Capítulo 1

4.5K 307 57
                                    

-Despierta, cariño

Es mi papá. Como siempre comportándose como si mi mamá no importara. Él la odiaba de todos modos. Siempre discutían. Él siempre la insultaba, pero nunca la golpeó, porque mi mamá nunca lo hubiera permitido. Debe de estar de lo más feliz por su partida. No deja de ser ridículo. 

El día del entierro, fingió. Las lágrimas de cocodrilo que soltó, sus sollozos sin sentido y su manera de simular tristeza en sus ojos. Fingió de la misma manera en que finge que le importo. Al parecer es un excelente actor, logró convencer a todos de tener el corazón roto; pero a mí no me engaña. Sé que ahora está tan feliz. Pero de todos modos trata de disimularlo frente a mí.  

-Cariño, me has oído? -dice mientras da pequeños golpes en mi puerta.

-Lárgate! -espeto

Lo odio. Es imposible odiarlo más. Es un cínico, vulgar y desalmado hombre, a quien nunca en mi vida volveré a darle afecto. De mi parte nunca volverá a recibir nada más que odio. Puro odio.

Es tan desalmado que prácticamente me ha obligado a volver al colegio. Han pasado tres meses de la muerte de mi mamá, y no, no es suficiente. Creo que nunca será suficiente. Siempre me esmeré en ser una excelente alumna por ella, para que se sienta orgullosa de mí, para complacer su deseo de que yo fuera una persona independiente, de que me gradúe en medicina y  tenga una familia numerosa. Ahora que ella no está, las promesas se rompen, y ya no le veo sentido a seguir estudiando, seguir creciendo, seguir respirando.

  Es como si mi mundo girara en torno a ella, y ahora que no está, se desmorona a pedazos.

Cuando me enteré del accidente, sentí que literalmente mi alma abandonó mi cuerpo, e intentó sujetarla, intentó retenerla aquí en la tierra. 

Cuando el médico de urgencias, salió a darnos la noticia, lo abofeteé lo más fuerte que pude y lo acusé de negligencia. Sé que él no tuvo la culpa, pero necesitaba buscar un culpable. Por suerte, el médico solo nos dio sus condolencias y se fue. Al parecer estaba acostumbrado a ese tipo de reacciones.

Cuando vi a mi mamá, en esa habitación tan fría, tan neutra y triste, la sujete de los hombros y empecé a sacudirla diciendo "Despierta! No puedes dejarme aquí! Por favor, despierta" sin embargo, nunca despertó. Me dejó. Mis lágrimas bañaron mis mejillas en un instante. No recuerdo haber sentido un dolor similar a ese alguna vez. Fue como si me apuñalaran más de cincuenta veces en el pecho, y yo me estuviera arrastrando, mientras me desangraba y las cuchillas siguieran clavadas en mi pecho.

Tampoco recuerdo haberme apartado de ella, solo recuerdo estar en mi habitación sollozando durante horas, hasta quedarme dormida en un mar de lágrimas.

-Por favor, Yos, ya baja. -dice mi papá con mucha paciencia.

Él sabe que lo odio. Se lo he dejado muy claro varias veces. Sin embargo, sigue tratándome como si no pasara nada. Dice que esto es solo una fase de adaptación ante una perdida tan importante. Y no, no lo es. No es solo una fase. Es una vida llena de engaños; porque él nunca la quiso. Siempre esperó este momento, verla bajo tierra, con la boca cerrada de una vez por todas.

Hoy, después de tres meses, volveré al colegio (obligada). Yo había dejado claro que no volvería a poner un solo pie en ese lugar, sin embargo, mi papá habló con el director, quien decidió darme la oportunidad de culminar el año a pesar de mis exageradas ausencias.

Me molesta que tome decisiones por mí, creyéndose dueño de mi vida. Porque no lo es.

Recojo mis cosas en mi mochila, me pongo un jersey azul marino, unos jeans negros y mis tenis negros de siempre. Mi cabello siempre ha sido muy lacio, ni siquiera es necesario peinarlo, porque siempre está perfecto. Y no es gracias a mí, sino a mi mamá, que siempre me lo cuidó. 

MI BOSQUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora