Los Campeones

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Los amigos de Cedric lo arrastraron al vestíbulo, mientras él se reía. Luke, Martin, Ernie, Justin... todos ellos lo animaban a echar su trozo de pergamino al fuego. Deian lo observaba todo desde lo alto del rellano de la escalera del vestíbulo, golpeando los dedos levemente contra la barandilla de piedra. No había ni una vela encendida, aunque el brillo azulado de la llama del cáliz de fuego era suficiente para iluminar toda la estancia. Hermione estaba frente al cáliz, leyendo un libro y siendo flanqueada por Harry y Ron. Al verlo le sonrió.

Cedric echó su trozo de pergamino a las llamas. Todos aplaudieron, menos Deian. Había leído esa misma mañana todo lo relacionado con el torneo, y Dumbledore no bromeaba. Había muerto mucha gente en ese torneo, y de formas atroces, además. Miró a Cedric, y suplicó que su nombre no saliese elegido.

—¡Dei! —Saludó. Lo abrazó y lo levantó del suelo —¡Lo he hecho!

—Felicidades, Ced. Ahora deja que ponga mis pies en el suelo ¡Ja, ja, ja!

Él asintió, pero su sonrisa se difuminó cuando vio la cara de Deian.

—Eh ¿Qué te pasa?

—Es que estoy preocupado de que tu nombre salga.

—Ya lo hemos hablado, Dei. Si sale, seré lo suficientemente bueno para sobrevivir, y tendré a mi lado a uno de los dos únicos alumnos en Hogwarts que saben lanzar un patronus.

—Ya, qué adulador.

—Lo sé —Dijo, con una falsa sonrisa socarrona —Bueno, vamos a ir al patio ¿te apuntas?

—No, gracias. Me apetece ver qué locos echan su papelito al fuego.

—Vale, nos vemos luego.

Deian se inclinó más sobre el murillo y suspiró. Los gemelos Weasley aparecieron, portando pociones envejecedoras, que les ayudarían a pasar la línea de edad dibujada por Dumbledore en torno al pedestal donde reposaba el cáliz. Hermione les advirtió de que era una mala idea, ellos naturalmente no escucharon; se tomaron la poción, y cuando cruzaron la línea de edad salieron disparados hacia atrás, con barba larga, cabeza cana y arrugas en la cara. Ver dos viejos pelear fue lo más divertido que había visto en mucho tiempo en Hogwarts. Sin embargo, cuando entró Viktor Krum, las risas se consumieron y comenzaron los susurros de impresión. Desde su posición privilegiada, Deian pudo ver cómo le lanzaba una mirada sostenida a Hermione.

La puerta a espaldas de Deian se abrió, y entraron los chicos y chicas de Beuxbatons, elegantemente tarde, como no podía ser de otra forma. Los bellos alumnos desfilaron hasta el cáliz, dirigidos por la veela que mataba a todos con la mirada y cuando todos echaron su nombre, comenzaron a subir de nuevo. La mirada de Deian congenió con la de un chico alto, de cabello castaño frondoso y ojos color almendra. Su cara era angulada, con una barbilla afilada y unos pómulos bien marcados. El traje de seda azul le quedaba bien ceñido.

El chico le dijo algo a sus compañeros y se dirigió a Deian.

Extendió la mano.

Bonjour, mi «nombge» es Abel Boissieu. Es un «placeg».

—Encantado —Dijo Deian, estrechando su mano —Soy Deian Dugués.

—Ese es un apellido «fgances».

—Muy perspicaz. Mi padre es francés, o era... lo de las nacionalidades es un rollo. Veo que te inscribiste en el torneo.

Oui, Madame Maxime nos «tgajo» a todos «paga» que echásemos nuestros «nombges», de «otga fogma nos habgíamos» quedado en Beuxbatons, como los alumnos más pequeños. «Pog ciegto», es un castillo muy bonito. Es «difegente a nuestga» escuela, «pego es impgesionante». O... más bien intidimante. «Fgio», en «cualquiega» de los casos

Cazando el amorWhere stories live. Discover now