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Narra Amelia

Hacía un rato que había visto como Luisita venía y se llevaba a Lourdes hacia el baño y aun no volvían. Así que decidí ir a buscarlas, quizás les pasaba algo. Cuando estaba llegando las vi salir.

- Eyyy, ¿a dónde vais? — les pregunté.

- Vamos a bailar — me dijo Lourdes cogiéndonos de la mano a Luisita y a mí y llevándonos hacia la pista improvisada.

Estuvimos bailando por un largo rato todos juntos. La verdad es que lo estaba pasando increíblemente bien y ni siquiera por un momento pensé en donde estaba Hugo o qué hacía. La fiesta ya estaba empezando a decaer, la mayoría de la gente ya se estaba yendo a casa y yo realmente estaba cansada. Vi como Luisita se acercaba a mí y me dejaba algo en la mano.

- Me voy ya Amelia, estoy muerta. No conozco a mucha gente aquí, así que si te apetece hacer algo en el fin de semana, llámame — me susurró en el oído y después me dio un dulce beso en la mejilla.

No me dio tiempo a reaccionar, miré mi mano y vi que era una servilleta con su número de teléfono. Antes de perderlo, decidí anotarlo en mi móvil. Busqué a Hugo con la mirada y vi que estaba en la barra, bastante borracho. Me acerqué a él.

- Hugo, vámonos — le dije.

- ¿Sabes Amelia? Este gimnasio me recuerda a nuestro instituto y a cómo empezamos a salir, ¿recuerdas la pareja que éramos? ¿dónde ha quedado todo eso? — me preguntó.

- Sí, Hugo, estás borracho. Vamos a casa — le dije yo.

- Sí, estoy borracho, pero sabes que es verdad — me respondió.

Y nos dirigimos al parking a buscar el coche, me tocaría conducir a mí, había bebido algo, pero sin duda estaba en mejor situación que él. No tardamos mucho en llegar, Hugo cayó rendido en la cama en el segundo en que la tocó y yo fui al baño. Me puse el pijama y me metí en la cama, estuve repasando en mi mente todos los acontecimientos de hoy y no tardé en caer en un sueño profundo.

Al día siguiente, desperté bastante temprano y con un ligero dolor de cabeza. Maldito vino, siempre me daba bastante resaca. Miré a mi lado y vi como Hugo seguía durmiendo con la ropa de ayer. Yo decidí levantarme y darme una ducha, me vestí y bajé a desayunar. Era sábado, aún no tenía nada que hacer para las clases así que decidí ir a leer a la playa. Por mi mente pasó mandar un mensaje a Luisita, pero en cierto modo, eso me asustaba. Ayer había tonteado con ella y no sé hasta qué punto era una broma. Tampoco sé que significaría quedar con ella o como lo interpretaría. Realmente, me apetecía verla y poder conocerla un poco más, no creo que hubiera nada de malo en ello. Cogí el móvil, no lo pensé y le mandé un mensaje.

- Hola Luisita, soy Amelia, ni siquiera sé si estás despierta todavía, pero voy a ir a leer a la playa y quizás te apetece acompañarme.

Estaba esperando su mensaje y he de decir que estaba nerviosa. Pasaron dos minutos y no obtuve ninguna respuesta por su parte así que cogí la bici y me dirigí a la playa. En un cuarto de hora ya estaba allí, coloqué la toalla y me senté mirando al mar. Miré el móvil y vi que tenía un mensaje. Lo abrí.

- Sí, de hecho mi piso tiene vistas a la playa y tenía idea de salir a disfrutar del sol un poco. ¿Cómo quedamos? — me preguntó.

- Mándame la dirección y voy, que estoy con mi bici — le respondí rápidamente.

En menos de un segundo ya tenía la dirección y realmente estaba a 5 minutos de donde yo estaba, volví a recoger la toalla y me monté en la bici. Cuando llegué al lugar acordado, vi como Luisita estaba sentada en un banco esperando.

- Buenos días Luisita — le dije

- Buenos días preciosa, ¿tú ya te levantas así de perfecta no? Yo con esta resaca y esta cara y tú mírate, sin maquillar y perfecta — me dijo ella.

- Las diosas somos así — bromeé con ella y soltó una carcajada.

- Creía que no me escribirías — me dijo.

- ¿Por qué no lo iba a hacer? — le pregunté.

- No sé, entiendo que quizá no te gusté del todo que coqueteé contigo todo el tiempo o tienes otras cosas más interesantes que hacer que quedar con alguien que acabas de conocer — me contestó ella, realmente no sabía muy bien que responderle a eso.

- Es verdad que te acabo de conocer, pero realmente me aportas muy buen rollo y siempre me haces sonreír que es algo que últimamente no hago mucho — le dije yo sinceramente mirando al suelo.

- No quiero meterme dónde no me llaman, Amelia, pero si necesitas hablar o lo que sea, estoy aquí. Sé que siempre estoy de broma, pero también sé hablar en serio — me afirmó ella.

- Lo sé, gracias — le dije yo — ¿Así que vives aquí?

- Sí, en ese edificio de allí — dijo señalando con el dedo — estaba tan harta de Madrid que quería buscar algo cerca del mar, aunque me pille un poco más lejos del instituto.

- Venga vamos a sentarnos — le dije mientras aparcaba la bici.

Nos acercamos más a la orilla y pusimos las toallas en la arena. Yo saqué mi libro para empezar a leer, pero vi como Luisita empezaba a quitarse la ropa y no podía quitar mis ojos de ella. Se quedó en un precioso bikini negro y se tumbó en la toalla.

- ¿Qué me miras? Te dije que quería disfrutar del sol — me dijo ella.

- No, nada... — le dije un poco sonrojada, su cuerpo era envidiable y realmente no podía apartar mi vista de ella.

- Tu deberías quitarte algo de ropa y tomar el sol. No es que quiera verte en bikini es que la vitamina D es realmente necesaria para el cuerpo y con la ropa estás impidiendo su paso - me dijo ella riéndose.

Quería jugar un poco con ella así que me levanté y empecé a subir mi camiseta lentamente mientras la miraba a los ojos y ella no podía despegar su mirada de mi cuerpo. Bajé mis shorts y me quedé en bikini, que por cierto, también era negro. Me volví a sentar en la toalla y Luisita aún no había apartado su mirada de mí.

- ¿Mejor así? — le pregunté.

- Muchísimo mejor, ¿Dónde va a parar? No es por mí, es por tu salud — me dijo ella y ambas reímos.

PROFESORAS || LuimeliaWhere stories live. Discover now