18

3.5K 261 22
                                    

Narra Amelia

No aguantaba más de ver a Luisita así y no poder tocarla, así que me acerqué para besarla, pero ella se apartó un poco provocándome.

- ¿me quieres besar Amelia? — me preguntó con una voz sexy que me estaba matando.

- Luisita, no juegues... déjame besarte — casi le supliqué mientras me acercaba a ella y volvía a apartarse.

- ¿Quieres besarme? Pues creo Ledesma, que deberíamos estar en igualdad de condiciones — me dijo ella mientras me ayudaba a desnudarme.

Empecé a quitarme la camiseta lentamente para después seguir con mi pantalón y quedarme solo con mi ropa interior. Esperé unos segundos mientras Luisita no quitaba sus ojos de mí. Finalmente di un paso más y quité mi sujetador bajo su atenta mirada.

- Dios Amelia, eres perfecta — me dijo Luisita acercándose a mí y besándome por fin.

Fue un beso dulce y lento, no teníamos prisa. Nuestras bocas se movían con total sincronía y nuestras lenguas danzaban a un ritmo lento. Luisita me fue empujando poco a poco hasta que quedé tumbada boca arriba y ella se ponía sobre mí para seguir besándome. Era la primera vez que sentía todo el cuerpo de Luisita en contacto con el mío y era una sensación increíble, su suavidad, su calor, quería sentir cada centímetro de su piel sobre la mía. Mis manos fueron a su cuello mientras nos besamos necesitaba atraerla más hacía mí, quería sentirla lo más cerca posible, quería mucho más de ella, era un deseo que tenía tan olvidado. Una de sus manos empezó a viajar por todo mi cuerpo, enviando descargas eléctricas a su paso, nos seguimos besando con ganas, recuperando todo el tiempo perdido. De repente, Luisita dejó mis labios y se dirigió poco a poco a mi cuello, el cual besó, lamió y mordió a su gusto. En un momento succionó mi pulso y yo no pude controlar un gemido ahogado.

- Mmmm creo que he encontrado uno de tus puntos — me dijo Luisita juguetona mientras seguía lamiendo y mordiendo ahí y a mí me estaba volviendo loca.

Siguió bajando, dirigiéndose a uno de mis pechos el cual mimó y besó con cariño para luego pasar a lamerlo y morderlo con hambre. Repitió la misma operación en el otro mientras que con la otra mano acariciaba dulcemente todo mi cuerpo. Volvió a mis labios y esta vez me besó con hambre, con una intensidad que estaba empezando a ser una tortura.

- Dios Luisita, no aguanto más... estoy súper excitada — le susurré.

- Eso tengo que comprobarlo yo — me dijo ella.

Siguió besándome y empezó a bajar su mano por todo mi torso hasta que llegó a mis braguitas y jugó un poco con la goma, para luego introducir la mano poco a poco. Pude notar como sus dedos abrían con suavidad mis pliegues y empezaba a tocar con cuidado.

- Amelia, estás muy húmeda — dijo Luisita con excitación en su voz — me encanta...

- Luisita, por favor, no aguanto más — le supliqué yo.

- ¿crees que podrás controlarte? No quiero que nos oiga nadie — me preguntó ella.

- Sí, lo intentaré — le dije yo.

Como si no necesitara oír nada más, Luisita empezó a mover sus dedos en mi punto más sensible con un ritmo constante mientras seguía besándome y yo ahogaba los gemidos que querían salir de mi garganta. Estaba tan excitada que no iba a tardar nada en llegar. Luisita pareció notarlo porque aumentó su intensidad y yo ya no aguantaba más, mi cuerpo se tensó y tuve que morder el hombro de Luisita para no gritar, pero conseguí reprimir los gemidos de mi interior y llegar a mi punto máximo.

- Ha sido increíble verte así, no quiero imaginarme cuando no tengas que reprimirte y puedas gritar libremente. Me muero por oírte y hacerte mil cosas — me dijo Luisita.

- Tú sí que eres increíble, no sabes el tiempo que hacía que no sentía esto... — le dije yo mientras mis manos empezaban a vagar por su cuerpo, pero Luisita las paró.

- No Amelia, yo no me puedo controlar y nos pillan seguro, solo bésame— me pidió Luisita.

Yo le hice caso y la besé, intentando trasmitirle todo lo que me había hecho sentir, era un beso dulce lleno de sentimientos por mi parte y esperaba que a ella le llegara. La abracé fuerte contra mi cuerpo y me seguía alucinando la sensación generada del contacto de su piel contra la mía. Me sentía tan bien con Luisita entre mis brazos, me sentía en paz, tranquila y ojalá pudiera quedarme ahí toda la vida.

- Amelia, tengo miedo — me dijo Luisita con inseguridad.

- ¿Por qué? — le pregunté yo con curiosidad.

- Me gustas mucho, que digo me gustas, me encantas y cada parte nueva de ti que conozco me gusta mucho más... y no sé si esto para ti es solo una aventura, pero yo ya estoy más que entregada y no quiero pasarlo mal... — me confesó con miedo — aunque creo que ya es demasiado tarde para dar marcha atrás...

- Eyyy mírame — le pedí yo — esto para mí es mucho más que una aventura Luisita, yo nunca había estado con una chica y lo que tú me haces sentir, no lo había sentido nunca y no lo quiero perder. Te quiero ser sincera, mi situación es complicada. Yo me casé con Hugo por agradecimiento y porque estuvo ahí para mí cuando mi padre murió y yo entré en depresión, él me ayudó a salir de eso y creía que con el tiempo volveríamos a recuperar la relación que teníamos al principio, pero eso nunca pasó. Hace mucho que no estoy enamorada de él, Luisita, y tú me has vuelto a traer esa ilusión, las sonrisas y esas ganas de vivir más allá del trabajo y ahora no quiero perder el tiempo. No, ahora que te he encontrado, no me imagino volver a mi situación anterior. Yo me podría sacrificar si supiera que Hugo es feliz, él se lo merece, pero sé que no lo es y creo que debería terminar cuanto antes con esto, pero me aterra. No te imaginas cuánto — dije mientras soltaba algunas lágrimas, que Luisita rápido limpió.

- Amelia, tranquila, yo nunca te presionaría con nada. Simplemente necesitaba saber que no era un juego para ti porque para mí hace mucho que dejo de serlo. Tómate el tiempo que necesites, pero los sentimientos no se pueden controlar y no debes sentirte culpable por no corresponder los sentimientos de Hugo. Lo has intentado y no ha funcionado, pero estar con alguien a medias no creo que sea justo para ti ni mucho menos para él y esto te lo digo como consejo, no tiene nada que ver con que me gustes — me dijo Luisita mientras me abrazaba fuerte.

- Lo sé, lo sé desde hace tanto tiempo, pero nunca he tenido la fuerza suficiente para enfrentarme a ello. Quizá tú apareciste para ayudarme a ser valiente, tú me haces valiente y atrevida, Luisita — le dije yo.

- No, Amelia, tú ya eres valiente por ti misma, no tiene nada que ver conmigo y no te presiones, yo voy a estar aquí — me contestó ella.

Las dos nos pusimos el pijama y estuvimos hablando durante horas abrazadas, simplemente disfrutando la compañía de la otra, robándonos besos y sonrisas hasta que nos caímos en un profundo sueño.




PROFESORAS || LuimeliaWhere stories live. Discover now