8. Cita a tientas. Pt. 5

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Nota del autor:

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—¡AAAAAahhhhh, aaaaahhhh...—Comencé a gemir exageradamente al más puro estilo “sueca bisexual busca semental” mientras volvía a atrapar a Espasmos cuando estaba a punto de echar mano al picaporte. Le pellizqué el culo con toda la mala leche de que fui capaz.

—¡AAAyyy! —exclamó ella casi orgiásticamente.

—¡Sigue, sigue! ¡Así! —repuse yo.

—¡Aaayy! —otro pellizco en el culo.

—¡Dame con el culo en la pelvis, nena! —dije yo, quizás en un tono demasiado peliculero, para rematar el “acto”. Siempre había querido decir eso, aunque en otras circunstancias.

Los pasos se detuvieron.

—¡Tííío, que pa mí que ahí dentro estan “rilando”! —Oí susurrar al Guanán.

—“Pos er” pelanas ese seguro que no es, porque con la cara que tiene de pringao “tie” que “follá” menos que las “tortuga” ninja —comentó Epaun, a la vez que yo elaboraba un bonito piropo para su familia.

Mi plan, de nuevo, había funcionado.

Hasta el más bravo de los chorizos se lo piensa antes de interrumpir a alguien cuando está echando un “kalikeño”. No había más que apelar a su sentido de la intimidad.

—Vamos a “buscal” ar «Patata», ar «Yoni», ar «Pichurri» y ar «Pinchapeos». Tú dile al Richal que llame a su primo “er der polígamo”, quer joputa este no se nos escapa—. Y los pasos comenzaron a alejarse. Éramos pocos y parió la abuela. De repente la “lujuriosa” moza que tenía entre mis brazos dejó de debatirse. Parecía que había entrado en razón. Aflojé la presa, y lentamente se dio la vuelta entre mis brazos. La mire a la cara. La tenía blanquísima, como conmocionada por haber percibido el peligro en que había estado. Parecía estar a punto de llorar.

—Siento haberte tratado así pero es que ....—comencé a decirle.

—¡¡¡¡BOUUURRRLLLPR!!! —contestó ella. Antes de que terminara mi disculpa contemplé horrorizado como redecoraba con motivos marinos mi camisa de “bodas, bautizos y comuniones”. Tan sólo le faltó rematarlo con un eructito. No pude evitar soltar un alarido de rabia.

—¡AAAHHHHHH!

Los pasos de fuera se detuvieron de nuevo.

—Je, Je, ¡“Er” tío ese “sestá” puniendo “morao”! —exclamó entre pesadas risotadas aquel ejemplar de hombre de Atapuerca. Desde el váter podía oírse gotear su baba.

—¡”Ámono yal”, que como se nos escape te “ví a dal hosstias hasta en el paladal!”¡”tenemo que cojé ar cornúo ese, que tié más cuerno que un saco caracolel”! ¡AAAY, le ví a dejá más seco que la picha de mi tatarabuelol! —Y entre una nube de imprecaciones se alejaron finalmente.

Historias que no contaría a mi madre. Volumen 1Where stories live. Discover now