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Narra Amelia

Estaba un poco en estado de shock. Creo que era la primera vez que una chica me tonteaba tan abiertamente, y más, una compañera de trabajo. La chica era muy guapa, rubia, ojos oscuros y tenía un cuerpo increíble, pero a mí no me gustaban las mujeres. Como ha dicho Lourdes, llevo casada con Hugo tres años.

- Amelia, me gusta esa chica, es graciosa — me dijo Lourdes — y directa...

- Sí, eso sí... - contesté mientras las dos nos reíamos.

Estuve toda la mañana ultimando mi programa de clases y eligiendo los libros que iban a tener que leer los chicos, soy profesora de Lengua y literatura. La literatura es una de mis grandes pasiones podría pasarme horas y horas perdida entre mis libros.

Cuando me quise dar cuenta, ya era la hora de comer, así que decidí ir a la cafetería a buscar a Lourdes y Luisita. Encontré a esta última sentada sola en una mesa con un libro en la mano.

- Hola

- Hola preciosa — me devolvió el saludo cerrando el libro que tenía en sus manos — por cierto, ¿de qué eres profesora tú? — me preguntó.

- Adivínalo — le propuse.

- De literatura supongo, por todos los libros con los que te vi en la sala de profesores — me dijo ella.

- Sí, veo que eres observadora — le contesté yo.

- Soy muchas cosas Amelia — me dijo ella mirándome a los ojos, cosa que me puso un poco nerviosa.

No solía ponerme nerviosa y mucho menos porque alguien me coqueteara, no es por creerme nada, pero realmente tenía comentarios de ese tipo muy a menudo y sabía cómo enfrentarlos. Aunque esos comentarios siempre venían de parte de hombres y que esta vez fuera una mujer supongo que me descolocaba un poco.

- ¿Qué estás leyendo? — le pregunté para cambiar de tema.

- "Matar a un ruiseñor", más bien releyendo. Es mi libro favorito — me dijo ella, cosa que me sorprendió porque también es uno de los míos.

- Me encanta ese libro, ¿te gusta leer? — le pregunté.

- Sí, es una manera increíble de viajar y poder vivir historias y situaciones que jamás podrían ocurrirte en la vida real — me dijo ella.

Me gustó conocer a alguien que también compartía mi pasión por la lectura, aunque fuera un poco. Siempre había sido la nerd o la chica que amaba los libros. Lourdes no es digamos la mayor fan de ellos y que decir de Hugo, así que está bien conocer a gente con la que poder hablar de libros, además de la señora Castro. Ella es mi compañera del departamento de literatura en el instituto, pero tiene 60 años y demasiado gusto por los clásicos.

- Así que éstas casada, ¿no? — me preguntó Luisita de repente.

- Sí, llevo ya tres años — le respondí.

- ¿y qué tal la vida de casada? ¿Es todo tan maravilloso? — me preguntó con curiosidad.

- Bien, definitivamente no es todo tan maravilloso, pero supongo que bien— le contesté yo dubitativa.

No es todo tan maravilloso, pero no iba a darle detalles a una chica que acababa de conocer. Ni siquiera Lourdes sabía esas cosas.

- No me pareces muy entusiasmada — me dijo ella.

- Bueno tiene sus cosas... — le contesté yo.

- Me gustaría conocer al hombre que conquistó a semejante diosa — me dijo ella y me ruboricé por tercera vez en el día de hoy — me gusta que te ruborices. Deberías estar acostumbrada a los piropos, no me creo que no te los digan continuamente.

- Bueno supongo que sí, aunque nunca había sido una mujer tan directa conmigo — le dije de forma seria.

- ¿Sabes que te lo digo de broma no? Y más ahora que sé que estás casada, yo soy muy respetuosa con esas cosas, bueno lo de que eres una diosa, lo digo en serio... pero si te molesta, dímelo, de verdad - me dijo ella volviéndome a mirar a los ojos y yo sonreí.

- Creo que vamos a tener un año interesante por delante — dije yo.

- ¿Me dejaras conocerte un poco más? Si por dentro eres la mitad de maravillosa de lo que eres por fuera, yo ya podré lamentarme toda la vida por haber llegado tarde a conocer a la mujer de mis sueños... — me dijo ella entre risas.

Me sorprendió un poco con eso, normalmente estaba acostumbrada a los comentarios de hombres sobre mi belleza, mis ojos, incluso algunos más obscenos, pero nadie se preguntaba por cómo sería en mi interior. Estaba harta de la superficialidad, de ser un objeto cuando soy mucho más. No me quejaba de mi físico ni mucho menos pero creía que la sociedad y las personas deberían valorar mucho más aparte de un físico.

- Claro, tenemos un año para conocernos poco a poco — le dije yo con una sonrisa en los labios.

- No me sonrías así, que como sigamos de esta manera, no llegó ni al primer trimestre viva — me dijo ella haciendo gestos de desmayo con su cara y sacándome una sincera carcajada.

- No eres normal... - le dije yo.

- No, no lo soy. Soy especial y ya lo verás — me dijo ella segura de sí misma mientras me miraba.

En ese momento llegó Lourdes, que ya se había cambiado y llevaba su chándal habitual.

- Bueno chicas, comemos. Yo muero de hambre — propuso Lourdes.

- Claro — respondimos las dos.

- ¿Qué hacíais? Gómez, no estarías intentando cortejar a mi amiga otra vez — preguntó Lourdes y todas nos reímos.

- Por supuesto, es lo único a lo que me voy a dedicar este año aparte de la música — dijo Luisita con una sonrisa juguetona en su cara.

- Bueno como amiga tienes mi bendición, por lo menos vas de cara y ya has dicho cuáles son tus intenciones — dijo Lourdes bromeando.

- Gracias, serás la madrina de nuestra boda — dijo Luisita bromeando también.

- Olvidáis que estoy casada y que no me gustan las mujeres, así como pequeño detalle — aporté yo.

- Demasiado pequeño el detalle como para tenerlo en cuenta — respondió Luisita.

Las tres comimos entre risas y bromas. Luisita realmente era muy divertida y aunque bromea todo el rato y es coqueta, se ve que también tiene un fondo muy profundo e interesante. Me creaba mucha curiosidad conocerla un poco más y saber qué es lo que guarda en su interior.

PROFESORAS || LuimeliaWhere stories live. Discover now