Capítulo 22.

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Resignación

Mi primer beso fue a los diez años, con un chico llamado Ryan, estábamos en un tonto juego en donde debes girar una botella y me toco con él. Ryan era el chico más popular en mi salón -claro, después de todo solo teníamos diez años-. Era lindo, ojos azules como el color del mar, pecas en la nariz, cabello castaño oscuro y con una sonrisa que era hermosa -incluso sus dientes delanteros ya no eran de leche-. Yo me sentía nerviosa, al principio todas las niñas me miraron con mala cara y los chicos gritaban y aplaudían gritando: ¡Beso, beso, beso!

Él se acercó a mí, y yo, como la niña inocente que era, pensé que nuestro beso iba a hacer como en esa película, que irónicamente se llamaba "Mi primer beso", donde los personajes juntan sus labios dulcemente y sellan un beso mágico.

Pero, como yo era la chica menos suertuda -y sigo siéndolo- el beso fue asqueroso y baboso, cada vez que pienso en eso -trato de no hacerlo-, no imagino que Ryan es el que me está besando, imagino que un caracol lo hace, y me digo que si un caracol me hubiera besado ese día se habría sentido igual, incluso mejor.

En fin, cuando mi madre me había recogido de vuelta ese día, yo está nerviosa, también tenía algo de nauseas -ese día, en la noche, soñé que un caracol mutante de color azul me perseguía e intentaba besarme. Si, así de traumada me había quedado- . La cuestión es que, ni siquiera pude hablar con mi madre, porque tenía este extraño y tonto presentimiento de que si decía algo o hacia contacto visual con ella, mi madre de alguna manera sabría que bese a alguien. Como si tuviera un cartel gigante colgando por mi cuello, o un tatuaje en mi frente que decía: Fui besada, y creo que necesito ir a un psicólogo.

Esa noche, también, mi madre me pregunto si me pasaba algo, y esa sensación de vértigo se acumuló en mi estómago como si en cualquier momento ella me soltaría una exclamación o me gritara: ¡Sé que besaste a Ryan!

Obviamente mentí, y le dije que no me sentía del todo bien, y al otro día no fui a clases -lo que agradezco porque no estaba totalmente preparada mentalmente para ver a Ryan de nuevo-.

Pero claro eso fue hace años, después de eso jamás volví a besar a alguien, -ni siquiera quería besar a alguien-, claro hasta ayer cuando bese a Niall Horan.

Y de nuevo al siguiente día sentí ese sentimiento en el estómago, como si algún miembro de mi familia, en cualquier momento quitara un arma y me gritara: ¡Besaste a Niall Horan, lo sabemos todo! ¡Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede ser usado en su contra!

Lo diferente de ese día era que el beso no había sido malo, y en vez de soñar con caracoles babosos soñé con Niall y sus labios, cosa que estaba mal por muchas razones.

- ¿Te ocurre algo, cariño? -la voz de mi madre hizo que saltara un poco en mi asiento.

- ¿Qué... que? -tartamudeé.

Mi padre y Madison clavaron sus ojos en mí, y me sentí acorralada. Como el blanco de las flechas de fuego.

-Dije... ¿Qué te está pasando? Pareces algo pálida ¿Has estado durmiendo bien?

Yo asentí con la cabeza mirando fijamente el tocino que tenía enfrente de mí, obviamente no había dormido nada, tal vez una o dos horas y lo poco que había cerrado mis parpados siempre veía ojos azules y una sonrisa traviesa. Cuando volví a abrirlos me quede observando el techo, mientras los colores de la madrugada se deslizaban por mi habitación. Era igual, dormida o despierta, soñando o simplemente meditando, pensaba en Niall Horan.

-Tienes bolsas debajo de los ojos -soltó mi padre. Mi madre lo fulmino y él se encogió de hombros, claro que tenía ojeras, todo por culpa de Niall, todo era su maldita culpa.

My boyfriend is famous » horan.Where stories live. Discover now