Navidad con los Diggory

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Deian tocó con los nudillos la puerta del profesor Flitwick. Tres golpes secos y después una contestación afirmativa, permitiendo el acceso. El lugar estaba bastante distinto a como había estado dos años atrás, cuando el Ravenclaw, Harry y Hermione habían sacado de allí a Sirius Black. Estaba más desordenado, lleno de libros, pergaminos y con el fuego de la chimenea crispando. El profesor Flitwick salió de detrás de una montaña de libros, con el ceño fruncido.

—¿En qué lío os habéis metido vosotros dos ahora?

—En nada, profesor —Le aseguró Cedric, sonriéndole gentilmente —Solo que es el primer día de navidad y veníamos a pedirse usar su red Flu para ir a mi casa ¿ve? Por eso llevamos estas maletas.

Flitwick se colocó bien la túnica del color del ópalo y asintió.

—Muy bien, felices fiestas. Os veré la semana que viene.

—Adiós, profesor —Dijo Deian.

Cedric tomó la mano de Deian para llevarlo a la chimenea y los dos usaron los polvos flu para reaparecer en la chimenea de dosel alto de la casa de los Diggory.

—¡Oh! Aquí estáis —La señora Diggory, que estaba dejando unos platos en la cocina, se acercó a ellos con los brazos extendidos, colmándolos de besos y abrazos, primero a su hijo y luego a Deian.

—¿Y papá?

—Llegará enseguida —Dijo ella, aunque en su tono se notaba algo extraño, un ápice de ¿Podría ser miedo?

—Mamá ¿Estás bien?

—Verás hijo. Eh... el señor Weasley resultó herido anoche en el departamento de ministerios. Al parecer fue algo terrible. Le atacó una serpiente y por poco el veneno lo mata. Tu padre está en san Mungo con Arthur y Molly.

—¡¿El señor Weasley? ¿Lo saben Fred, George, Ginny y...?

—Sí, sí. Lo saben todos.

Deian se adelantó.

—Señora ¿Cómo encontraron el cuerpo de señor Weasley?

La mujer se pasó un dedo por los gruesos labios y suspiró.

—Dicen que... bueno, por lo que Amos me dijo, al parecer Harry Potter lo vio en una visión. De inmediato él y otros trabajadores recibieron la noticia y fueron a por Arthur. Pero bueno, no debemos de hablar de esto. Hoy no, ¡Es navidad, y el Arhtur Weasley ya no corre peligro! Podéis ir a vuestro cuarto y yo os avisaré cuando lleguen todos.

—¿Todos?

Su novio le revolvió el pelo mientras entornaba los ojos.

—Mi familia. Ya verás, seguro que te encantan.

Los dos subieron. Mientras Deian deshacía la maleta Cedric se tiró sobre la cama, soltando un gran aullido.

—¡Hogar dulce hogar! —Vociferó, colocándose casi en posición fetal sobre la cama, con los ojos cerrados. Benny salió de la mochila y corrió hacia él, acostándose sobre el cabezal de la cama. Luego, el chico de cabello castaño extendió la mano y comenzó a golpear la cama como si fuese un tambor, indicando a Deian que se acostase con él.

El chico suspiró.

—Venga, no saques ahora las peores cualidades de Hufflepuff. Tienes que deshacer tu maleta.

—Uhm... no tengo ganas ¡Quiero un beso! ¡Beso, beso, beso, beso!

—Crío —Le espetó el Ravenclaw. Cuando se sentó en la cama y se inclinó las grandes manos de Ced lo hicieron caer a su lado, como si fuese un peso muerto. Aterrizó a escasos centímetros de sus labios sonrojados y no pudo evitar unirlos con los suyos, en un suave beso que hizo que ambos se sintiesen en el paraíso, libres de cargas y de responsabilidades. Deian lo agradecía, ser prefecto le había cansado mucho ese curso, además de la tarea, los trabajos, Umbridge y la preparación para los E.X.T.A.S.I.S. Cedric pasó su brazo por detrás de su cintura y ocultó su cara bajo el cuello de Deian, suspirando. Sintió su aliento en su cuello. —No pretendes levantarte ni siquiera por un momento ¿verdad, Ced?

Cazando el amorWhere stories live. Discover now