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Narra Luisita


Desperté en mi cama desnuda como siempre, pero esta vez no estaba sola. A mí lado tenía a Amelia, también desnuda y estaba absolutamente preciosa mientras dormía. Estaba segura de que el resto de los mortales estaríamos hechos un desastre pero ella era tan perfecta. Me recreé mirándola unos minutos más hasta que me di cuenta de la hora qué era y que teníamos que ir al instituto. Sonreí al acordarme de lo que había pasado ayer en mi sofá y de nuevo otra vez en mi cama. Amelia era absolutamente increíble y yo no podía negar que tenía sentimientos por ella más allá de una simple atracción. Decidí bajar y prepararle el desayuno antes de despertarla, ayer a pesar de todo, había sido un día duro para ella y se merecía todos los cuidados del mundo. Preparé una bandeja con dos cafés, zumo, algo de fruta y unas tostadas y subí a mi habitación para despertarla. Le aparté el pelo de la cara y empecé a dejarle suaves besitos para luego dirigirme a su cuello y morderlo, ella empezaba a despertarse, así que fui hasta su oreja.

- Buenos días, preciosa — le susurré bajito.

Ella abrió los ojos y me regaló una sonrisa que derritió mi corazón completamente.

- Buenos días — dijo con una voz rasposa de recién dormida.

- Te he traído el desayuno — le dije mientras le ponía la bandeja en las piernas.

- Wow, gracias Luisita, nunca nadie me había traído el desayuno a la cama — me agradeció Amelia.

- No es nada, ahora vamos a desayunar y a ducharnos que en una hora tenemos que estar en el instituto — le dije yo.

Desayunamos entre risas y algunos mimos, me encantaba tener a Amelia conmigo.

- ¿Podríamos ducharnos juntas, no? No por nada, pero hay que ayudar al medio ambiente — me dijo Amelia con una cara adorable.

- Desde cuando eres ecologista, Amelia — le pregunté entre risas.

- Siempre lo he sido, pero ahora que te he visto desnuda, creo que el ducharnos juntas es un bonito método de ayudar al planeta... - me dijo ella pícaramente.

- Está bien, pero no nos podemos liar mucho o llegaremos tarde — le contesté yo.

La ducha como no era difícil de adivinar fue más lenta de lo esperado y luego tuvimos que arreglarnos rápidamente. Ayudé a Amelia a maquillar su pómulo morado y apenas se notaba. Salimos disparadas en mi coche y llegamos al instituto en un cuarto de hora. Al final no se nos había dado tan mal, aún quedaban diez minutos para que empezaran las clases. Entramos a la sala de profesores y ahí estaba Lourdes con Pablo entre otros.

- Buenos días, chicas, ¿otra vez venís juntas? — nos preguntó Lourdes jugando.

- Esta vez si puedes decir que venimos juntas — contestó Amelia para mi sorpresa.

- ¿y eso? No tuvisteis bastante con la tienda de campaña — contestó Lourdes burlona.

- La verdad es que no — dije yo entre risas.

- Es una larga historia Lou, ya hablaremos - dijo Amelia con un poco de tristeza en su voz.

- Bueno nos vemos más tarde — dije yo despidiéndome de ellas.

Me dirigía a mi clase y vi que alguien me tocaba el hombro, me di la vuelta y vi a Amelia.

- Luisita, he pensado que esta tarde voy a ir a hablar con una abogada que me han recomendado para lo del divorcio y quería pedirte que me acompañaras — me dijo ella nerviosa.

- Claro Amelia, yo voy contigo — le dije con una sonrisa.

- Además, te quiero invitar a cenar porque quiero agradecerte por todo y me gustaría que habláramos algunas cosas — me contestó Amelia.

- ¿Debería preocuparme? — le pregunté.

- No, para nada — me dijo ella con una sonrisa- te veo luego señorita Gómez.

- Hasta luego, profesora Ledesma — me despedí.

Las clases pasaron volando, cada vez estaba más contenta con mi vida aquí, tanto en el trabajo, como con el entorno, y por supuesto, todo lo que había avanzado con Amelia. Fui a la sala de profesores y ya estaba allí ella esperándome.

- ¿Nos vamos? he quedado con la abogada Martínez en una hora — me preguntó Amelia con una sonrisa.

- Claro, vamos... ¿cómo estás? — le pregunté.

- Un poco nerviosa por todo lo que se avecina, pero bien. Tú me haces todo más fácil — me dijo ella.

- Venga vámonos que necesito besarte ahora mismo — le dije en bajito y una sonrisa maliciosa salió de su boca.

Amelia me indicó cómo llegar al despacho de la abogada, tardamos una media hora, pero aun teníamos algo de tiempo hasta la cita, así que aparqué, y sin más dilación, me lancé a los labios de Amelia. Cada beso con Amelia era único y despertaba miles de emociones en mi cuerpo. Sus labios se habían convertido en la mejor de mis adicciones. Estuvimos un rato más besándonos en ese coche como si fuéramos adolescentes, parecíamos dos de nuestros alumnos. Llegó la hora y subimos al despacho. La abogada ya nos estaba esperando.

- Me presento, soy Cristina Martínez — dijo ella mientras nos daba la mano.

- Yo soy Amelia Ledesma y ella es Luisita Gómez— nos presentó Amelia.

Ella empezó a contarle toda su situación, realmente para un abogado era importante saber absolutamente todo y era mejor ser sincero desde el principio. Cristina fue muy comprensiva y realmente solo quería tener toda la información posible, no juzgó ni para bien ni para mal. Incluso yo misma me sorprendí de algunas de las cosas que contó Amelia.

- Bueno Amelia, creo que con esto ya es suficiente y me queda clara la situación. ¿Vas a querer que yo me encargué de todo? me puedo poner en contacto con tu marido o su abogado y entregarle los papeles del divorcio. Después de lo que me has contado creo que sería lo mejor. Sé que tú no crees en sus amenazas, pero no te puedes imaginar cuantos casos conozco en que esas amenazas se vuelven realidad y no quiero que nos arriesguemos. Ni por ti, ni por Luisita — dijo Cristina.

- Creo que lo mejor es que te encargues tú. Por supuesto, que no creo que Hugo sea capaz de hacer nada, simplemente estaba borracho y me gustaría hablar con él, pero en un futuro. Aún está todo muy reciente — afirmó Amelia.

- Bueno chicas pues ya está todo dicho, te llamo Amelia en los próximos días y te informó de cómo va la situación — contestó Cristina.

Amelia y yo dejamos el despacho de abogados y volvimos a mi casa. Nos estuvimos duchando y arreglando ya que hoy tendríamos nuestra cita y estaba un poco nerviosa. No podía negarlo.




PROFESORAS || LuimeliaWhere stories live. Discover now