Capítulo 25.

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25.- In the stars- Benson Boone.

Lo hermoso de ser escritor es que puedes hacer lo que quieras, como quieras, cuando quieras, más aún si escoges la ficción.

Que lindo es, ¿no? Que lindo es hacerte escapar de un mal día, de entretenerte, de enamorarte, de hacer que me odies. Cada sentimiento que un lector siente al leerme yo también lo sentí al momento de escribirlo, puedo llegar a borrar un mal día, entretenerme, enamorarme y odiarme, todo con unos simples párrafos, por lo que te entiendo.

Cuando la vi mi mundo se puso de cabeza y a medida que la iba conociendo, que me iba a enamorando, me di cuenta de que no era un vagabundo o un egoísta, solo era un hombre enamorado, con cáncer, que solo quería vivir la vida y hacerla feliz. Por lo que, si llegaste a este punto de la historia sé que no quieres el final trágico, yo tampoco, lo odio, odio lo real, prefiero los milagros, en donde el chico se levanta de la cama y besa la chica, en donde son felices hasta que mueren por comer perdices o algo así.

Ya tenemos suficiente con lo real, ¿verdad? ¿Por qué no podemos vivir en un romance de película?

Me debatí en que final darnos, ¿uno real o una ficción?

¿Los dos?

La verdad es que no siento que la realidad y la ficción deban combinarse, al menos no en este caso.

Aunque odies el hecho de que todas las princesas tengan un final feliz para todo, me di cuenta de que quiero dártelo, porque lo mereces, porque te amo, porque eres una princesa y como te dije aquella vez en medio de la calle, empecé a creer en los cuentos de hadas cuando nuestras miradas colisionaron por primera vez.

Ya estás viviendo la realidad, ahora quiero darte a ti, princesa, la ficción.

Así que volvamos al día que nos dieron la noticia, ¿recuerdas? Solo que está vez... será diferente.

Había llegado el día de control con la doctora While. Mamá estaba sentada a mi lado y papá de pie junto a ella, Aurora estaba detrás de mi, con sus manos apoyadas fuertemente en mis hombros, como si quisiera sostenerse. Estaba nerviosa, yo también lo estaba, pero debía permanecer fuerte por ellos.

Sentía que las cosas habían mejorado, mi apetito había vuelto aún cuando la quimioterapia había hecho de las suyas, ya no me sentía débil y no había tenido dolores de cabeza, ni vómitos, nada. No quería hacerme ilusiones, pero la verdad era que tenía fe de que las cosas habían cambiado para mejor.

Con ese pensamiento fijo en mi mente la doctora While levantó la mirada con lágrimas en sus ojos, sonriente, feliz y lo supe, lo había logrado.

Lo habíamos logrado.

—Estás libre de cáncer, campeón.

Aurora fue la primera en gritar de la emoción y abrazarme por la espalda, seguido de mamá y papá que no dejaban de besar mis mejillas.

COLLIDE: La historia de una colisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora