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Narra Luisita

Ya habían pasado unos días desde que Amelia y yo nos besamos por primera vez en el aula de música y todo había ido bastante bien desde entonces, nos gustaba provocarnos tanto en persona como por mensajes y la complicidad entre nosotras cada vez era mayor. Esta semana había sido bastante ajetreada con los preparativos de la acampada, las clases y demás, pero por fin era viernes. Y mañana sería el gran día. Todo el mundo parecía emocionado y los chicos no paraban de hablar del tema. Pero debido a todo esto, Amelia y yo apenas habíamos tenido mucho tiempo para disfrutar de momentos a solas. Por ahora, habíamos evitado hablar mucho del tema y de lo que estaba pasando entre nosotras, pero estaba claro que en algún momento tendríamos que abrirnos y tener la "conversación". Era un tema que me ponía un poco nerviosa y me asustaba un poco, pero a la vez era algo necesario. Yo solo sabía que me encantaba Amelia y no quería perder lo que teníamos, aún nos quedaban muchísimas cosas por descubrir la una de la otra. El fin de semana iba a ser muy interesante y entretenido, estaba segura de que los chicos lo iban a pasar genial y nosotros los profesores también, pero estaba esperando con ansía el poder disfrutar de los momentos a solas con Amelia.

Estaba sentada en el aula de música sola. Tenía esta hora libre y no me apetecía ir a ningún lado así que decidí quedarme tocando la guitarra. Era algo que siempre me ayudaba a reflexionar y desahogarme. Rasgaba las cuerdas de la guitarra, sumida en mis pensamientos cuando oí la puerta del aula abrirse. Miré hacia allí y me encontré con Amelia que se acercaba hasta la mesa con dos cafés en la mano.

- No te quiero interrumpir, pero vi que estabas sola y decidí invitarte a un café aquí en tu espacio personal. Espero que no te importe — me dijo ella.

- Claro que no, gracias, ven aquí — le dije yo.

- Puede parecer tonto, pero te he echado de menos esta semana — me respondió ella con un rubor en sus mejillas.

- No es tonto y a mí también me hubiera gustado haber podido pasar algún tiempo a solas contigo, pero por lo menos mañana lo tendremos ¿no? — le pregunté mientras abría mis brazos para que se acercara. Necesitaba sentirla cerca de mí.

- Claro, me muero de ganas y además ya verás cómo lo pasaremos todos muy bien, cada año la acampada da de qué hablar para lo que queda de curso — me dijo Amelia mientras nos fundíamos en un profundo abrazo.

- Pues espero que no sea por algo relacionado con nosotras — le apunté yo.

- Me encanta tu olor — me susurró Amelia al oído poniéndome la piel de gallina.

Seguíamos abrazadas y ninguna parecía querer romper el contacto, pero de repente, la puerta se abrió y las dos nos separamos rápidamente intentando disimular.

- Perdón por la interrupción — dijo Lourdes riéndose — por cierto, disimuláis fatal...

- Lourdes — le regañó Luisita

- Solo venía a concretar la hora de mañana con vosotras, pero mira ya estáis las dos así que me ahorráis un viaje — dijo Lourdes - ¿A qué hora ponemos el autobús? Que tengo que llamar parar confirmar...

- A las nueve dijimos ¿no? — preguntó Amelia.

- Sí, yo creo que es buena hora, así a las once ya estamos allí — dije yo.

- Vale, ahora llamo. Bueno Luimelia, os dejo aquí que sigáis con lo vuestro — dijo Lourdes guiñándonos un ojo- pero recordad que esta vez he sido yo, pero podría ser cualquier otra persona...

- Gracias Lourdes, nos vemos luego — le dije yo.

- Luisita, ¿crees que nos estamos arriesgando demasiado? —me preguntó Amelia.

- No sé Amelia, yo no tengo nada que perder, creo que tú eres la que tienes que pensar más eso... aun así creo que no es momento de que tengamos esa conversación aquí — le dije yo, un poco nerviosa.

- Llevas razón, pero sabes que llegará el momento en el que la tengamos que tener ¿no? — me preguntó.

- Sí, lo sé — le dije con resignación.

Nos tomamos el café mientras nos mirábamos y hablábamos de cualquier cosa, con Amelia el tiempo siempre se me pasaba volando.

- Amelia no sabes las ganas que tengo de besarte — le dije yo, mientras no quitaba mis ojos de sus preciosos ojos.

- Yo también Luisita, tengo muchas ganas de ti — me dijo ella.

- Prométeme que mañana por la noche me lo compensarás — le pedí yo — y de verdad que no estoy pidiendo nada sexual, simplemente quiero sentirte ahí conmigo y poder disfrutar un poco de ti...

- ¿No quieres nada sexual, Luisita? — me dijo ella jugando.

- Contigo siempre quiero, cariño, pero no sé si mañana será lo más adecuado, ya veremos... pero con tenerte un ratito para mi sola, me conformo — le contesté yo.

- Te compensaré mañana y recuperaremos el tiempo perdido estos días — me contestó Amelia mientras venía a darme un abrazo.

Esta vez fui yo la que me dejé embriagar por su aroma, sentir el calor de su cuerpo siempre me hacía sentir bien, pero no tardó en separarse.

- Me tengo que ir a clase, nos vemos mañana por la mañana — me dijo ella.

- Amelia, si quieres mañana paso a buscarte con el coche porque no creo que vayas a venir con tu pequeña y dejarla aquí todo el fin de semana — le ofrecí yo.

- ¿De verdad harías eso por mí? — me preguntó Amelia emocionada.

- Claro, no me cuesta nada. Mañana a las ocho, paso a buscarte — le dije.

- Te estaré esperando — me contestó, dejándome un fugaz beso en los labios y desapareciendo por la puerta del aula.

Terminé las clases y me fui directa a casa para preparar todo lo que me tenía que llevar. Hice una mochila con toda la ropa y los objetos necesarios, era un fin de semana por lo que tampoco hacía falta que llevara muchísimas cosas. Me llevaría mi guitarra personal, no la de la escuela, así que busqué su funda para guardarla. Realmente ya tenía todo preparado, fui darme una ducha para relajarme e irme a dormir temprano, porque no sabía qué tal dormiría estos días en el suelo y con Amelia...

Al día siguiente no tardé nada en prepararme y ya tenía todas las cosas listas para echarlas al coche. Cuando terminé con eso, me puse el abrigo y fui a buscar a Amelia a su casa. No tuve ni que llamar porque ella ya estaba en la puerta esperándome con una sonrisa de oreja a oreja. Me bajé para ayudarle a subir las cosas al coche y nos dirigimos camino del instituto donde nos estaban esperando todos los demás. La aventura estaba a punto de comenzar.

PROFESORAS || LuimeliaWhere stories live. Discover now