Abrazo colectivo

75 3 0
                                    

Comenzaba mi primera semana de trabajo. Y, aquel jueves, había tenido 3 sesiones de yoga para guiar a embarazadas. La primera fue de 8:30 a 9:00 de la mañana. La segunda de 13:00 a 14:00 y, la última, de 19:00 a 20:00. Estoy muy contento con mi trabajo, pero necesito practicar más estiramientos.

Por eso, aquella tarde-noche, al llegar a casa, mandé un saludo al aire. Trena estaba en el salón leyendo un libro, con Baloo tumbado en la alfombra. Le dije que primero me ducharía, vendría al salón un rato con ella y luego cenaríamos. Y dicho y hecho, tras salir de la ducha me encaminé al salón. Me apetecía mucho muchísimo ver una película con ella, así que decidimos hacernos unos bocadillos con pan tostado e ingredientes varios, tanto vegetales como de carne, y los llevamos al sofá mientras la película comenzaba.

Aquello sí que era vida: ver una película con mi chica, mientras cenamos comodones y sin prisa, y jugando con Baloo a acertar trocitos de comida en su boca. Cabe destacar que Baloo pegaba brincos gigantes de felicidad cada vez que cogía un trocito al vuelo. Y eso sucedía casi siempre. Al acabar los bocadillos, como comenzó a anochecer y a refrescar, nos levantamos a llevar todo a la cocina y nos enroscamos en las mantas del sofá. Nos tumbamos para seguir viendo la película abrazados, mientras nos quitábamos el frío. Baloo se subió a nuestros pies pero no paró ahí. Se coló bajo las mantas y apareció entre los brazos de Trena. Nos entró la risa. Me recordó a los típicos abrazos de equipo, esos que se forman justo antes de iniciar el partido para repasar la táctica y subir los ánimos.

—¿Alguien más se apunta para hundir el sofá? ¿Los vecinos, tal vez?

Nos quedamos los tres juntos allí, Trena y yo acariciando a Baloo y, de vez en cuando, también a nosotros mismos.

Decir "te quiero" no valeWhere stories live. Discover now