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Narra Luisita

El primer día no había sido para nada como imaginaba, creo que había sido una buena decisión venir a Tenerife. Lourdes tenía un humor tan parecido a mí y hemos conectado tan bien desde el principio que creo que llegaremos a tener una gran amistad. Y que os iba a contar de Amelia, era tan perfecta y ni ella misma es consciente, no solo por su físico que es espectacular, también por su interior, se la ve tan culta, tan inteligente, me muero por conocerla un poco más. Obviamente era simplemente un juego, ella estaba casada y maldita suerte tiene el idiota ese de tener a una chica como ella.

Después del trabajo, decidí ir a dar un paseo por la playa y relajarme un rato. Me encantaba la sensación de la brisa sobre mi cara y el sonido relajante de las olas al romper contra la orilla. Tras pasar un buen rato allí, decidí ir a casa a organizar las cosas para el día siguiente ya que ahora sí empezaban las clases. Preparé la cena, me la comí mientras veía la tele y no tardé en irme a dormir. Mañana me esperaba un largo día por delante.

Me desperté antes de lo previsto y no tardé en arreglarme y coger todo lo necesario para ir al instituto de nuevo. Llegué y me dirigí a la sala de profesores. Aún me daba tiempo a tomar un café tranquilamente antes de que empezaran las clases.

- Buenos días — saludé a todos los presentes mirando especialmente a cierta morena de pelo rizado que ya estaba allí.

- Buenos días, Luisita — me respondió.

- Perdona Amelia, ¿no tendrás un diccionario para prestarme? — le pregunté.

- Sí, claro. ¿para qué lo necesitas? — me contestó ella.

- Porque cada vez que te veo, me dejas sin palabras — le dije yo y ella estalló en una carcajada.

- De verdad, ¿todos los días van a ser así? — me preguntó ella con una sonrisa en la boca.

- Por supuesto, yo siempre cumplo con lo que digo, y más, mientras te siga sacando esas hermosas sonrisas que enamoran — le contesté.

- Anda ven, tómate un café conmigo — me pidió ella y yo obedecí sentándome a su lado en la mesa.

- ¿Tú no tienes pareja, Luisita? — me preguntó Amelia.

- No — contesté sin querer ahondar mucho en el tema.

- No me puedo creer que una chica como tú esté sola — me dijo ella.

- ¿Cómo es una chica como yo? — le pregunté sugerente.

- Eres muy guapa y tienes un cuerpazo, hasta yo me doy cuenta de eso. Y aparte de todo, tienes una personalidad arrolladora podrías tener a quién quisieras — me contestó Amelia.

- ¿Ah sí? ¿A quién quisiera? — le pregunté yo.

- Bue- Bueno, es una forma de hablar — me dijo ella nerviosa. Me encantaba ponerla en ese estado.

- ¿puedo tenerte a ti Amelia? — le pregunté mirándole directamente a los ojos.

- Sabes que no, estoy casada... - me respondió ella.

- Wow es un avance, ya no me has dicho el "no me gustan las chicas" — le piqué yo.

- No me gustan las chicas — dijo Amelia.

- Ahora ya no cuenta — le dije yo con una sonrisa triunfal en la boca y dándole un pequeño toque en la nariz.

- Amelia, cambiando de tema. Me gustaría pedirte alguna recomendación de algún libro, confío en tu criterio — le pedí.

Amelia empezó a hablarme de géneros, de libros, de autores, se notaba la pasión con la que hablaba del tema. Yo no podía quitar mis ojos de ella y estoy segura de que todas sus recomendaciones me encantarían.

- Muchas gracias, creo que con todo lo que me has dicho tengo libros para todo el año — le dije.

- Perdona, me dijo ella, a veces cuando hablo de libros me pierdo y puedo ser un poco pesada — se disculpó ella.

- No tienes que disculparte por hablar con pasión de lo que te gusta. Me podría tirar horas oyéndote hablar así, además creo que es la única pasión que voy a disfrutar de tu parte — le dije yo bromeando y ella se volvió a reír.

- Bueno Luisita, te dejo que tengo que pasar por la biblioteca antes de ir a mi clase, ¿nos vemos luego no? — me preguntó.

- Sí, claro — le respondí yo.

La vi marchar meneando sus caderas y esta mujer me iba a volver loca. Es solo un juego, siempre me ha gustado coquetear y además subir la autoestima de alguna que otra chica, pero es solo un juego porque ella quiere. Porque si por mi fuera, dejaría de ser un juego desde ya. Me dirigí al aula de música y vi todos los instrumentos colocados y los bancos listos. El aula contaba con una gran variedad de estos no me podía quejar. Me fui al piano y empecé a tocarlo, estaba perfectamente afinado. Noté como chicos y chicas empezaban a entrar al aula, pero yo no deje de tocar mientras ellos me miraban expectantes. Me levanté de ese pequeño banquito y me dirigí a la mesa.

- Buenos días, chicos, yo soy Luisita Gómez y este año voy a ser vuestra profesora de música — me presenté y empecé a oír murmullos y risitas entre los alumnos, nada fuera de lo normal.

Después de mi presentación, les pedí a ellos que se presentaran también y me contaran un poco sobre la música en su vida, si tocaban algún instrumento y qué tipo de música les gustaba. Acabamos conociéndonos mucho mejor, yo ya casi me sabía el nombre de todos y es algo que me gustaba hacer desde el primer día. Muchos de ellos tocaban instrumentos o cantaban. Quizás como en mi anterior instituto podía volver a crear el taller de coro-banda, en el que tanto alumnos como profesores voluntarios tocaban o cantaban y luego hacemos un recital al finalizar el curso, pero ya veríamos más adelante.

Tuve un par de clases más y en todas salí muy contenta, se notaba en muchos de ellos la pasión por la música y por hacer cosas y eso es lo único que yo necesito para soltar mi creatividad y hacer las clases amenas y divertidas. Cuando terminé mi última clase me dirigí a la sala de profesores y allí estaban Lourdes y Amelia hablando con un chico.

- Hola chicas, ¿qué tal el primer día? — les pregunté.

- Luisita, pues eso deberíamos preguntarte nosotras a ti, para nosotras esto ya es familiar, los chicos y todo — contestó Lourdes.

- Pues todo bien, los chicos son muy majos y a muchos de ellos les gusta la música, por lo que puedo ver, así que será un placer trabajar con ellos — dije yo ilusionada.

- Bueno chicas no me vais a presentar — dijo el chico que iba con ellas, quién no quitaba la mirada de mí.

- Luisita este es Pablo, es el profe de matemáticas — dijo Lourdes — y un poco pesado como puedes ver.

- Encantado — me dijo el mientras venía a abrazarme y veía a Amelia mirar con una cara un poco rara.

- Igualmente — le respondí, el chico era guapo y tenía un cuerpo marcado que se podía ver a través de la camiseta negra y ajustada que llevaba.

- Amelia no me mires así, ¿tienes ya mi diccionario? — le pregunté.

- ¿Qué diccionario? Si tú eres de música... - me preguntó Lourdes

- Nada, cosas nuestras — le dije guiñando un ojo a Amelia — Bueno chicos, yo me voy a casa que muero de hambre. Nos vemos mañana.




PROFESORAS || LuimeliaWhere stories live. Discover now