Capítulo 1.

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1.- This Town-Niall Horan.

A veces pienso que somos como noches con cielos estrellados. Las estrellas están ahí para iluminarnos, pero no siempre podemos verlas, esto se puede deber a que el cielo está nublado o simplemente que no nos tomamos un segundo de nuestro tiempo para apreciar lo que nos regala la vida. Digo que somos como noches con cielos estrellados porque cada individuo camina justo al lado del otro, a veces podemos verlos, casi siempre seguimos caminando sin mirar atrás y nos sumergimos en nuestros problemas. Pero en las noches con cielos estrellados también aparecen las estrellas fugaces, rápidas, hermosas, interesantes y queremos saber todo de ellas, es ahí cuando permanecemos mirando el cielo, buscando, tratando de conseguir otra, podemos volver a ver una nueva, pero no siempre sucede de inmediato, solo pudimos ver esa estrella fugaz abandonando la compañía de las que aún permanecen a nuestra vista y puede que pase mucho tiempo para que veamos otra estrella fugaz como esa.

Después sale el sol en todo su esplendor y sentimos su calidez en nuestra piel. Nos olvidamos de la estrella fugaz, permanece en nuestros pensamientos, llega la noche y volvemos a buscar o simplemente... esperamos que otra espontáneamente caiga.

Lucky Jacobi fue la estrella fugaz de mi cielo estrellado, él estaba ahí, fijo, en el oscuro cielo brillando más que ningún otro, solo para mí y nadie más. Después... cayó

La primera vez que lo vi estaba cargando mis últimas cajas luego de sacarlas del camión de mudanzas. Mi madre acababa de casarse con Nicolas, Nick para los amigos, señor Hatch para los estudiantes. Era profesor de historia universal. Nos mudamos por su trabajo, al parecer una profesora se había jubilado en este instituto y él había obtenido el puesto. No pudimos quedarnos en los Estados Unidos, mi madre no pidió mi opinión, Nick mucho menos lo hizo. Solo tomamos nuestras cosas y nos fuimos de nuestro antiguo hogar.

Refunfuñé todo el camino hasta el nuevo lugar, también refunfuñaba cuando lo vi pasar montando su patineta, estaba vestido de negro y tenía una camisa a cuadros rojos desbotonadas, también pude notar que portaba unos auriculares en sus oídos. Patinó lejos de mí y yo no pude alejar mi vista de su cabello cubierto por un gorro tejido del mismo color de su ropa.

Me intrigó, sin embargo, no le presté mucha atención.

—Deberías dejar de teletransportarte al maravilloso mundo de Disney, princesa—escuché decir a Max, como siempre, burlándose de mí—. Olvídate que cargaré tu basura.

—Nunca pedí que cargaras mis cosas, Max.

Pasé a un lado de él golpeando su cabeza, no se quejó, pero noté el brillo malicioso en sus ojos. Nick no era tan malo, Max, su malévolo hijo, sería mi pesadilla a partir de ahora. O bueno, lo era desde que se convirtió en mi pequeño hermanastro. Dieciséis años y seguía comportándose como un niño de diez.

Gracias al cielo pude llegar a mi habitación sin ningún otro contratiempo. Coloqué las últimas cajas junto a la pila de ocho que estaban en una esquina y me arrojé en la cama. Todo había pasado tan rápido, pero al menos tuve tiempo de despedirme de la señora Marie, mi antigua vecina y quizás la única amiga que había formado a mis diecisiete años. Era un poco tímida y creía que las chicas no me veían muy divertida. Nunca había ido a una fiesta, al menos nunca me habían invitado a una, nunca había tenido una mejor amiga, por lo que no sabía lo que era tener una pijamada, mucho menos había tenido un novio, así que no conocía como se sentía besar. Obviamente eso no lo decía en voz alta, aunque la verdad era que no tenía a nadie para confesarle tales cosas, con la señora Marie hablábamos de conflictos políticos y el último chisme del barrio, nunca sobre problemas de adolescentes. Mi mamá y yo tampoco éramos muy unidas, con solo decir que me enteré que salía con Nick cuando ya estaban comprometidos.

COLLIDE: La historia de una colisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora