Capitulo 60

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Dos semanas. Dos semanas habían pasado ya desde que ese hombre de negro del que todos desconocían su identidad y del cual Harriet siempre hablaba e incluso tenía pesadillas, había desaparecido por la ventana de la habitación de Elena sin dejar rastro alguno. Los chicos y Oli querían creer que se había tratado de alguna mala broma o de algún loco mental fuera de control.

No había vuelto a ocurrir algo semejante a esa ocasión, nada fuera del lugar, o eso era lo que ellos pensaban,  Oli no había querido mencionarle nada a nadie al respecto, no quería que la tomaran como una paranoica. En las raras ocasiones en las que se encontraba sola en casa, tenía esa extraña sensación de estar siendo observada, no quería ser presa del pánico, pero lo era.

Tal vez era su instinto protector hacía Harriet y ese temor a que algo malo le llegase a suceder de nuevo lo que provocaba esa reacción en ella. Odiaba verla sufrir. La pequeña por su parte estaba más que encantada con todas las atenciones que recibía por parte de su joven madre y de los seis chicos -incluido Christian-

Chris había llegado un día a casa de Oli encontrándose con todos ahí. Harriet había saltado a sus brazos en el instante que cruzo la puerta. Gritando eufóricamente por su llegada. La ojiverde le había sonreído abiertamente mostrándole emocionada los dos huecos que habían dejado sus dientes de enfrente al caerse.  Su sorpresa fue cuando un chico rubio de ojos profundamente azules se acercó a él, disculpándose por la manera  en que lo había tratado anteriormente.

Niall había sido honesto al disculparse, Oli estaba sorprendida de su nueva actitud, nunca se hubiera esperado que el rubio dejara su orgullo de lado y fuera a disculparse con su mejor amigo. El irlandés sabía que si quería comenzar algo serio con Oli tenía que convivir con Christian y ganarse su confianza, el chico la cuidaba como si fuera su padre y él había dado una muy mala impresión. Ahora tendría que esforzarse y tal vez, en un futuro llegar a ser su amigo.

- ¡Dios! Estoy muerta - exclamo Elena una vez que llego a casa y se dejó caer junto a Oli en el sofá.

Eran más de las 11 de la noche, había hecho un turno extra en el trabajo. Su jefe gruñón se había levantado con el pie izquierdo esa mañana y la había agarrado contra ella, trayéndola de allá para acá durante todo el día. Sus pies le estaban pidiendo tregua.

- No deberías excederte tanto en el trabajo, con el tiempo puede hacerte daño - la regañó Oli mirándola seriamente.

- No es para tanto, puedo con el trabajo. No te preocupes.

- Claro - dijo la chica rodando los ojos.  - Hasta el día en que caigas en una cama y no puedas levantarte ni para ir al baño, es cuando vas a desear el haberme hecho caso cuando te lo advertí.

Elena miro a Oli un momento y no pudo evitar soltar una risita.

Oli bufo y se cruzó de brazos, molesta. Se preocupaba por Elena como si se tratara de su

propia madre y le cabreaba el hecho de que nunca tomara en cuenta su opinión.

- Si te deja más tranquila, ya no volveré a tomar turnos extra - hablo la mujer soltando un suspiro resignado.

Oli no la miro. Una media sonrisa tratando de apoderarse de su cara. Los turnos extras consistían de 4 horas y media más de trabajo designado, la paga era buena y ese era el motivo por el que Elena se empeñaba en pedir más horas sin pensar en su salud.

- Bien - dijo sin más. No había logrado mucho pero esas cuatro horas extra las podría aprovechar descansando.

- ¿Viene Niall hoy? - pregunto la mujer mirando hacía la cocina tratando de encontrarlo.

- No. Es el turno de Liam.

Elena asintió comprendiendo. - Cierto que es miércoles. Lo había olvidado.

Single mother {Niall Horan}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora