5. Cita a tientas. Pt. 2

130 14 13
                                    

Nota del autor:

Puedes descargar este libro y su segunda parte, Imposible pero incierto (una novela de horror có[s]mico), en Amazon, Google Play y La casa del libro.

—Esta noche follas —dijo rotundamente.

—¿Ein? ¿Me lo repita? —dije yo poniendo cara de cateto con el mentón hacia afuera.

—Mira, te explico —anunció con parsimonia. —Es que, como te veía tan “agobiao”, y me has comido tanto la oreja, pues me puse a pensar, a ver qué te podría apañar por ahí...

—¡No estoy dispuesto a meterla en un chocho eléctrico! —salté yo a la defensiva tratando de salvaguardar la escasa dignidad que me quedaba.

—¡Que no es eso, cafre! Que resulta que Palmira tiene una amiga que estaba a medio liar con un tipo, pero lo ha dejado, por mosqueo, y como tiene fama de ninfómana y eso, pues le he dicho que te apañe una cita con ella, a ver qué tal.

Mi cara debió quedarse blanca como la leche paterna, y una punzada de excitación comenzó a hormiguearme en el estómago.

—¡Yo te mato!— exclamé de puro nerviosismo.— ¿Qué hago yo ahora? ¿Cómo voy a quedar con una tía que ni siquiera he visto?

—En eso te equivocas— dijo Ramiro —¡Tachán!

Del bolsillo de su pantalón sacó una foto y me la enseñó. Era de una chavalita que llevaba una minifalda, unas medias de red y botas hasta las rodillas. Era mona, pero lo que atrajo mi atención fue aquel objeto inverosímil, aquel destello de elegancia. !Aquella tipa llevaba puesto un delantal con un tremendo dildo! Al momento caí cautivado, debía conocerla, debía hacerla mía, una mujer que posara para una foto con una prenda que llevaba incorporado consolador de tamañas dimensiones debía estar completamente libre de inhibiciones. Ya sólo faltaba un detalle para que fuera la mujer de mi vida. Miré a Ramiro con aire suplicante.

—Sí, tiene piso —aseveró.

No lo podía creer, la agitación que sentía se incrementó por mil, me pareció oír repicar mil campanas en mi interior.

¡Aleluya! ¡Cada uno con la suya!

—Eso sí, te lo tienes que currar, porque su antiguo novio era como un vigilante de la playa.

Un ataque de inseguridad me recorrió por completo. Me constaba que nunca había causado “furor uterino” en el sexo opuesto. ¿Qué podría ver esa sílfide tremenda en un tipo como yo, canijo, raro y pasado de moda?.

—No lo lograré— dije con aire pesimista.

—Felio, tío, ésa folla— la elocuencia de las palabras de Ramiro demolió cualquier otro posible argumento, y aunque la empresa estuviera abocada al fracaso, ¿qué tenía que perder? Tan sólo mi ya maltrecha dignidad y un poco de tiempo.

A continuación Ramiro comenzó a darme el dossier de la misión. En mis oídos resonaba la melodía de misión imposible.

—Su nombre es «Espa», de Espasmos— mi carcajada fue estentórea, primer obstáculo. Yo sería incapaz de mirar a alguien con ese nombre sin “descojonarme” en su cara.

—¿Qué pasa? Precisamente no vas a bautizarla. Como empieces así seguro que no te comes una mierda— me replicó Ramiro enojado.

—Lo...— piafé de risa de nuevo— lo siento, Rami, es que es mucha tela— las lágrimas afloraron a mis pestañas.

—¡Ay que ver! Uno currándoselo para que mojes y tú aquí...— me miró con gesto de reprobación— en fin, como te iba diciendo....

—¿Su hermana qué se llama.... convulsiones o calambres? Jua, Jua, Jua— a esta altura me estaba revolcando en la silla— ¿De apellido no se llamará Parkinson, no?— un sollozo de risa sorprendió a media cafetería.

Historias que no contaría a mi madre. Volumen 1Where stories live. Discover now