Capítulo 33.

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" 𝑨𝒍𝒈ú𝒏 𝒅í𝒂.''



Miedo.

Hay muchas definiciones para esa palabra. En el diccionario nos dicen que es la sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. Algunas personas dicen que el miedo es, en pocas palabras, cobardía.

Yo conocí el miedo cuando me arrebataron a mi hermana de los brazos y, ahora, había regresado para golpearme en la cara.

Ver a Adriel hincado frente a mí me regresó al presente. No podía dejar de pensar que no solo tenía que centrarme en regresar a Levy a salvo, también tenía que cuidar de mi hermano mayor. Aunque él siempre supo cuidarse solo, no era lo mismo las peleas en la escuela con el fin de defender a alguien, desde ese momento nos íbamos a convertir en asesinos, tarde o temprano.

Volví a sentir que me faltaba el aire de solo imaginarme a Adriel en el piso, cubierto de sangre, su sangre. Cerré los ojos con fuerza, apretando las manos de mi hermano.

—Esto es una broma. Grigori, dime que esto es una maldita broma. —Escuché como Janifer se levantaba, lanzando la silla hacia atrás de golpe.

—Ava, Ava...—Adeline me llamaba con voz baja mientras me acariciaba el brazo. —Está bien, tranquila...—Susurró.

—Abre los ojos, estamos aquí, Ava, todo estará bien. —Esa era Beca, también la escuchaba cerca.

Adriel me envolvió nuevamente en sus brazos con tanta fuerza que solté todo el aire que estaba conteniendo, además de las lágrimas. Pasaba una mano por mi cabello y bajaba hasta mi cintura, una y otra vez. Desde que tengo memoria Adriel hacía eso para calmarme, una vez me dijo que lo había visto en una película cuando yo tenía 6 años, donde la protagonista dijo que eso era bueno para calmar a las personas que lloraban. Siempre que me sentía mal y lloraba, Adriel me abrazaba y me acariciaba la espalda de esa manera.

Nunca me había sentido tan en casa, tan protegida, como en los brazos de mi hermano mayor. Era lo más cerca que había estado de casa por semanas.

Abrí los ojos mientras Adriel se separaba de mí, pude ver que Adeline estaba hincada a su lado, mirándome preocupada. Sentí una mano en el hombro, una mano pequeña, imaginé que sería Rebeca.

Me aclaré la garganta. —Lo siento...—Murmuré, mirando mis manos.

Adeline empujó un poco a Adriel para estar más cerca de mí y me tomó las manos. Mi hermano la miró frunciendo el ceño, pero no le dijo nada, menos cuando miraba como se preocupaba. —Nena, no pasa nada, no tienes que disculparte.-Me rodeó con los brazos por los hombros, pero no duró mucho porque alguien se aclaró la garganta.

— ¿Ya terminaste de hacer tu escena, De Luque? —Preguntó Janifer detrás de mí.

Sentí a Adeline tensarse en mis brazos, me soltó lentamente y de la nada se levantó de golpe. La seguí con la mirada, más no me levanté con ella, no tenía fuerzas ni para pelear con la rubia de buenas curvas.

—Esa es la última, Alarcón. —Después de eso le dio un fuerte empujón a Janifer, haciendo que perdiera un poco el equilibro, ya que, al parecer, no se lo esperaba.

Janifer trató de tomarla por el cabello, pero Adeline era más rápida; le dio un puñetazo en el estómago, aquello hizo que Janifer se doblara un poco, esta última trató de regresar el golpe, dándole cerca del pecho.

Nadie trató de separarlas, así que hice ademán para levantarme, ya que por mi era que Adeline se le había lanzado encima a Janifer, pero Adriel me obligó a sentarme de nuevo, empujándome hasta quedar acorralada en la silla. Lo miré mal y él solo me sonrió con diversión. Al cabrón le encantaba ver a otras personas pelear. También sabía que quería que alguien le hiciera algo a Janifer por hablarme así, pero claro que él jamás le tocaría un pelo.

Liberandum ©Where stories live. Discover now