Capítulo 4.

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4.-Moondust-Jaymes Young.

Desde esa tarde bajo el techo estrellado de su habitación Lucky Jacobi y yo nos hicimos inseparables. Además, fue la primera vez que compartimos un abrazo debajo de las estrellas.

Los días pasaron y se convirtieron en semanas, tres para ser exactos, en dónde tuve que acostumbrarme a mi nuevo instituto y a las miradas que conllevaban ser amiga de Lucky. Él si era famoso, no era un cantante, tampoco un actor o un modelo—aunque tenía el porte para ser uno—, no, Lucky hacia arte, a través de sus palabras. "La historia de..." era más que una sección del periódico escolar, la población estudiantil realmente amaba las palabras de Lucky y desde que lo descubrí no pude evitar leer cada una de sus entradas.

Hace tres noches leí quizás la más oscura de ellas, se titulaba La historia de un chico sin oportunidades. Lucky explicaba cómo se había enterado de que tenía cáncer. Todo empezó con un desmayo, se había desmayado luego de haber celebrado un home run que logró en un juego entre amigos. Todos pensaron que había sido una baja de azúcar por lo que no le prestaron demasiada atención, pero... las cosas empeoraron.

Lucky explicaba cómo empezó a sufrir dolores martilleantes de cabeza y como su vista se nublada; sentía que estaba siendo torturado, algo pasaba y no sabía qué, tampoco quería preocupar a mi familia por lo que me callé, había escrito en su relato. Pero no pudo guardar más silencio cuando su jaqueca incluyó náuseas y el dolor se había convertido en algo insoportable.

Esa noche lloré, porque, aunque Lucky se había salvado ahora entendía sus anteriores palabras. Lucky había muerto con cada dolor de cabeza, con cada acercamiento al inodoro para vomitar la comida que había consumido en el día. Lucky había sufrido a tan temprana edad por aquel aterrorizante monstruo quien había ganado la batalla con la esposa de Nick y... mi padre.

A la mañana siguiente había guardado más silencio de lo habitual en el desayuno, mis ojeras eran marcadas y mis ojos estaban enrojecidos. Lucky lo notó, sin embargo no hizo comentario alguno.

Al día de hoy no le había contado sobre cuán obsesionada estaba con sus escritos, el cómo había empezado a desear que fuera viernes para que publicara alguna nueva entrada en su sección en el periódico escolar. Sin saberlo me había convertido en una de esas chicas que lo miraba en los pasillos, solo que yo lo hacía cada vez que Lucky me comentaba algún tema, era mucho menos disimulada cuando volvíamos a casa por la tarde después del instituto.

—¿Por qué estás sonriendo de esa manera?—preguntó él sobre su patineta siguiendo el ritmo de mis pasos.

Me encogí de hombros y en respuesta miré un poco más como era tan ágil con aquella tabla de cuatro ruedas. Lucky Jacobi era atractivo, pero él sobre su patineta era... un deleite visual.

—¿Crees que podrías enseñarme a patinar?

Lucky se detuvo y puso su tabla entre sus manos. Me miró bastante curioso, como si no se esperara esa solicitud de mi parte.

COLLIDE: La historia de una colisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora