Capítulo 51

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Vago dolorosamente entre cenizas del infierno.

Simplemente no puedo soportarlo más. El dolor es tan grande, tan intenso que ni siquiera puedo respirar por la presión que está en mi pecho, por extraño nudo en mi estómago y ese ardor infernal en mis mejillas.

Acabo de perderlo.

Perdí al único chico que realmente amé en mi vida, y lo más doloroso es que he sido yo quien lo ha echado. Y no puedo hacer nada. Él estará mejor sin mí. Él necesita superar aquel horrible pasado y no lo puede hacer teniendo a su lado a alguien que lo está reviviendo, que está cavando entre sus recuerdos y saca a flote el daño que ha ocasionado. Yo me estoy pareciendo a quien era él y lo que menos necesita es un recordatorio permanente de lo que ha hecho.

Por eso lo he hecho, no simplemente porque me lastimaba a mí, eso no importa, lo que importante es él, sus sentimientos, su bienestar y no puedo estar con él sabiendo que en algún momento empezará a apoyar mis locuras o yo terminaré hundiéndolo conmigo.

No puedo parar de llorar. Lo he perdido todo. Absolutamente todo.

Me levanto a duras penas y me acerco a la cocina, aún sin poder dejar de sollozar.

Abro el cajón de los cubiertos y saco el cuchillo más grande y filoso.

Mis piernas me fallan y caigo al suelo nuevamente. Acerco el cuchillo a mi brazo izquierdo. Por un momento estoy haciendo las cosas sin siquiera pensarlas. Solo quiero acabar con el dolor. No tengo porqué seguir luchando.

Pego el cuchillo a mi piel y una fina línea roja se escabulle del lugar en donde lo posé.

-Porqué te haces daño?

Una voz sumamente chillona y confundida me hizo detenerme y levantar la mirada.

Maqui estaba parada justo frente a mí con un peluche de panda en sus manos.

Sus ojos brillaban curiosos y hasta distinguí que estaban un poco húmedos.

-Estabas llorando? -le pregunté, por fin, dejando de sollozar.

Negó con la cabeza.

-Vuelve a tu habitación, Maqui.

Sin embargo, ella seguía mirándome en la misma posición.

-Porqué te haces daño? -volvió a repetir.

Agache la mirada. Por un segundo me sentí sumamente avergonzada ante una pequeña de unos cinco años aparentemente.

-Eres un ángel? -preguntó de repente.

Rápidamente alcé la mirada hacia ella y fruncí el ceño.

-Porqué crees eso?

-Porque quieres morir -respondió -Los ángeles están en el cielo, igual que mamá y tú quieres ir con ella.

Sentí una presión mucho más fuerte en el pecho al escuchar su aguda voz hablar de la muerte.

No sabía que decir, estaba helada ante sus palabras y una ola de tristeza doblemente mayor me inundó.

-Tú mamá no quería morir -fue todo lo que pude articular.

Ella rodeó con brazos a su panda, lo apretó con fuerza contra su pecho.

-Mamá lo intentó una vez -no comprendí -lloraba y decía que ya no aguantaba, que quería morir. Yo solo la observé desde la puerta mientras ella tomaba su medicina. -agachó la cabeza solo un segundo antes de continuar -Yo pensé que la medicina la pondría bien, pero no fue así. La medicina es muy mala, porque en poco tiempo ella empezó a moverse en el suelo mientras una rara espuma salía de su boca.

MI BOSQUEWhere stories live. Discover now