1. Aventuras bizarras. Pt. 1

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Nota del autor:

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 Aventuras bizarras

Era comienzo de curso. Podía parecer un comienzo de curso cualquiera, y lo era en sus formas, pero algo flotaba en el aire, una leve y extraña sensación de tensión, inusual en una pequeña ciudad como Córdoba. Era algo que se palpaba, y aunque nadie hablaba de ello, todo el mundo sabía a lo que era debido; era el tipo de cosas que se conocen pero que se prefiere ignorar. Todo el mundo estaba consternado por las numerosas desapariciones y los tres asesinatos que habían acontecido en el último mes. Quizás no fuera relevante en una gran ciudad, como Nueva York, o incluso Madrid, pero en Córdoba sobrepasaba la "cuota" de misterio que esta población podía soportar. Pero yo no me daría cuenta del significado de estos hechos hasta más tarde.

Como iba diciendo, era principio de curso, y aún estaba adaptando mis biorritmos al horario de clase. Esa mañana, nada más entrar en el aula, Ramiro me abordó con aire nervioso:

—Felio, tengo una noticia gore.

¿Qué cómo es Ramiro? Bueno, pues Ramiro es... cómo lo diría yo; mezcla a un "New kid on the block "con el agujero del zarcillo infectado con un "dios del metal ", y con un oso amoroso y ¡Voila!, ahí tienes a Ramiro. Pequeño, delgado, de rostro aniñado, con unos deslumbrantes ojos verdes, vestido de perpetuo negro y con una camiseta heavy impertérrita pegada al pecho, ¡Ah! ¡Se me olvidaba! Y el sempiterno zarcillo infectado en la oreja derecha.

¿Qué cómo soy yo? Bueno, ¿Habéis visto a "Shaggy", el inseparable compañero de "Scooby-Doo"? Pues quitadle la perilla, ponedle una melena rizada por los hombros, y setentaicinco kilos de peso, ¡Ah! y 1´83 de estatura, ¡Ah! y un par de globos oculares azules, ¡Ah!, ¿A que estáis hartos de tantos "¡Ahs!"? ¡Pues no so's queda nada que pasar!

Bueno, estábamos en que Ramiro me había asaltado nada más entrar en clase con aire nervioso.

—¿Qué pasa Rami? Te veo más apurao que Pinocho en una candela.

—El del moco, tío, el "Beavis" —dijo atropelladamente.

—Sí, qué pasa ¿Te sientes acosada? —Le pinché yo.

—¡Que me ha invitado esta noche a su casa a ver una película gore!

—Que romántico —contesté yo con sardónica ironía—. ¿Te sientes mujer?

—¡Déjate de coñas, tío! , que me ha dicho que tiene una peli gore que es "la caña", y le he dicho que me la pase, pero dice que no, que mejor que la veamos en su casa —contestó él con cara de agobio.

—¿Y qué quieres, que te haga de carabina?

—No; que te vengas, ¡Que ese me viola! ¡Seguro!

—Tío, no te pases, que el que sea raro no significa que sea maricón.

Historias que no contaría a mi madre. Volumen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora