y tu familia te necesita — le dije yo con sinceridad.

- No, Amelia, no pienso dejarte sola — me contestó ella.

- Sí que lo harás y no te preocupes por mí, no podemos hacer nada más que esperar no hay ningún tipo de pista y yo no voy a hacer nada... - le dije yo.

- Está bien pero mañana a primera hora estoy aquí ¿eh? — me respondió ella.

- Vale, descansa — le dije mientras nos dábamos un fuerte abrazo.

- Sé fuerte Amelia, yo sé que Luisita va a aparecer y ella estaría orgullosa de ti — me dijo Lourdes antes de salir por la puerta.

Me quedé un rato pensando y no podía evitar llorar cada vez que recordaba todos los momentos que habíamos vivido, Luisita era el amor de mi vida. Sé que era muy pronto, que apenas nos conocíamos de unos pocos meses, pero no necesitaba más para saberlo. Cuando pasa, tú simplemente lo sabes y todo lo que yo he sentido con Luisita no lo había sentido nunca, y todo lo que ella ha hecho por mí, no lo había hecho nunca nadie. Ella me devolvió la emoción, la ilusión, el placer, el amor, me devolvió la vida y para nada estaba dispuesta a perderla. De repente, sonó mi móvil sacándome de mi ensimismamiento. Vi el nombre de Luisita en la pantalla y mi corazón dio un salto, era un mensaje y lo abrí rápidamente, mis manos temblaban.

"Si quieres volver a ver a Luisita con vida, te espero antes de las 12 en esta dirección. Ven sola y no quiero que hables de nada con la policía o te juro que la mato."

No podía creer lo que estaba pasando, tenían a Luisita y no sabía quién podía ser. Miré la dirección y era un sitio a las afueras. No me arriesgaría a que hicieran nada a Luisita, iba a ir sola. Cogí mi abrigo y llamé a un taxi para que me llevará al lugar. Tardamos más de una hora en llegar debido al tráfico, estaba nerviosa. No sabía lo qué me iba a encontrar al llegar, solo sabía, que por Luisita merecía la pena arriesgar hasta mi vida. Si de mí dependiera, no dejaría que le pasará nada.

Llegamos al lugar, parecía una casa deshabitada en un barrio de mala muerte. El taxista estaba preocupado por lo que iba a hacer una chica como yo ahí, pero traté de tranquilizarle y tras pagarle, se fue. Iba a llamar a la puerta cuando de repente se abrió, el interior estaba completamente oscuro y no se veía nada.

- Amelia entra y no digas absolutamente nada o te tapo la boca — me dijo una voz desde adentro que me parecía familiar.

Yo me quedé inmóvil no sabía qué hacer.

- Te juro que si no entras ya, mato a tu Luisita — me dijo de nuevo.

No necesite nada más, simplemente oír su nombre era suficiente para mí y entré sin pensarlo. Alguien me agarró y me llevó a una habitación iluminada donde me empujó en un sofá. Levanté la mirada y pude verlo.

- Cariño, ¿creías de verdad que te lo iba a poner tan fácil? ¿Te iba a firmar los papeles así sin más? Qué ingenua ¿no? — dijo Hugo mientras estallaba en carcajadas.

- Hugo ¿dónde está Luisita? ¿Qué le has hecho? — le pregunté con miedo.

- No le he hecho nada por ahora, pero ya has llegado y vas a poder contemplarlo tú misma. Voy a matar a esa perra para que tú lo veas y después te voy a matar a ti. Como ya te dije, si no eres mía no serás de nadie... - me dijo sin ningún tipo de sentimiento en su voz.

La imagen que estaba viendo de Hugo no tenía nada que ver con la persona con la que yo me había casado, en sus ojos no quedaba ni rastro de mi mejor amigo, de esa persona que estuvo conmigo en los buenos y malos momentos y físicamente tampoco. Estaba mucho más delgado, tenía barba de varias semanas y se notaba el olor a alcohol que desprendía desde lejos. No tenía nada que ver con el hombre sexy y atractivo con el que yo había estado.

- Hazme lo que quieras a mí, pero a ella ni la toques por favor — le supliqué con lágrimas en los ojos.

- Ohh sí que es amor verdadero, ¿serías capaz de sacrificarte por esa perra? — me preguntó él enfadado.

- Haría cualquier cosa por ella, Hugo — le dije con seguridad — déjala ir y seré toda tuya.

- Ya es tarde mi amor, ahora solo quiero disfrutar de tu sufrimiento cuando la mate y después acabaré contigo — me contestó fríamente.

- Hugo piénsalo bien, ¿qué ganas con ello? Te vas a pudrir en la cárcel — le dije yo.

- Eso me da igual, no voy a dejar que sigas por ahí con ella, Amelia eres mía y siempre lo serás — me respondió él.

- No y ahora menos que nunca soy tuya, cada fibra de mi ser le corresponde completamente a Luisita, nos mates o no. Ella en estos meses se ha ganado lo que tú no has podido en años — le escupí sin ningún tipo de reparo.

Él se acercó y me dio una bofetada que me cruzó la cara completamente, pero me daba igual. A veces las palabras hacían mucho más daño que los golpes.

- Mira para que veas que no soy tan malo te voy a dejar cinco minutos con tu amor — me dijo mientras me llevaba por un pasillo oscuro hasta otra habitación.

Abrió la puerta y la imagen me sobrecogió, allí estaba Luisita tirada en un rincón de la habitación con las manos atadas a la espalda y una mordaza en la boca. Tenía todo el rostro lleno de lágrimas y me estaba matando verla así, corrí hacia ella y pronto le quité la mordaza de la boca.

- ¿Estás bien mi vida? — le pregunté.

- Sí, ¿y tú? Tu labio está sangrando — me dijo ella, yo seguía desatándole las manos.

- No te preocupes por eso, te amo tanto Luisita, pase lo que pase no lo olvides, eres el amor de mi vida — le dije mientras la abrazaba y la pegaba a mi cuerpo.

- Te amo Amelia, tú también eres el amor de la mía y tenemos que salir de esta. Debemos tener a nuestros pequeños y un perro — me susurró en el oído.

- Lo haremos mi amor — le dije mientras le dejaba un dulce beso en los labios.

- Que tierna imagen, cuánto amor ¿no? — dijo Hugo con ironía — ya se ha pasado mi momento de buen samaritano, despediros porque vamos a acabar ya con esto.

Se empezó a acercar a nosotras y sacó un arma de su bolsillo trasero, yo solo abracé a Luisita.

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En mi pueblo, utilizamos  la palabra "amuñar" como "hacer algo rápido para salir del paso". Esto es lo que hice yo con el final de este fic. Isabel del pasado gracias por las risas, pero fail en algunas de tus decisiones 🙄

PROFESORAS || LuimeliaWhere stories live. Discover now