— ¡No hagas eso! ¡detente Harry! —me tomó por los brazos y yo forcejeé.

— ¡Suéltame! —grité.

Pero en ese momento, ya no sentí mis extremidades y me deshice. Todo se volvió oscuridad.

***

Abrí los ojos, la luz me lastimaba y mis párpados pesaban tal cual piedras. Traté de acostumbrarme a la luz pero esta era demasiado intensa. Me removí de la cama buscando un poco de oscuridad.

— ¿Cómo estás? —abrí los ojos de golpe ante la dura voz de mi padre. Él estaba allí, de pie al lado de mi cama. Traté de reconocer el lugar, pero no pude. Estaba en un hospital. Miré mi mano derecha que estaba completamente vendada y con férulas en todos los dedos. Mi mano izquierda solo tenía vendas. Los recuerdos de mi golpeando la puerta y corriendo de Louis vinieron a mi mente y cerré mis ojos ante el recuerdo. No me sentía avergonzado, Lou era mi mejor amigo y tanto él como yo, nos habíamos visto en los peores momentos de nuestras vidas. Cuando Eleanor se fue, él era prácticamente una bolsa de huesos y músculos, recuerdo haber tenido que ayudar a su madre a bañarlo cada mañana por semanas.

— ¿Qué pasó? —pregunté desentendido, tratando de averiguar que era lo que él sabia.

—Tu amigo el inútil me lo contó todo —extrañamente él no parecía enojado—. No tienes que preocuparte, solía pasarme lo mismo cuando ella se fue. Las mujeres son unas perras Harry, tienes que aprender que no puedes tratarlas bien.

Las palabras de papá repercutieron en mis oídos. No sabía si compadecerme de él por haber sido abandonado, o compadecerme por ella, la mujer que había soportado años de maltratos y golpes. Quizá si mamá me hubiese llevado junto con Gemma, entendería y la seguiría amando, pero no lo había hecho, me había dejado con él.

Asentí con la cabeza avergonzado, había dejado que Annie sacara a relucir mi punto débil y la odié por eso. La había tratado bien, obsequiado cosas, reconocido mis errores, dejado el sexo de lado, y mierda, había hablado con ella más que con cualquier otra chica. No obstante ella me había dañado. No podía confiar en ella.

—Tengo que volver a trabajar, Harry. Tu amigo se quedará contigo hasta que de den el alta por la mañana.

—Gracias, papá.

De verdad esperaba que él se enfadara, pero no fue así: él me entendía.

Louis apareció por la puerta luego de que papá se fuera. No tenía idea de cuanto tiempo había estado inconsciente, ni de cuanto tiempo él había estado ahí afuera, pero se veía cansado y demacrado. Quizás Dios si existía, aunque nunca había escuchado mis patéticas súplicas infantiles, había enviado a una especie de ángel a mi vida, que sería Louis. Era el mejor amigo que podía llegar a tener.

—Te ves como la mierda —rió Louis en cuanto me vio.

—Me siento como la mierda —corregí—. ¿Qué dijo mi papá cuando lo llamaron?

—El se veía... —Louis se detuvo un momento. ¿Feliz? ¿Alegre?—. Preocupado. Te juro que llegó aquí corriendo en cuanto le avisaron de lo que hiciste. Nunca lo había visto así Harry.

Eso me sorprendió, en cuanto lo había visto al lado de mi camilla al despertar y no recibí ni un golpe o una riña supe que algo le sucedía.

Él se había preocupado por mi.

—Y luego él... —mi amigo se detuvo otra vez.

— ¿Qué pasó Louis? ¿Él te hizo algo? —cuestioné preocupado. Eso era muy probable, papá siempre descargaba su furia con las demás personas.

—No, no. Él incluso hasta me agradeció por haberte traído.

— ¿Entonces que fue? —pregunté confundido.

—Annie.

Con la simple mención de su nombre, mi estómago comenzó a dar vueltas, al igual que lo hizo mi cabeza. Las ganas de llorar llegaron nuevamente a mi.

— ¿Le dijiste lo que pasó?

—Lo siento, pero sí. Él preguntó que había desencadenado tu ataque de pánico y yo solo le dije que habías peleado con tu novia y que ella había hablado de tu madre.

— ¿Y qué pasó? —inquirí. Louis tardaba demasiado en hablar, aunque la verdad era que poco me importaba. Annie podría irse al diablo.

—Ella llegó aquí preguntando por ti y tu papá prácticamente la corrió a patadas. Le gritó que era una perra y dejó estrictamente prohibido que pasara a verte, solo estamos en tu lista los chicos y yo, pero puedes cambiarla si quieres.

—No —negué—. Está bien así. No quiero verla ahora. Ni nunca más.

— ¿Entonces que harás? —preguntó Louis estirándose en el único sillón de la habitación.

— ¿A qué te refieres?

— Me refiero a que aunque Annie te diga la cosa más dolorosa del mundo, tu vas a seguir queriéndola. ¿Qué pasará ahora? ¿Vas a rendirte?

— ¿Qué me recomiendas tu? —le miré a los ojos.

—Que te rindas.

—Estaba pensando lo mismo.

—Ella sigue afuera, ha estado allí toda la tarde.

—No me interesa —mentí.

—Ya veo por qué ella se enfada contigo, sigues siendo un pésimo mentiroso. Necesitarás un intensivo de mis clases.

Reí. —No tienes que mentirme a mi Harry, es como si estuvieras mintiéndote a ti mismo.

—No lo sé Lou, estoy demasiado enojado para saber si quiero seguir luchando por ella o no.

—Está bien —Louis tomó su mochila y sacó, lo que reconocí como sus apuntes del instituto. Él se estaba tomando demasiado en serio lo de cambiar, quería ser lo suficientemente bueno para Beatrice.

— ¿Qué haces?

—Te salvarás del examen mañana, pero no te salvarás de estudiar, maldito con suerte —gruñó—. Tal vez yo también debería romperme las dos manos.

— ¿Vas a quedarte?

—Por supuesto.

— ¿Por qué? —pregunté. No era necesario que él se quedara, habían enfermeras, y Louis ya había hecho bastante por mi aquel día.

—Porque eres mi mejor amigo —respondió encogiéndose de hombros—, y porque si necesitas hacerte una paja, no dejaré que recurras a tu horrible enfermera. ¿La haz visto? Debe tener como cien años —me reí. Como estaba diciendo: el mejor amigo que podía llegar a tener.

Agony » Harry Styles (COMPLETA)Where stories live. Discover now