Marcas permanentes

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En cuanto el camarero trajo el té caliente, Trena se avalanzó a envolver la taza con las manos. Habíamos entrado en el recinto porque Trena solo había llevado una fina chaqueta lila (con los bolsillos cargados de paquetes de pañuelos como si fuera a poner un puesto para venderlos). Yo, por otra parte, comencé a comer mi frío helado. Qué bien sentaba teniendo 27°C en el ambiente.

Noté que se quedó mirando un punto fijo, sin enfocar la mirada, aunque ese punto fijo parecía mi brazo. Fui a ver, y observé que se podía ver medio tatuaje.

-¿Quieres verlo mejor? -pregunté, subiendo mi manga para que se viera del todo. Aunque ya tenía visto el tatuaje. 5 meses daban para que pudiese ver mi brazo izquierdo entero. Y más.

-Me encantaban esos dibujos -comentó, antes de tomar un sorbo de té. Al estar constipada, la palabra "encantaban" le salió muy graciosa.

-Los míos también. Cada vez que veía El coyote y el Correcaminos me olvidaba del mundo y soltaba buenas carcajadas. Era mi serie favorita de niño, me marcó muchísimo, ya sabes -proseguí, procurando que la mitad del helado que tenía no se deshiciera.

-Pero... ¿por qué el Correcaminos? Te veo más como Coyote, como quien sale a buscar, no como quien huye.

-Lo sé. Me lo han dicho. Pero no siempre los fuertes son los más fuertes. El Correcaminos era más inteligente, y con eso siempre siempre huía.

-Adoro ver cómo hablas sobre algo que te apasiona -dijo, dejándose caer en el asiento y posando el té acabado en la mesa-. Si es que se me caen los mocos y todo -agregó, sonándoselos.

-A mí me pasa algo parecido cuando veo la grieta de tu espalda -comenté, acariciando la palma de su mano cuando me la devuelve. Destapo la margarita que tiene tatuada en su muñeca para acariciarla-. Bien, bien cerquita. O cuando puedo acariciar tu margarita -añado, haciendo el contorno de esta con mis dedos.

-Se llama estar enamorado hasta las trancas, cariño -añadió, sin apartar la mirada de mí.

-O hasta los huesos.

-O hasta el alma.

Y lo dijimos casi a la vez, estallando en carcajadas.

-Por eso nos llevamos tan bien y no tenemos problemas de pareja.

-Bueno... algunos, pero pequeños. Mira esa vez en la que nos encontramos a Mara y le contamos que nos habíamos conocido en la boda tres días antes.

Apoyé los codos en la mesa, pensando mientras acababa con los últimos retazos de mi pedido de virutas de chocolate.

-¿Quién era Mara?

-Mi compañera del FP. Esa con el pelo negro y rizos muy definidos, que siempre se andaba metiendo en la vida de todos.

Recordé su cara y su historia al oír "rizos". Era lo que más la definía. Eso, y que fuese una persona que estuviese donde no la llamaban siempre. Recordaba ese día. Trena y yo nos habíamos conocido en la boda de mi amigo, tres días atrás. Habíamos hablado tanto y logramos tal confianza en esos días, que el tercer día caminábamos de la mano por la calle. Estábamos enfrente de una tienda de segunda mano cuando nos la cruzamos.

-¿Trena?

Decir "te quiero" no valeWhere stories live. Discover now