Capítulo 8.

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8.-High Hopes-Kodaline.

El magnetismo que exudaba Lucky por los poros era imposible de evitar, tanto así que la distracción principal de aquella tarde estaba lejos de ser yo, era todo Lucky Jacobi, con su nariz respingada, su sonrisa ladina y esos ojos brillantemente azules que no podía dejar de mirar una vez que posaba su mirada en mí. Química pasó a un segundo plano cuando Lucky trataba de explicarme las distintas fórmulas que saldrían en el examen, no estaba prestando ni la más mínima atención y él se dio cuenta.

—Aurora, eres la peor compañera de estudios posible.

Tenía razón, era la peor compañera de estudios de la historia, pero todo era culpa de él. Sin embargo, no se lo dije, solo fingí enojarme con él.

—¿Yo? Pues tú eres el peor profesor de la historia, no entiendo siquiera la mitad de lo que estás diciendo.

—Soy muy buen profesor —se quejó y lanzó una almohada en mi dirección.

Mi respuesta fue jadear, tomar otra almohada y no la arrojé, directamente lo golpeé con todas mis fuerzas. Lucky frunció el ceño, tomó la almohada anteriormente lanzada hacia mí y respondió. Sin poder evitarlo ambas partes nos sumergimos en una terrible guerra de almohadas, Lucky no midió su fuerza y muchas veces me hizo quejarme del dolor, pero yo tampoco me dejé, golpeé con tanta fuerza su cabeza a lo que él respondió con una larga carcajada, le divertía.

Las risas subieron de nivel, por un momento pensé que su madre nos estaría escuchando claramente desde la cocina.

De un momento a otro, Lucky se puso de pie en su cama y trató de golpearme, pero esquivé el movimiento por los pelos lo que hizo que se tropezara y cayera fuertemente al suelo, me asusté.

—¡Lucky! ¡¿Estás bien?!—Dejé la almohada de lado arrojándome a un lado de su cuerpo en el suelo. Lucky frunció el ceño, pero segundos después empezó a carcajearse, mi corazón detenido volvió a latir con tranquilidad al notar que no había sido nada grave—. Eso te pasa por mala persona.

—¿Mala persona? Eres un vil duendecillo, no sé de donde sacaste tanta fuerza—Acarició su frente mientras poco a poco dejaba de reír, por un momento dejo salir un quejido de dolor—. Hiciste que me doliera la cabeza.

—Tu iniciaste—me defendí.

—Es cierto, yo inicié —sonrió malévolamente—, no dejes una almohada cerca Aurora, tal vez contraataque luego de esta terrible derrota.

Inflé mi pecho en señal de estar preparada.

—Volveré a ganarte si es necesario.

Lucky sonrió, yo le respondí. Hasta que me fijé como más allá de su lugar en el suelo estaba colocado aquel diario de cuero en la parte baja de uno de sus libreros. Mi mirada quedó fija en aquel lugar, la sonrisa abandonó mi rostro mientras la ansiedad se encendió un poco en mi interior.

COLLIDE: La historia de una colisiónOù les histoires vivent. Découvrez maintenant