El chismorreo del Profeta

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Tras el desastroso baile, Deian siguió estando junto a Cedric, pero él no hablaba mucho, y casi no lo miraba a los ojos, y Deian no entendía cómo ni por qué. Extrañaba sus largas charlas, patrullar los pasillos a su lado durante la noche, pero con el paso de las semanas parecía que cada vez se distanciaban más y la Segunda Prueba estaba cercana. Así pues, se concentró en estudiar lo máximo posible, y también se encargaba de no toparse demasiado con Abel, porque, tras el baile, se sintió mal por besarlo. Él no lo amaba, solo quería a Cedric y aquello era como una traición, aunque el Hufflepuff no sintiese lo mismo. Aunque, si algo debía agradecer a ese beso, es que, a partir de esa noche, todos le sonreían, sobre todo las chicas, las cuales se paraban a su lado y le decían que les encantaba que dos chicos estuviesen juntos y no sé cuántas cosas más. Al menos ya no era el rarito de turno.

El día antes de la Segunda Prueba, Deian despertó gracias a Benny, que al parecer encontró divertido meterle monedas de oro en la boca mientras dormía. Se despertó, tosiendo y casi atragantándose, mientras el escarbato lo observaba con la cabeza ladeada y una expresión de diversión. No se tragó ninguna moneda, pero despertó a todos en la habitación, y tuvo que esconder a Benny y las monedas lo mejor que pudo, alegando que había tenido una pesadilla y se atragantó al despertar. Por suerte, se lo tragaron a medias.

Metió al escarbato y su tesoro en la mochila, se vistió, cogió sus libros y el material y bajó al gran comedor. Cedric le sonrió al verle, pero de inmediato se sentó entre Ana y Austin, por lo que él comió con los de su casa. Marietta le miraba con enfado, como si quisiese lanzarle una maldición imperdonable, lo que no le sorprendía en absoluto.

Tras desayunar tostadas y zumo, se dirigió a Cuidado de Criaturas mágicas. Dos horas de su asignatura favorita por la mañana siempre le levantaban el ánimo, y Hagrid estaba muy contento, seguramente por algo en relación con Madame Maxime. Ese día trataron que los escregutos no los matasen con su enorme tamaño y también utilizaron el hechizo "defodio" para cavar hondas zanjas donde enterrar sus excrementos, además de alimentarlos y estudiar sus hábitos. Luego, tuvieron una hora de transformaciones y, tras el recreo, Astronomía, encantamientos y Defensa contra las Artes Oscuras, donde estudiaron a los inferi, con descripciones muy gráficas por parte de Alastor Moody.

Tras las clases, Deian se dirigió a la biblioteca, donde comenzó a estudiar. Unas cuantas horas después, Abel lo encontró. Parecía haber estado buscándolo.

—Hola, «espegaba vegte» hoy —Dijo, con voz entrecortada y muy bajito, para que Madame Pince, que estaba solo a unos metros, leyendo un ejemplar de Animales fantásticos y dónde encontrarlos, no lo escuchase. —¿Puedo «sentagme»? —Deian asintió, sin estar del todo convencido —Sé que me has evitado «pog» el beso que te di «dugante» el baile. Deian, no debes «sentigte» mal. Yo sabía que no te gustaba, que estabas «enamogado» de «otgo, pego» aun así quise «haceglo». No tienes ningún «compgomiso» conmigo. Me «gustagía seg» tu amigo y que me contases tus «pgocupaciones».

Deian soltó el lápiz, se recostó en la silla y suspiró.

—Abel ¿No has sentido a veces que tus propias mentiras pueden contigo? Llevo dos años ocultando lo que siento por Cedric y, a veces, siento que soy el malo de la película porque no tengo el valor de confesarlo ni las agallas para hacerlo. Quiero hacerlo, quiero contarlo, pero al mismo tiempo temo que, si lo hago, pierda a Cedric para siempre, o que nuestra relación no sea la misma.

—¿Y no cabe la posibilidad de que él sienta lo mismo? —Preguntó mientras cruzaba los pies.

—Lo dudo muchísimo. Ya has visto: Tiene novia. Y disfruta mucho con ella. Me ve solo como su amigo, hasta es posible que como su hermano pequeño. Nada más.

Cazando el amorWhere stories live. Discover now