Reunión en el Cabeza de Puerco

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Tras el asunto de la profesora Trelawney, efectivamente Umbridge, o como Deian prefería llamarla, la zorra de rosa, buscaba cada segundo que podía para amargarle la vida. En clase siempre estaba cayado, limitándose a leer el libro y a escribir únicamente cuando ella estaba lejos, para evitar volver a repetir en asunto del tintero. Después de varios infructuosos días, pareció relajarse y dejarlo en paz, o al menos de momento. Lo que más le preocupaba era la extraña y enigmática nota de Hermione sobre la reunión en el Cabeza de Puerco ¿Qué significaría? Cuando llegó la primera visita a Hogmeade, casi no podía evitarlo. Tal y como pedía la nota, invitaron a las personas de más confianza: Lucrecia, Ernie, Justin, Cho, Michael Corner y Anthony Goldestein. Cedric quería invitar a Luke, pero al parecer las cosas seguían sin estar del todo bien entre ellos dos, al menos no lo bastante como para confiarle algo tan aparentemente secreto, por lo que no lo hizo.

Cuando llegaron a Hogsmeade presenciaron cómo las primeras nevadas invernales ya habían tapado tejados y calles. De las chimeneas brotaba humo de diversos y llamativos colores y las tiendas de Zonko, Dervish y Banges y Honeydukes estaban llenas a rebosar. De las Tres Escobas salieron dos lugareños, con cervezas de mantequilla y alguna pareja romanticona se escabullía a Madame Pudipié entre risitas.

Mientras observaba el pintoresco panorama sintió la mano de Cedric, enguantada, sobre la suya. El chico le sonrió, ante la expectación de Deian.

—¿Sabes? Acabo de pensar que esta es la primera vez que estamos en Hogsmeade, como pareja quiero decir. Tal vez podamos ir a Madame Pudipié luego.

Deian se enrojeció, tapándose la boca con la bufanda.

­—Pero pagas tú.

—¡Ja, ja! Vale. Será nuestra primera cita oficial.

Su primera cita. La idea no le disgustaba para nada.

Caminaron hasta el Cabeza de Puerco, al igual que muchos otros. El local nunca había estado tan abarrotado. Primero entraron ellos dos; Harry, Ron y Hermione ya estaban dentro. Luego entraron Neville Longbottom, Dean Thomas y Lavander Brown. Poco después Luna, seguida de Katie Bell, Alicia Spinnet y Angelina Johnson, Colin y su hermano Dennis, Ernie Mcmillan, Lucrecia, Justin Finch-Fletchley, Hannah Abbott, Susan Bones y Zacharias Smith. De Ravenclaw luego entraron Michael, Anthony y Terry Bott, seguidos de Cho y su amiga Marietta, que seguía mirando con desprecio a Deian. Finalmente, entraron Ginny, flanqueada de sus dos hermanos y Lee Jordan.

Todos se sentaron en un semicírculo. Deian comenzaba a intuir de qué iba todo eso, y le gustaba, pero al parecer al dueño del local no, porque estaba detrás de la barra, mirándolos con mala gana al mismo tiempo que una cabra atravesaba el salón frente la mesa. Todos se sentaron en un semicírculo, y Harry y sus amigos, frente a él.

—¡Hola! —Saludó Fred. Fue el primero en llegar a la barra y se puso a contar con rapidez a sus compañeros —¿Puede ponernos... veintiocho cervezas de mantequilla, por favor?

El camarero lo fulminó un instante con la mirada y de muy mala gana, obedeció el pedido. Cedric se rió de la situación y el Weasley comenzó a repartir las bebidas y, por su puesto, a decir que soltasen la pasta para pagar. Deian dirigió una mirada a los tres Gryffindor que dirigían la reunión: Harry parecía muy tenso, Hermione, eufórica, y Ron, complacido. Los demás parecían curiosos, interesados o emocionados y se sentaron en grupos de dos o de tres.

Hermione se levantó, sacudiendo las manos.

—Esto... —Dijo, con voz más alta de lo normal, debido al nerviosismo. —Bueno, esto... supongo que ya imaginaréis por qué estamos aquí. Veréis, nuestro amigo Harry tuvo la idea. Es decir... eh... yo tuve la idea de que sería conveniente de que la gente que quisiera estudiar Defensa Contra las Artes Oscuras, o sea, estudiar de verdad, y no esas chorradas que nos hace leer Umbridge, que no son clase ni nada... —Anthony se animó a apoyar a Hermione, lo que pareció animarla —Bueno, creí que nosotros debíamos tomar cartas en el asunto. Y con eso quiero decir aprender a defendernos como es debido, no solo teoría, sino poniendo en práctica los hechizos.

Cazando el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora