Lost at sea: Collapse

By Ensalitrada

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3º Libro de Lost at sea ¿Deseando saber cómo acaba esta trilogía? Yo que tu, lo leería. 28-06-2021 2º #Ro... More

Introducción
Una experta ladrona de camisetas
Octavian tiene una fiesta del té con sus peluches divinos
Percy descarga su torpeza con unas macetas
Una interminable lista de delitos que me provoca sueño
Aprendo que no debería intentar hacer mis sueños realidad
Me quedo con ganas de hacer una barbacoa
Se aprueba dormir con un arma bajo la almohada
Ya no se puede llorar sin que te amenacen
Lanzamiento olímpico de ojo
Lanzar cuchillos se convierte en desestresante natural
Frank está a un suspiro de morir en su cocina
Tres cocineros experimentados en intestinos de vaca
Nos sugieren crear nuestra propia matanza
Me pienso si es mejor revivir un brazo o un cerdo
Los muertos hablan a través de caballos enanos
Me aficiono a molestar mientras trabajan
Una cutre historia de miedo que provoca pesadillas
Vuelvo a darme cuenta de que no sé mentir
Hazel resulta ser una tramposa jugando
Una maestra de la actuación a grandes niveles
Nos convertimos en jugadores profesional de ajedrez
Todos mis problemas empiezan por culpa de unos ojos
La comida es el idioma universal para hacer caso
Siento un frío muy extraño surgir en mí
Me hacen un regalo visiblemente más útil
Piper y Hazel están cerca de cargarse la madera del suelo
A Chris le falta sangre en las venas
Tres diferentes borrachos y de nuevo al rechazo
Aún con resaca, el trabajo es lo primero
Un cambio de aliado poco equiparable
Dos expulsadas de la habitación por buena convivencia
Copio el truco de Will para coger sol
Le doy más trabajo de la cuenta a Will
Echamos a suertes qué mito es el real
Tengo una peculiar y siniestra costumbre nocturna
Dos espías nocturnas la mar de cualificadas
Cambiamos el mapa por una paloma blanca
Percy es el niño solitario de una feria
El día en que la moralidad fue lo menos moral
No me quedan ni sillas en el camarote
Will se convierte en decorador profesional
Hazel amante de los animales y de los tés
Reyna me salva de una posible insolación
Tengo un don para ver árboles brillantes
Los tres condecorados de honor como cebo
La moneda me da más problemas que cuando no la tenía
Comienzo a creerme que sí tengo buena memoria
Un gobernador con el mismo poder que un burro
Me convierto sin saberlo en un ladrón de calcetines
Decidimos dónde tenemos menos probabilidades de morir
Me dan la peor noticia del mundo
Una caída de lo más desagradable
Estamos sorteando si ser devorados o ahogados
Decido que vamos a morir interminables veces
Nos libramos de tener que fregar el barco
Una ofrenda mal hecha que solo gasta comida
Una habitación con terraza chill-out
Hazel tiene una mala afición con golpearme
Una explosión de color en todo lo negro
Una tarifa premium que solo provoca problemas
Me hago la idea de que tendré una casa rosa
Asistimos a un concierto de muerte
Nos toca de imprevisto decirle adiós a la gran Thalia Grace
Clarisse nos da el empujón que necesitábamos y yo me canso de ser bueno
Comienzo a repasar toda la fauna marina
Némesis me hace una muy tentadora propuesta
Si hablo, la fastidio. Y si no, también.
Poseidón parece que será el nuevo tripulante del Argo II
Me reto a mí misma a una carrera
Le robo el puesto a Nico de chico siniestro al hablar con muertos
Leo le hace una propuesta indecente a Clarisse
No nos sirve planear las cosas con antelación
Nico vive su peor pesadilla hecha realidad
Le destrozamos los Asfódelos a Hades
Otra nueva pista que me confirma que doy asco ligando
Unos perros con buen olfato y también muy listos
Le hago un bigote a Océano
Echo de menos vivir en la ignorancia
Comparto un recuerdo permanente con Ethan
Nico lo mismo que te abre cocos, te abre latas
Una macro-fiesta metálica con fuegos artificiales
Oh gran Thalia, concede mi deseo
Nuestra llegada a España es un auténtico éxito
Soy todo un señor y el último que se desmaye, gana.
Aún en son de paz, nos tienen miedo
Nunca volveré a ver a los perros de la misma manera
Una rápida lección de francés de la mano de Thalia Grace
El destino del mundo depende de una botella
Pasamos de ser los capitanes a una penitencia perpetua
Clarisse se convierte en pastora asesina
La primera vez que tengo puntería, condeno a la humanidad
Me convierto en una cigueña pero sin plumas

Los privilegios de ser la novia de Leo

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By Ensalitrada

POV Percy

Comenzaba a entender por qué el proverbio <<todo lo que es del mar siempre vuelve a él>> es totalmente cierto. Siempre lo había asociado a la perseverancia, las olas chocando una y otra vez contra la costa, los acantilados o las grandes rocas, golpeándolas una y otra vez sin descanso cada día cada hora, hasta conseguir pequeñas partículas que vuelven de nuevo a él.

Ahora me sentía como si le perteneciese, luché o al menos eso quería pensar para no volver a él, esta no es la vida que quería luego de todo lo que logré conseguir pero heme aquí, en el barco de nuevo como si fuera mi hogar. Lo sería por un tiempo y luego, no sé. Y eso asustaba. Aún así la sensación de plenitud al aspirar y sentir el aroma de la madera entremezclado con el mar me tranquilizaba, demasiados recuerdos y emociones. También me sentía culpable, estaba comenzando a cogerle gusto a estar aquí apenas unas horas, cosa que no era para nada justo tras traicionar al reino español.

Annabeth estaba alejada de todos junto a Nico en una esquina del barco, apenas hablaban, algún que otro susurro, pero se miraban a los ojos y parecía que se entendían, como si mantuviesen una conversación en su propio idioma ajenos a todos. Me sentía patético observándoles y deseando saber cómo ayudarles, comprenderles,... era estúpido de mi parte, sobretodo al recordar que ellos no lo hicieron por mi, al contrario, se fueron dejándonos en la más absoluta decadencia mirando solo por sus intereses.

-Por más que los mires, no sacarás respuestas – me sobresalté al escuchar la voz de Hazel.

-¿No las quieres tu también? Sé que te llevabas muy bien con Nico – respondí. Hasta que Hazel no vino a mi lado no recaí en que me había alejado de todos, quedándome en un rincón del barco yo solo al igual que ellos dos.

-Nico es mi hermano – soltó cogiéndome totalmente de sorpresa – Créeme que me duele y no, no quiero explicaciones, jamás podré llegar a entender lo que es perder a una hermana y encima matarla tu por un engaño.

-No voy a decir que no os parecéis, creo que con los Grace me queda claro que el aspecto no es un rasgo entre hermanos – comenté con gracia consiguiendo sacarle una sonrisa - ¿Por qué me lo cuentas? ¿Y quienes lo saben?

-Frank obviamente y Reyna. Annabeth creo que también, se le escapó a Nico hace mucho tiempo – sonrió y asentí, había elegido bien en quien confiar, esos ni torturándoles soltaban nada – Y supuse que te ayudaría saberlo, aunque también me alegro habértelo contado

-No entiendo Haz ¿En que me ayuda saber que sois hermanos? No es por ofenderte – dije con cuidado sin saber por dónde iba – Y si te ayudó decírmelo está bien, no se lo contaré a nadie – su asentimiento seguro me confirmaba que confiaba plenamente en mi.

-Para que te des cuenta que no puedes preocuparte por todos Percy, todos sufrimos y tu ni siquiera te das cuenta de la mitad, no puedes abarcar todo – murmuró con voz tranquila, sin reprocharme nada aunque sentí las ganas de disculparme por no haber estado pendiente de ella – Tienes que aceptar que hay cosas que simplemente, no se dan.

-Lo pasaste mal cuando Nico se fue, pero ahora me hago una idea de que fue más duro de lo que pensaba – susurré con lástima – Perdona por no haber estado para ti.

-Eres más parecido a Thalia de lo que crees, por eso congeniáis tan bien. A pesar de que ella sea falsamente egocéntrica, o quizás sea verdad, no lo sé, pero el caso es que miráis por los demás antes que por vosotros mismos, es noble, pero no es sano si no controlas- sonaba como un regaño manchado de lección de vida. Asentí tratando de hacerle ver que le entendía, pero no podía controlarlo, para mi es difícil – Frank y Reyna me apoyaron mucho, estoy bien – aseguró para quitarme cargo de conciencia.

-Te refieres a Nico como tu hermano, porque lo es - murmuré tratando de escoger bien mis palabras y no hablar sin pensar - ¿Por qué con Bianca no?

-He vivido toda mi vida desde que me enteré de la existencia de Nico y él me contó sobre ella pensando que estaba muerta. Nunca sufrí por su supuesta muerte porque no la conocí, pero luego.. volvió – dijo con una mueca dudosa, todavía era chocante recordar que estuvieron años separados pensando que uno de ellos había sido asesinado – Todos me veis como la chica cariñosa y adorable, si es cierto, lo soy y estoy orgullosa, pero me cuesta establecer esas relaciones tan fuentes. Consideré a Bianca una gran amiga, pero para mi siempre fue la otra hermana de Nico, no mía.

Estaba tan centrado en Annabeth que ni siquiera supe mirar a mi alrededor, cada uno con su propia historia, a cada cuál más triste y odiaba estar en el medio sin saber cómo reaccionar o poder tirar de todos hacia delante.

-¿Qué vamos a hacer?

-Seguir, porque no podemos volver atrás – sonrió con aspereza.



Llegué viendo a todos alrededor de una de las mesas del comedor y nada más coger mi posición al lado de Piper, el chico de fuego extendió un nuevo plan sobre la mesa que esta vez si entendía. Estaba legible, era la segunda planta del barco, las habitaciones, aquel tema por el que estaba todos ansiosos y les entendía, la necesidad de ir a descansar luego del largo día de hoy era extremadamente apetecible.

-Hay habitaciones de sobra – comenzó Leo para la tranquilidad de todos – Hay dos a cada lado que son para cuatro personas, tuve que hacerlas así por la posición de los cañones, comedor y despensa – comenzó señalando los planos mientras hablaba – El resto son en pareja.

-Dijiste que no tendríamos que aguantarnos ¿y ahora pones que vamos de cuatro en cuatro? - comenzó a protestar Clarisse.

-Te recuerdo que estamos en un barco, no en un motel – gruñó Leo – Soy bueno pero no hago milagros Clarisse. Además como dije hay espacio de sobra, podéis poneros tres en una, y la cama restante para las armas, lo que queráis.

-Entonces no prometa mierdas cuando no puedes cumplirlas Valdez.

-Clarisse, gracias a Leo tenéis medio de huida y un techo, deja de poner pegas – defendió Calipso a su novio.

-No Clarisse, vamos a mantener la paz – frenó Silena cuando la morena ya iba a sacar la lanza. Dioses es de noche, teníamos sueño, no sé de dónde consigue las energías esta mujer para querer pelear – Clarisse y yo en una. Luego Charlie, Chris y Travis en la de al lado – se adelantó empezando la subasta de habitaciones.

-Y parecía tonta la chica, ya ha cogido una de las grandes – comentó Travis como si no fuese él quien va en la grande.

-¿Por qué yo contigo? Yo voy con Chris – se quejó Clarisse frenando a Leo quien ya iba a apuntar sus nombres en el plano.

-Si puedo opinar, prefiero chicos y chicas por separado, la maternidad no es mi campo de estudio – comentó Will provocando una exclamación ahogada de Hazel mientras se sonrojaba negando con la cabeza.

-Vosotras no tenéis ese problema – carcajeó Silena mirando a Thalia solo cuando vio a Reyna fulminarla con la mirada ante su broma de poco gusto, al menos para ella.

-Yo ya soy mamá de esta cosa adorable de aquí – negó Thalia haciéndole burla a Argentum tratando de acariciarle pero el animal apartó la cabeza tratando de morderle la mano – Es un poco problemático y gruñón, sacó el carácter de su otra madre.

-Hagamos caso a Will, por favor – pedí cortando los desvaríos de Thals y noté mi voz más cansada de lo normal – Por separado, Clarisse te queda con Silena.

Parecía tener intenciones de replicar pero se frenó seguramente porque ya se notaría que lo hacía por amor al arte. Silena parecía ser su amiga y su cara no fue de disgusto cuando la chica propuso compartir habitación con ella pero claro, tenía que quejarse o no era ella.

-Ah pues en ese caso yo con mi hermana - se apresuró a hablar Thalia señalando una habitación.

Comenzaba a entender por qué Hazel me comparó con Thalia. Yo también quedaba como un lento a veces, así que sabía que no debía estar cómoda al tener todas las miradas sobre ella esperando a que le viniese la iluminación y volviese a pensar sus palabra y los grandes detalles que se le escapaban.

-Déjenle unos segundos, está reflexionando – se burló Zöe. La mirada de Thalia alternaba entre Annabeth y yo, buscando una ayuda que ninguno parecíamos querer ofrecerle esperando a que lo hiciese por si misma.

-¿Pero qué mierda miráis, imbéciles? - se quejó comenzando a cabrearse y fijó su vista en Reyna durante unos segundos hasta que por fin abrió los ojos cayendo en la cuenta por fin de que su novia era una chica – Annabeth hermana, sabes que yo te quiero mucho... - comenzó con una mirada de disculpa hacia la rubia.

-También soy capitana Thals, yo ya tengo mi habitación – la tranquilizó.

-No, yo coy con Calipso – negó Reyna agarrando la mano de su novia cuando fue a señalar una habitación para ellas.

-¿Y por qué no conmigo y Hazel? - preguntó Piper poniendo cara de ofendida - ¡Eso me ha dolido Reyna!

-Hablas mucho, quiero tranquilidad – resumió la pretora.

-Me siento halagada de verdad, me pondría contigo – dijo con una mueca la novia de Leo – Pero no quiero tener a Thalia entrando sin permiso en mi habitación a cada hora del día.

-¡Yo no hago eso! - negó y no pude aguantar la carcajada que salió de mi garganta - Tu cállate excremento de calamar, esto no va contigo.

-Reyna.... - murmuré con gracia a ver su falsa expresión de martirio - ¿Aceptas?

-Qué remedio – suspiró con pesadez – La que esté más cerca de las celdas por favor, por si tengo que encerrarla ahí.

Una sensación de alivio me inundó al ver a Thalia abrir la boca de forma exagerada mientras se llevaba la mano al pecho con dramatismo, no me cabía la duda que a pesar de todo la había echado de menos, a ella y a sus tonterías. Dentro de cada situación tensa siempre estaba ella junto a Leo para calmar los nervios y eso lo valoraba bastante.

-Zöe y yo con Grover - dijo Rachel con rapidez señalando otra en el mapa, asegurándose su puesto - Así podemos seguir con las camisetas y las protestas de la caza furtiva. ¡Y lo de los bosques! - añadió ilusionada. Compartían afición por movimientos sociales.

-¿Puedo dormir en la celda? Por favor, no voy a aguantar - pidió Zöe al escuchar a su amiga. Pobre, sé cuán intensa es Rachel.

-Puedes cambiarte conmigo y te quedas con Thalia - bromeó Reyna mirando de reojo a su novia que solo gruñía por lo bajo.

-Prefiero la celda y las conversaciones sobre naturaleza amenazada - sentenció Zöe.

-Iros a tomar por culo, todos - insultó Thalia - Incluso tu - miró a Reyna.

Negué entretenido hacia Reyna, viendo cómo tenía una mirada maliciosa al poder molestar a Thalia. Debería acostumbrarse, se recoge lo que se siembra y me temo que la ojiazul se pasa la vida insultando a todo el mundo y metiéndose con cualquier ser vivo, así que un poco de su propia medicina por más que sea en broma nunca viene mal. Me dieron ganas de protestar cuando mi mejor amiga sujetó con disimulo su mano, cambiando al segundo el ceño fruncido de Thalia quien volvía a tener buen humor. No es justo, no había pasado el suficiente mal rato.

-De igual modo, Grover es un chico ¿estás sorda pecosa? - preguntó Annabeth cortando la atención de ellas. Vaya, parecía que había olvidado todo con respecto a nosotros, pero el apodo de Rachel se le había quedado grabado, seguramente porque le molestaba a mi amiga.

-Grover es un sátiro, no cuenta - contrarrestó Will.

-Macho, soy un chico - dijo ofendido Grover - Pero a mi me gustan las ninfas.

Lo recordaba, sobretodo aquellas que amenazaban con matarnos. De algún modo tenía gustos parecidos a él, solo que yo me decantaba por humanas. Pero en lo de que sena malhumoradas, estábamos igual, tienen su atractivo.

-Y a mi no me gustan las cabras - añadió Rachel.

-Antes me pongo en una habitación con Thalia a tener algo con alguno de vosotros - finalizó Zöe pasando una mirada de absoluto asco por todos nosotros. La sutileza no es su fuerte.

-Ya te gustaría contar con mi presencia, pero estoy cogida ya y me caes mal - dijo con altanería Thalia, recordándome a Annabeth por unos segundos. En Thalia supe que era en broma, pero de Annabeth si me esperaba que dado este nuevo cambio, fuese en serio, a cualquiera de nosotros.

Me alegraba ser capitán ahora mismo, en situaciones parecidas de estar eligiendo compañero no podía evitar la maraña de recuerdos que me surcaban la mente. Siempre era el chaval escuálido y esmirriado al que escogían para jugar a la pelota en la calle en el último puesto, si me escogían. Ya no dolía pero en ese tiempo lo pasaba fatal.

De igual modo contaba con la seguridad de que esta vez si tenía amigos y podía asegurar que no me quedaría fuera. Buscarían la manera de dividirnos entre nosotros para que ninguno estuviese solo. Había tenido demasiada suerte al conocerlos, en este ámbito podía considerarme la persona más afortunado del mundo.

-Conmigo van superman, el chico bestia y el solecito - eligió Leo.

Nada más terminó de hablar, Frank dirigió su mirada al techo en una silenciosa plegaría de ayuda mientras Hazel le daba la mano en apoyo. Es demasiado tranquilo como para estar con Leo, aunque ya debería estar más que acostumbrado, excepto por el fuego, todavía le provoca pesadillas al chico. Le hemos dicho que por favor no se prenda cerca de Frank por su salud mental.

-¡No!¡Idiota! - susurró demasiado alto Jason.

Comenzó a mirar a Leo como si tuviesen su propio idioma, Silena al lado del rubio también le mandaba miradas furiosas a Valdez como si hubiese provocado una guerra él solo. Y mi pobre amigo no se enteraba de nada, al menos hasta que tuvieron que susurrarse entre ellos.

-¡Es verdad! Will hermano yo te quería conmigo, pero aquí hay un pacto para que estés con el chico zombie - anunció Leo provocando que el rostro de Jason se colorase al descubrir en alto sus intenciones sin disimulo. Miro a Silena en ayuda y ella solo asentía sin inmutarse en que también estaba metida en el ajo, ella lucía con orgullo su maquiavélico plan.

El rubio se quedó quieto, tratando de armar un frase mientras veía cómo tenía un tic nervioso en las manos. Su mirada se alternaba entre la mesa y Leo para acabar en Di Angelo que nos observaba al lado de Annabeth en silencio sin comentar nada, como si no nos escuchase.

-Yo no tengo problema, si a Nico no le importa - consiguió hablar y se notaba el pequeño miedo en su voz ante la espera de la respuesta de Nico.

-Indiferente - respondió al final.

-Como veis es un chico de muchas palabras - comentó Leo recibiendo un codazo de Piper - Si te aburres Solecito, que no creo porque se nota que Nico es una gran compañía - exageró, demasiado - Eres bienvenido en mi habitación. Fiesta cada noche.

-Cuidado con lo que hacéis que quiero dormir - se quejó Calipso.

-Yo me daré una vuelta por ahí - añadió Thalia junto a Piper. Mi mejor amiga antes era responsable, pero la hermana de Annabeth desde el año pasado me la pasó al lado del mal.

-Tu en nuestra habitación - ordenó Reyna cortando los planes - Y Hazel, controla a Piper.

-¿Veis? Me adora.

-Entonces Miranda y yo en una de cuatro - decidió Calipso señalando la que quedaba.

-Espérate, habrá que sortearla ¿por qué vosotras dos os quedáis con la grande si soy dos como el resto? - gruñó Clarisse. Es entendible, a mi también me gustaría una grande solo para mi y otra persona más.

-Porque yo hice el barco y esta preciosura es mi novia - se chuleó Leo escuchando el gruñido de Clarisse al ver que no podía oponerse - Si me dice que quiere su habitación sin techo para tomar el sol, se lo haría. Así que chitón - dijo llevándose el dedo índice a los labios.

Chris Rodriguez sujetó con su mano el brazo de Clarisse, que si bien no se había movido, su puño estaba totalmente apretado aguantándose las ganas de borrarle la sonrisa de la cara a mi mejor amigo. Todo lo contrario a Miranda y Calipso, que además de agradecer a Leo su intervención, disfrutaban al ver el cabreo de la morena. Hoy Silena aguantaría su mal humor.

-¿Donde prefieres la caseta para tus perros? En cubierta podría ser una opción pero veo mejor quitar una de las celdas y ponerlos ahí. Todavía queda una para meter a Thalia - rió Leo. Estaba aprovechándose bastante, hasta que no pasase el periodo de agradecimiento por el Argo II podría disfrutar de inmunidad. Eso sí, cuando llevásemos unas semanas y se nos olvidase, no tardarán en matarlo como siga con sus bromas, sobretodo si son hacia Clarisse o Thalia.

-Aurum y Argentum duermen conmigo en la habitación como siempre, gracias por el ofrecimiento - respondió Reyna dándole una mirada rápida al que todavía estaba lamiéndose la pata afectada. Seguramente le pica la venda que le puso Will, ya hasta era veterinario, demasiado trabajo para él - Pero te agradecería si pudieses abrir un agujero en la puerta para que entren como en el castillo.

-A sus órdenes mi estimada pretora - le guiñó el ojo reviniendo un codazo de Calipso advirtiéndole de que Thalia no duraría mucho sin matarlo.

La primera vez que Reyna vio la modificación en su puerta, una sorpresa de Leo, fue a matarlo, literalmente. Llegó a su herrería donde estaba conmigo y Frank cargando su lanza dispuesta a atravesarlo, hasta que un asustado Leo tras mi espalda le explicó su función y le suplicó por una demostración. Al final quedó encantada con la autonomía que le daba a sus propios perros de entrar y salir cuando quisiesen sin esperar por ella. Leo había ganado su respeto momentáneo y salvado su vida.

Siempre bromeo con que van a matarlo por tantas bromas, pero ese día realmente me asusté, sobretodo al conocer que mi amiga ya venía cabreada de una reunión con Octavian donde se dedicó a insultar todas sus nuevas ideas para el reino sin siquiera mirarlas.

-Puedo dejarles mi cama para que duerman cómodos - ofreció Thalia como si les hiciese un favor, pero la sonrisa maliciosa que trataba de ocultar la delataba.

-Tu a tu cama - respondió Reyna parando de hablar con Piper.

-Nada que no hay manera macho - bufó Thalia y sentí ganas de palmearle la espalda en apoyo. Lo intentaba, pero no le salía nada bien.

La tripulación parecieron gacelas nada más Annabeth dio la orden de que podían ir a descansar y ya mañana comenzaríamos con el rumbo. Habíamos conseguido dejar el barco a la deriva y estableceríamos pequeñas guardias para esta noche, solo por si empeoraba el tiempo aunque no lo creía. Pero con nuestra mala suerte, mejor prevenir.

Siempre me gustó compartir camarote con Annabeth, hace un año estaría encantado y caminando a su lado para entrar y tener un poco de tranquilidad por fin. Ahora estaba siguiéndola incapaz de colocarme a la par suya y con un grado de incomodidad bestial. Cada vez que miraba por encima de su hombro a ver si la seguía yo desviaba la vista al mar, como si estuviese admirando el océano que no se ve ya tan entrada la noche y que mi destino fuese el mismo que el suyo solo era una mera casualidad.

Por su risa burlona supe que mi actuación no era buena, aún así intenté ignorarlo y seguir con mi interpretación para darle más realismo. No pensaba dar mi brazo a torcer y aceptar que estaba incómodo.

-Qué detalle - ironicé al ver cómo dejó la puerta abierta nada más entrar.

El mapa estaba sobre la mesa, del mismo modo que lo había dejado Piper nada más llegar, marcando nuestro primer destino. No lo había movido ni un solo milímetro.

-No has tocado el mapa - hablé frenándola cuando iba a entrar a su nueva habitación - Tu siempre lo mirabas varias veces, lo estudias ¿por qué ahora no?

-¿Me estás vigilando? - dijo con burla girando hacia mi y apoyándose en el marco de la puerta de brazos cruzados.

Era increíblemente injusto que cada vez que la veía estuviese más guapa. Es malditamente molesto.

-Responde y no cambies de tema - exigí tratando se aparentar seguridad. Ser pretor me había ayudado, aunque no me gustase había tenido que aprender a mandar, mucho más que cuando era capitán, pero es ver a Annabeth y la seguridad que tenía se me escapaba.

-A sus órdenes mi capitán - dijo acercándose hasta quedar al otro lado de la mesa y apoyar sus manos sobre el mapa sin siquiera echarle una ojeada, me ponía de los nervios su mirada - No lo pienso estudiar porque no voy a participar en la búsqueda.

Sus palabras fueron suficientes para atraer mi total atención y dejar de fijarme en cada movimiento que hacía. Su mirada era determinada, Annabeth jamás mentía, aunque estaba vez deseaba que fuese así.

-¿Qué? - traté de hablar - ¿Os vais? ¿De nuevo? Ya estáis acomodados aquí, tenéis que ayudarnos.

-No te equivoques Percy, yo no tengo ningún compromiso con ninguno de vosotros - especificó con cinismo. Parecía que trataba de herirme pero esta vez ni me inmuté - En cuanto un puerto lejos de los límites de Octavian, atracaremos y nos largaremos.

-¿Eres jodidamente consciente de que todos vamos a morir? Necesitamos vuestra ayuda - discutí.

-¿Sí? Te vi muy dudoso al decidir si mi cabeza iba o no a la horca ¿De verdad me necesitas? - lanzó la pregunta sonriente. Ni un rastro de sentimiento, ni siquiera dolida.

-Mi duda no era si moríais ambas o no, era si merecía la pena traicionar a quienes jamás me dieron la espalda por quienes sí lo hicieron. Es diferente.

Después de tanto tenía las narices de echarme eso en cara. Yo había sido capaz de no dejarme llevar por los sentimientos y aceptar que los necesitábamos a pesar de no estar cómodo con ella.

-Supéralo al igual que todo, te vi muy agusto con cada aspecto de tu vida - dijo poniéndose recta con un deje de ironía en su voz.

-Al contrario que tu no soy egoísta. Aunque no te quiera aquí me aguanto y acepto que te necesitamos, a todos vosotros.

-¿No me quieres aquí? Fíjate que yo si me alegraba de verte - se burló de mi propio ataque - Tranquilo Percy, no tendrás que soportarme durante mucho tiempo.

Se tensó cuando impedí que se fuera sujetando su brazo, estaba rígida pero no pensaba soltarla hasta que me diese una explicación, sobretodo de su actitud.

-¿Por qué? ¿Por qué no quieres ayudarnos? - traté de sonar calmado y que la voz no me temblase.

-No tenemos los mismos intereses, esta búsqueda no es mía - tiró con fuerza de su brazo liberándose de mi tonto agarre, sabía que yo no apretaría más - Déjalo estar.

-¿Qué es lo que buscas? ¿Por qué le robaste a Octavian? - volví a preguntar ignorando su respuesta - Ayúdame y te ayudaré, ambos salimos beneficiados.

-Eso a ti no te importa - espetó alejándose hacia su habitación - Ah y yo no necesito ayuda.

-No creo que acabar en la horca fuese un buen plan, sea lo que sea si me dejas ayudarte será más fácil. Es ganar y ganar, Annabeth si yo pierdo literalmente todos morimos ¡razona!

Me sentía estúpido pidiendo a la mismísima Annabeth Chase que usase la cabeza, pero es que ahora ni siquiera parecía ella. ¿Cómo no querer colaborar para asegurar la existencia del ser humano? Es irreal que no le entre en la cabeza.

-Nuestros destinos ya no están entrelazados Jackson, no fuerces cooperar conmigo cuando no será así.

Mis piernas no parecían querer moverse, de alguna forma cuando entró a su habitación y la perdí de vista se sintió similar a cuando se alejó hacia el barco hace un año.

Odié cómo no pude descargar mi ira cerrando la puerta del camarote, el portazo nunca llegó, por más fuerte que cerré la puerta esta ralentizó su movimiento en los últimos centímetros cerrándose con tanta calma que solo me cabreaba aún más. Maldito Leo, maldito todo.

Agradecía que por ahora nadie estuviese en cubierta, no quería que me viesen así. El frío de la noche comenzaba a calar en mis huesos, calmándome al inspirar sintiendo la brisa marina en su estado puro, lo había echado de menos. No sabía si temblaba a costa del frío, de impotencia o de rabia, tenía el orgullo herido de nuevo, tuve casi que suplicarle por ayuda, rebajarme para de nuevo recibir una negativa de su parte y que me diese la espalda. Alejaba los pensamientos que la mandaban a la mierda y del cabreo me autoconvencía que podía hacerlo todo yo solo, no quería mentirme a mi mismo.

Me había confirmado que volvía a marcharse, al menos tuvo la decencia de avisarme de su egoísmo con unos días de antelación, ironías de la vida, estaba seguro que no me hubiese comunicado nada si no la hubiese presionado a hablar.

Comenzaba a dudar de quién me llegué a enamorar hace tanto tiempo, esperaba que se hubiese dado en estos últimos meses un golpe tan fuerte en la cabeza que fuese suficiente para trastocarla y convertirla en alguien totalmente distinto. Pero si de verdad ella fue así, lamentaba profundamente lo ciego que estuve. Para mi era tan perfecta, cada momento con ella fue perfecto, los buenos y malos, pero ahora cada minuto se sentía como una lenta agonía.

-De tanto mirad el mar lo vas a gastar, o asustar - dijo Reyna llegando hasta mi posición sin obtener respuesta - Mira, tu y yo sabemos que no voy a abrazarte que es lo que seguramente necesitas, así que te toca hablar Percy.

-Hay veces que dudo si eres humana - traté de bromear incapaz de pagar mi cabreo con ella.

-Hay veces que desearía que no - se encogió de hombros moviendo un barril para colocarse a mi lado y sentarse - ¿Qué pasó con Annabeth?

-¿Soy tan predecible?

-Mis cabreos siempre tienen el nombre de Thalia Grace - dijo como si fuese una respuesta para mi - Quieras o no, lo que te saca de tus casillas ahora se llama Annabeth Chase - comentó con gracia.

-No es lo mismo - negué pero solo se quedó esperando a que siguiese hablando - Se van a volver a ir Reyna, nada más encuentren un puerto seguro.

-¿Y eso lo saben los demás? Los de su tripulación - especificó y me encogí de hombros, tampoco estuve para preguntarle - No podemos ganar sin ellos.

-Eso le dije, pero es una maldita egoísta que solo mira por sus intereses - mascullé con rabia - No me dijo la razón de su partida ¡a nadie!

Piper me había contado que le habían estado preguntando a todos los de su tripulación por qué se fueron, pero aunque el buen humor se había restablecido como si el tiempo entre ellos no hubiese pasado, el secreto de la inesperada partida era todavía un misterio. Todos respondían que eso solo le correspondía a Annabeth o Thalia decirlo, específicamente la rubia quien cómo no, fue la cabecilla de la operación. Nadie dado el panorama se atrevió a preguntarla, y yo que si lo hice, me llevé una negativa de su parte. Consideraba que me merezco al menos una explicación coherente. Aunque ya nada tiene sentido con esa chica.

-Soy incapaz de perdonarla, lo he intentado por mi salud mental pero no puedo - murmuré ante su silencio - Y algo que no logro entender es por qué tú estás con Thalia, deberías sentirte igual de traicionada que yo.

-Percy yo si lo sé - aseguró con la mirada arrepentida.

-¿Hace cuánto? - traté de controlar el nuevo cabreo que ascendía en mi.

-Desde que se fueron, bueno, un poco antes. Lo descubrí por mi misma, pero Thalia cuando me contó que se iban fue a decírmelo, no tengo motivos para enfadarme con ella.

Las imágenes de los primeros meses se reproducían sin control en mi cabeza, todas las veces que lloré en su presencia deseando saber cuál fue el motivo de su marcha... y ella siempre lo supo, no fue capaz de hablar.

Negó con la cabeza cuando la miré, sosteniéndome la mirada hasta que logré calmarme, pensando con tranquilidad. Reyna jamás me había fallado y si trataba de ponerme en su lugar por más que me fastidiase que no me hubiese dicho nada, entendía que no podía fallar a Thalia. No podía dejar que todo este cúmulo de cabreo originado por Annabeth me alejase de todos, menos de mi mejor amiga.

-Está bien - sonreí al ver cómo relajaba la expresión con alivio, estaba preocupada porque me enfadase también con ella - ¿No puedes contármelo ahora no?

-No, le corresponde a Annabeth.

-¿Es tan importante como para obviar luchar contra un titán? - pregunté con gracia.

-Para ella si, pero es una completa locura, tanto ella como mi novia están equivocadas - respondió con aspereza, como si ese tema en verdad le hubiese dado muchos dolores de cabeza. Solo alimentaba mi curiosidad.

-Ojalá Annabeth hubiese confiado en mi tanto como Thalia en ti - murmuré apartando mi vista de nuevo al barandal del barco.

-No compares relaciones, todas son diferentes Percy al igual que las personas - sonaba como un regaño más que una lección de vida.

-No sé qué necesita Annabeth para hacerle ver que todo esto es una locura y que vamos a morir si no colaboramos.

-Sabiduría, está cegada. Ambas - especificó a mi comentario - Están tan perdidas que vas a tener que buscar la manera de hacerle entrar en razón.

-Podrías ayudarme - sugerí con sarcasmo, me lo estaba cargando todo a mi.

-¿Y qué crees que hago en mi tiempo libre? Evitar que mi novia cometa más estupideces de la cuenta - dijo ofendida como si salir con Thalia fuese un trabajo - No es como si fuese tan fácil de decirles que luchamos por un futuro mejor. A nosotros eso nos funciona, a ellas ya no.

-No después de Luke - completé. Desde su muerte, toda la esperanza que quedaba en torno a las hermanas se había evaporado.

Antes solía creer que lo más bonito de mi futuro era que estaría ella. Ahora solo deseaba que mis amigos saliesen vivos y yo pues, sobrevivir y ya, no sabría especificar qué quería ahora para mi.

Cada vez que me sentía incompleto algo lo estropeaba, volviendo al punto de partida y sinceramente ya estaba cansado de continuar, esto ya era una obligación para mi, todo lo era.

-Se nos ocurrirá algo Percy, cualquier cosa - murmuró tratando de animarme - Si los dioses nos han juntado de nuevo es por algo.

-Si, para usarnos de transporte, el sueño de mi vida - al menos conseguí hacerla reír - ¿Podemos cambiar de tema? Necesito pensar en cualquier otra cosa. ¿Cuánto tardará Aurum en estar listo para morder a Thalia?

-Es mi perro, hasta con una herida en la pierna está listo - presumió de su mascota - Hay una puja, la comenzó Travis hace una hora. ¿Cuánto tardarán en morder al engendro gótico? - entonó la pregunta con gracia.

-¿Y cómo van las apuestas?

-La más cercana es la de Zöe que dice que a mañana no llega.

-Me sumo también, pero yo apuesto a que ya la han mordido - bromeé recibiendo un codazo suyo - Me gusta que al menos uno de los dos sea feliz - la miré. Nunca sonreía tanto de no ser por Thalia.

-Y quién diría que iba a ser yo - ironizó con pesadez, como si ser feliz le costase mucho y le diese pereza - Ahora no pasas por tu mejor momento Percy, todos tenemos malas épocas, pero lo serás y te diré que te lo dije.

-Sospecho que quieres que sea feliz solo para que te reconozca que tenías razón - rodó los ojos pero no podía negarme que le encantaba llevar la razón - Ve a descansar, aprovecha que hoy ha sido un día largo.

Asintió comprendiendo mi indirecta, aunque después del día que habíamos tenido no dudaba en que realmente estuviese cansada. Además necesitaba dispersar la mente, esta vez más tranquilo, siempre me venía bien hablar con mis amigos, sobretodo con Reyna o Piper que ya sabían cómo calmarme, en el caso de la morena siempre caían varios abrazos.

Escuché ruidos poco después de que se fuese Reyna, la puerta del camarote se abrió y salió Annabeth que parecía apurada, mirando hacia todos lados como si estuviese buscando a alguien. Me sentí idiota al pensar que iba a ser a mi, sus ojos chocaron con los míos y con el mismo sentimiento con el que ves una pared o un barril de cubierta los apartó de mi y caminó hacia el otro lado de cubierta quedándose mirando el mar con la vista perdida. Soy un estúpido, nuestra discusión no se me borraba de la cabeza, repasándola una y otra vez y a ella le había dado exactamente igual, totalmente metida en sus asuntos como para no reparar en mi.

Al contrario de todas las veces que antes me dedicaba a observarla, esta vez no parecía que su mente fuese a mil, con cientos de cosas en la cabeza, es como si... nada. Asentía a veces como si solo un pensamiento estuviese en ella y se respondiese a si misma, pero nada más, no al reconocía. Por una parte me alegraba, mi parte egoísta, me gustaba pensar que esta es otra Annabeth y no con la que yo salí, así puedo guardar para mi el recuerdo de la chica que amé. Y esta... no sé, no quería pensarlo.

No sabía si agradecer que la cubierta del Argo II fuese tan parecida a la del Perla, estaba en una disyuntiva, me gustaba este pequeño homenaje al que fue nuestro más antiguo hogar, pero a la vez guardaban demasiados recuerdos que si bien eran felices, ahora se sentían totalmente amargos.

Annabeth siempre fue sigilosa, ni la veía ni la escuchaba venir, aún así sabía que me estaba mirando y rondaba alrededor mía, cerca y yo esperaba que hiciese acto de presencia. Parecía que era invisible, pero yo había adquirido la capacidad de saber siempre donde está, la sentía.

-Sesos de algas - saludó dejando un rápido beso en mi mejilla que me hizo sonreír como un bobo - He buscado muchas explicaciones para que estés aquí pero no encuentro ninguna - murmuro arrugando la nariz. No le diría que se veía tierna porque se enfadaría, pero lo es.

-Admiro las vistas - me encogí de hombros - Me relaja.

-¿Eres consciente de que no se ve nada? -alzó una ceja - Ni siquiera se ve el mar.

Tenía razón, hasta me había sentado en el lado contrario a la luna, las olas por babor no estaban para nada iluminadas, no podía reconocer ninguna, era como mirar directamente a la oscuridad.

-A veces las vistas no se observan, se sienten - respondí con gracia y bufó ante la carencia de sentido y lógica de mi frase - Me gusta escuchar el mar, me relaja.

-¿Es una indirecta para que no te moleste?

-Chica lista, sabes que cada momento contigo es mejor que cualquiera - saqué la lengua en burla al verla avergonzada.

Sujeté su mano con calma, todas las frases de enamorado que se me podrían ocurrir tenían sentido si la receptora ella, mis mejores sensaciones son gracias a ella.

No tenía una vista totalmente nítida de ella, estaba de pie enfrente mía, por primera vez más alta que yo ya que estaba sentado, y se veía irremediablemente preciosa. Recordé a Pigmalion y su equivocado concepto de la belleza, estaba tan errado... la poca luz de los faroles colgados del barco iluminaban su rostro de una manera tan única, sus ojos grises tenían destellos de sombra aclarando algunas zonas con el anaranjado del reflejo del fuego; es la definición de todo lo hermoso. La mismísima Afrodita tiene que tener el rostro de mi Annabeth.

-No me gusta que me mires así - dijo tratando de bajar la mirada pero mi dedo en su barbilla se lo impidió - Me da vergüenza Percy - reí ante su tono avergonzado.

-¿Sabes que soy el chico más afortunado del mundo?

-Por los dioses Percy, cállate ya.

Tiré con suavidad de su cuello, entendiendo mi llamado cuando juntó sus labios con los míos concediéndome el capricho de poder besarla. Todo explotaba en mi interior, como una serie de erupciones volcánicas una detrás de otra sin descanso, pura felicidad.

Su mano perfilaba mi mandíbula en una caricia que si bien sus labios ya me tenían al borde del abismo, su acción me lanzaba directamente a él y los dioses saben cuántas veces me lanzaría al mismísimo Tártaro solo por ella.

-Cambié la guardia de mañana a Luke, así que la hacemos juntos - murmuró tras un rato.

Casi no podía concentrarme en sus palabras, volvía a tenerla enfrente y me sentía como en un sueño al mirarla, tendría que darme varios golpes en el rostro para reaccionar del todo.

-No me cuadra que Luke te haya dejado su hueco conmigo, todavía me tiene tirria por robarle a su hermanita - me burlé. No podía importarme menos, estaba feliz con Annabeth y ella conmigo, tendría que acostumbrarse.

-Le pillé junto a Thalia robando en la despensa, era eso o lo contaba y tendrían un castigo - dijo con malicia. No había nada que diese más miedo que más guardias o doble de tareas.

-¿Luke robando? Pero si es responsable ¿estás segura de que hablamos de tu hermano?

-Todos le veis como un buenazo, pero él es quien nos enseñó a robar - rió ante el recuerdo - Solo que es responsable cuando quiere protegernos nada más. No confíes en nosotros Percy - bromeó.

-Tarde, os confiaría mi vida - me fiaba de ellos totalmente, de la mayoría en este barco - Bueno, a Thalia no, me mataría solo por diversión - la piqué.

-Tienes muy mal concepto de mi hermana -protestó.

Me encantaba meter cizaña y bromear sobre sus hermanos. Estaba claro que yo si confiaba plenamente en Thalia, a pesar de su molesta presencia y sus comentarios inoportunos a veces, era una persona extraordinaria; sin embargo adoraba extender la conversación sobre sus hermanos. Amaba la forma en la que sus ojos se iluminaban al hablar de ellos, aún cuando es porque han hecho algo mal o la han molestado por no dejarle leer tranquila, la mirada de amor y esa sonrisa que tenía cuando se refería o alguien hablaba de ellos eran tan única que podría pasarme la vida escuchándola contar cada una de sus historias con Luke y Thalia.

Un sonido metálico me sacó de mi recuerdo, eso si lo lamentaba, era de mis preferidos aunque me hacía daño recordándolo. Estaba enamorado, si, pero de un recuerdo, de la felicidad que sentía en esa época.

-¿Así recibes a quién te trae la cena? Te recordaba más amable - dijo Silena al ver mi espada cerca de su pecho.

-En mi defensa, me asustaste - dije guardándola rápido - ¿Ya cenaron?

-Hace dos horas, Reyna dijo que no te molestásemos ¿Sueles quedarte mucho tiempo empanado? Porque te recordaba más avispado - me miró de arriba a abajo - No, la verdad es que no.

-Gracias por la cena - respondí simplemente sintiendo mi estómago rugir de repente al reclamar la comida, sinceramente se me había olvidado.

Silena se sentó en el barril en el que estuvo Reyna hace un rato, bueno, al parecer dos horas aunque para mi fueron minutos. Podía ir despidiéndome de mi tranquilidad, por lo poco que la conocía, no duraría mucho callada.

-¿Quieres? - ofrecí el pimiento. Es lo que no me gustaba.

-Ya cené, al contrario que tu. Solo estoy aquí para hacerte compañía y que no cenes solo.

A pesar de querer estar solo valoraba su preocupación, aunque si que es incomodo comer con otra persona mirando a cualquier parte sin hacer nada, pero Silena parecía entretenida con la vista de la oscuridad.

-Por experiencia sé que cuando te quedas mirando a una persona se pasa el tiempo volando - comenzó a hablar - ¿Qué es lo que más te gusta de Annabeth? Apuesto que sus ojos.

-Ahora nada.

-Si claro, yo también me quedo mirando a Charlie porque no siento nada - comentó con altanería - Cuando estábamos en España tratando de sacar a Annabeth y Thalia, hubieron varios rumores de ti y de Reyna ¿son verdad? Es para cambiar mi apuesta, voy escasa de dracmas.

-No, si te refieres a algo más que amistad no. Solo nos emparejan porque somos pretores.

-Entonces gano yo - dijo con orgullo - No me negaste lo de Annabeth.

-¿Serviría de algo? Para mi es indiferente pero parece que eres de ideas fijas.

-Todos destacamos en un ámbito Percy, por más tonto que parezca pero el mío es el amor - me explicó con rapidez - Y una cosa es que te engañes a ti mismo, que te entiendo, tener el corazón roto duele, pero a mi no.

-No tengo el corazón roto Silena, lo tuve, pero ya no. Lo he superado - aseguré.

-No estarías reprochándole nada si lo hubieses superado realmente Percy, ahora solo estás herido.

-No ayuda que ni siquiera me de una explicación de su partida, me hizo mucho daño y parece que le da igual, ni una pizca de remordimiento - mi voz sonaba enfadada, pero esperaba que entendiese que no fuese con ella.

-Cada uno maneja sus sentimientos de diferente forma.

-Ahora mismo dudo que Annabeth los tenga - murmuré y al ver la duda en su mirada supe que su cambio no era solo la nueva comidilla de mi tripulación, también la suya - ¿Por qué volvisteis? - pregunté sin muchas esperanzas de que me lo dijese.

-Sabes perfectamente que no puedo decir nada, Annabeth nos lo prohibió a todos, sin excepciones. Me temo que si lo contamos no será una semana extra de tareas, esta mujer nos mata - carcajeó como si fuese divertido morir a manos de la ojigris y luego me miró - ¡Oh dioses alguien se fue de la lengua!

-Yo no he dicho nada - negué con rapidez.

-Tienes una cara de <<estoy escondiendo un súper cotilleo que no puedes con ella>> - explicó. Esta chica era muy intensa, imposible mentir o llevarle la contraria - Apuesto a que fue Thalia ¡Esa pequeña sabandija! Sabía que se iba a ir de la lengua con Reyna.

-Por favor, no lo cuentes, no te he dicho nada pero aún así me siento culpable - pedí. Reyna y Thalia lo habían ocultado por un año y cuatro meses; yo, dos horas, y lo peor es que ni lo conté.

-Tranquilo, sobornaré a Thalia, no es bueno que Annabeth se lleve más cabreos y de Reyna como para no fiarse - dijo con rapidez quitándole importancia - Yo si sé mentir tranquilo, pero intenta no comenzar a mover en exceso tu pie derecho y pasar tu mirada por cualquier parte, estaba claro que ocultabas algo.

-¿Te has fijado en todo eso en segundos? - pregunté alucinado y asintió - Me compadezco de Charles, de verdad - bromeé y me dejó una patada en mi pierna con diversión. Aunque un poco en serio iba - ¿Es verdad que os volveréis a ir?

-No nos ha dicho nada, pero si así lo decide, lo haremos - dijo con lástima, parecía que no le gustaba la idea - ¿Esa es la razón por la que estés así hoy?

-Lo es, me lo dijo antes - murmuré, tampoco pensaba mentirle, lo sabría al segundo - No es que tuviese ganas de volver a jugarme la vida ¿sabes? No es algo que diga que me apetece hacer hoy - traté de bromear pero ni yo mismo me reí - Pero tenía esperanzas, ahora se me han ido junto con las ganas de seguir.

Me sorprendía hablando tan abiertamente con Silena, es como si me entendiese justo antes de que hablase. Yo también tenía el problema de que confiaba muy rápido en la gente, solía pensar que todos son buenas personas hasta que les pasa algo malo, me he llevado varias puñaladas por no tener cuidado. Pero es la novia de Charles, y a pesar de la partida de ambos, a Beckendorf es alguien a quien jamás podría guardar rencor. De alguna forma me avisó, siempre me dijo que jamás dejaría sola a Annabeth, a donde ella vaya él iría sin rechistar.

-Lo que más duele de un corazón roto es que sigue funcionando - opinó Silena nada más terminé de hablar - Así que me imagino que es normal que no tengas ganas de nada ni sepas a dónde ir ni cómo empezar. Te sientes perdido.

Perdido, sí, así me sentía exactamente. A pesar de tener un barco, una tripulación muy cualificada y a mis mejores amigos, me sentía totalmente perdido en el mar. No tenía un rumbo fijo, y sabía que ese sentimiento iba más allá de las indicaciones del condenado mapa.

-Quizás no sepa a dónde ir exactamente, pero sé dónde no quiero volver - respondí viendo a Annabeth hablar en susurros con Nico.

No volvió a hablarme del tema, seguramente mi tono fue muy tosco o sabía que ya comenzaba a pasar la línea de lo excesivamente personal. No iba a cambiar mi respuesta, trataría de que Annabeth se quedase, la necesitaba, a su maestría con las armas y la estrategia junto a su inteligencia, más la tripulación que cargaba a su espalda. Pero a ella, no la quería de vuelta.

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