Expecto Patronum

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Deian volvió a Hogwarts tras pasar las navidades con su familia. No paraba de pensar constantemente en Cedric y en cómo había estado interesado en Cho. Desde que había comprendido que le gustaba Cedric no podía evitar pasar las noches en vela pensando en él, soñaba con él y tenía ganas de estar a su lado todo el tiempo, pero él sabía que en ese momento había algo más importante que debía hacer: Debía ayudar a Hagrid a prepararse sobre la vista para defender la vida de Buckpeack. Eso fue lo primero que hizo al llegar y Hermione se unió a él.

—Os doy las gracias, chicos —Dijo Hagrid, cabizbajo. Se acercó a la pequeña ventana y miró el exterior, a Buckpeack, que estaba atado a un poste en el campo de calabazas, tumbado, sin moverse, como todo un buen chico. —Pero deberíais iros ya, se hace un poco tarde.

—Claro —asintió Hermione —Nos vemos, Hagrid.

—Adios, Hermione. Adiós, Deian.

—Anima esa cara —Le dijo el Ravenclaw, golpeándolo levemente en la barriga para luego dedicarle una sonrisa tranquilizadora. Lo abrazó con todas sus fuerzas y Hagrid lo imitó, pasando sus manos sobre los hombres del chico —Todo saldrá bien. Ya verás.

—Gracias, vete. Vamos.

Los dos amigos salieron de la casa. Deian hizo una reverencia a Buckpeack y se acercó a él. Paso los dedos entre sus plumas y le acarició el pico durante varios minutos, mientras que Hermione veía todo. Deian notó como el rostro de su amiga comenzaba a mostrarse compungido y se pasó el dedo por el ojo, segando una lágrima que amenazaba con brotar en cualquier momento.

Los dos comenzaron a subir la cuesta que llevaba al castillo.

—Odio el Ministerio ¿Cómo pueden creer la palabra de Malfoy? Hay docenas de testigos que vieron lo que pasó. Tú en particular, Hermione. Podrían convocaros a testificar y sé que todos defenderíais a Hagrid.

—Deian, el Ministerio nunca aceptaría el testimonio de unos magos menores de edad que odian a Malfoy como prueba en favor de Buckpeack. Y, aunque así fuese, seguro que Lucius Malfoy lo habrá tapado todo ya y habrá movido sus fichas para que Fuch no acepte a nadie como testigo. Será una vista para examinar los cargos y para sentenciar a Buckpeack, no para defenderlo.

—Entonces me das la razón. —Entraron al castillo por el puente de madera —El Ministerio solo cree lo que le conviene creer.

—Bueno, eh... ¿Se lo has dicho a Cedric?

Deian sabía que Hermione solo preguntaba eso para cambiar de tema y que ella ya sabía la respuesta a su pregunta, a pesar de eso, contestó:

—No, no pienso decírselo.

—Claro —Respondió Hermione —Es tu decisión, tuya y de nadie más.

Las siguientes semanas pasaron con asombrosa rapidez hasta que una lechuza se posó en la ventana de Deian. La carta que el ave aprisionaba entre sus garras pertenecía al profesor Lupin, que lo citaba a su despacho el día siguiente tras las clases para practicar el encantamiento patronus. Deian caviló sobre se debería o no ir, en un principio se lo había pedido porque fue lo primero que se le pasó por la cabeza en un mal momento, donde quería evitar hablar con Cedric a cualquier precio, pero en ese instante tal vez la idea no fuese tan mala después de todo, era un hechizo nuevo y a todas luces, bastante útil. Así que, al día siguiente tras las clases, se presentó en el despacho del profesor.

Entró tras llamar. El despacho estaba lleno de jaulas encantadas con criaturas mágicas, junto a la puerta, por ejemplo, había una cubeta con grindylow, un demonio del agua, dentro. Tenía los dedos en forma de tentáculos de pulpo, al igual la parte baja de su cuerpo, de donde salían ocho tentáculos. Harry estaba cerca del escritorio, observando todo con bastante interés.

Cazando el amorWhere stories live. Discover now