El canto de una varita

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Lucrecia se puso junto a Deian durante el partido de Quidditch, agitando su banderín de Slytherin con las mismas ganas que tendría si acabasen de decirle que tenía que repetir los tres cursos anteriores en compañía de su hermano y su exnovio. Deian se limitaba a sacar fotos y a ver el partido, era el primero de la temporada y Malfoy jugaba como el buscador de su equipo, por lo que el Ravenclaw no esperaba mucho del equipo de verde.

Al principio Slytherin tomó la delantera 90-30, mientras Gryffindor luchaba por recomponerse, pero al igual que el año pasado Harry Potter debía de haber recibido un hechizo malintencionado o algo por el estilo, porque una Bludger loca fue a por él como un rayo, rompiendo la escoba de Oliver Wood a escasos centímetros de sus dedos. Harry intentaba zafarse de la pelota acercándose a las gradas, mientras perseguía a la Snitch, a la que Malfoy también le había echado el ojo. El público no paraba de rugir a medida que los buscadores se empujaban unos a otros y luchaban por atrapar la pelota que daría la victoria a su equipo. En un determinado momento, ambos descendieron hasta quedar fuera de la línea de visión, perdiéndose en los recovecos bajo los laterales del campo. Cuando salieron, Harry recobró altura, pero Malfoy cayó de su escoba y tras dos fuertes golpes contra el suelo se agarró el estómago con aparente dolor. Harry, por su parte fue hacia la Snitch, estirando el brazo tanto como podía. La Bludger cargó contra dicha extremidad, con un crujido fortísimo, pero Harry atrapó la Snitch antes de caer el suelo. Todos aplaudieron, aunque la Bludger seguía empeñada en atacar a Harry, arremetiendo reiteradamente contra el suelo hasta que la amiga de Harry fue hacia el campo y la destrozó.

—Oh, vamos. No me quiero perder esto —Le dijo Lucrecia, tirando el banderín al abismo y bajando las escaleras corriendo para acercarse a Potter, como muchos estaban haciendo. El propio Deian, tras fotografiar los últimos momentos del partido, la siguió.

—¡Tranquilo, Harry! —Dijo el profesor Lockhart —Yo te curaré ese brazo inmediatamente.

—No —Terció Harry, con tono temeroso y dubitativo —Usted no.

—Pobre chico —Lockhart sacó su varita mientras negaba con la cabeza, aparentemente triste —No sabe ya ni lo que dice. Esto no te va a doler... nada ¡Brackium emendo!

Deian no sabía sobre hechizos curativos, pero había leído un pergamino al respecto y sabía que ese hechizo era idóneo para curar heridas y unir huesos, siempre y cuando se ejecutase de la forma correcta.

Lockhart alzó el brazo de Harry, que colgó como gelatina.

—¡Iugh! —Exclamaron todos. Obviamente, el hechizo no fue ejecutado de forma correcta.

—Eh... verás, esto son cosas que pasan —Dijo al mismo tiempo que doblaba la muñeca de Harry hacia arriba, casi hasta la altura donde debería haber estado su codo. —La ventaja es que ya no sientes ningún dolor, y es evidente que los huesos no están rotos.

—¡¡¿Huesos?!! —Gruñó Hagrid.

—Creo que lo que menos le quedan son huesos —Convinó Lucrecia, que aprovechó para tirar de la cámara que su amigo llevaba al cuello y sacar una foto del momento.

—Pero es mucho más flexible —Respondió el profesor al mismo tiempo que el brazo, supuestamente curado, saltaba hacia delante como un resorte en tensión. Es asco que Deian sintió en el estómago era similar a cuando ves a alguien vomitar delante de ti.

Cuando salieron del campo de Quidditch, los gemelos Weasley les alcanzaron desde los vestuarios. Los dos se colocaron al lado de Deian y Lucrecia, envolviéndolos como un sándwich.

—Mi dulce señora —Exclamó George.

—Vuelve a llamarme así y te meto la escoba por donde tú sabes, Weasley.

Cazando el amorOnde as histórias ganham vida. Descobre agora