Decir "te quiero" no vale

Un poco de meditación

Hace años me enamoré de una chica que nunca supo acerca de mis sentimientos. La veía entrar todos los días a un centro de fitness. Descubrí que era profesora de yoga, y me acabó por gustar tanto, que hice un cursillo para ser monitor de yoga. Y me habían aceptado como profesor en una academia de un pueblo a 20 minutos de aquí. Es raro tener profesores de yoga, pues normalmente se piensa que son ejercicios para mujeres. Sin embargo, puede calmar mucho, independientemente de tu género. Yo dejé de practicar yoga cuando dejé de ser profesor, puesto que tampoco tenía mucho tiempo con el trabajo.

Pero ahora, volvía a las andadas. Y además con clases de yoga para embarazadas. En la entrevista, dejé claro que tenía sobrinos y que me encantaban los niños. Supongo que me vino muy bien decir eso. Aunque me parecía raro que me hubiesen admitido a mí antes que a una mujer, estaba muy agradecido. Empezaría en mayo.

En cuanto me acerqué al ordenador y supe de qué se trataba, insté a Trena a que viniera rápido a leer conmigo. Estaba muy ilusionado, por fin podía ayudar en casa económicamente. Le planté un buen beso a Trena y le dije que hoy era un buen día para cenar fuera de casa.

—Espera, ¿qué? ¡Quiero leer yo también!

Se sentó en mis piernas y la abracé para estar más cerca de ella.

—¡Hala! —pegó un respingo, emocionada—, ¿has visto el sueldo?

—No está nada mal, ¿eh?

—No pone las horas diarias o semanales que trabajarías...

—Me enteraré pronto de eso. Mira lo que pone debajo del todo.

—¿Embarazadas? —preguntó pegando otro respingo.

—Cari, como sigas haciendo eso yo sí que te embarazo ahora.

Ella rio. Pero sabía que era una broma.

—Bueno... un día es estar mucho sin hacer el amor contigo... —agarró mi mano y se juntó todo lo posible a mí. Soltó una risilla traviesa al notar lo que había provocado.

Y no necesitamos más que esa silla para disfrutar de ese placer como si no lo hubiéramos experimentado en años.