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By jeaark

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๐—ง๐—ต๐—ฒ ๐—ฟ๐—ฒ๐—ณ๐—น๐—ฒ๐—ฐ๐˜๐—ถ๐—ผ๐—ป ๐—ผ๐—ณ ๐—ฝ๐—ฒ๐˜๐—ฒ๐—ฟ โ”todo el que conozca a los Hale, con solo la darle una corta mira... More

โ”ACTO UNO
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โ”ACTO DOS
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ACTO TRES.
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By jeaark


—¡Malia! —la llame preocupada al verla desplomarse en el suelo después de que el sonido de un disparo se hiciera presente. Me acerqué lo más rápido que mis piernas me permitieron, escuchaba a la chica de cabello corto jadear e gruñir de forma animal.

El aroma de Argent y de la madre de Scott, confirmó mis sospechas de que no éramos las únicas en el bosque, y que la bala no era un normal gracias al primero.

Solté un suspiro al cuando Malia les rugió con los ojos azules beta. Sin duda nuestro plan de cazar un venado había sido cancelado por motivos ciertamente evidentes.

—Argent —masculle entre dientes al cazador segundos después que mi hermana mayor se desmayó debido a la herida—. ¿Un rasguño? ¿Eso para ti es un rasguño? —reclame en cuanto trasladamos a Malia del bosque a la morgue del hospital, pues el viaje fue muy corto gracias a mis continuas quejas e amenazas sobre la velocidad.

Malia despertó sin previo aviso incorporándose con un rugido.

—Manténgala quieta —ordenó la madre de Scott, acatando su orden el cazador y yo la inmovilizamos contra la camilla fría de metal.

—¿La morgue? No he muerto aún.

—Eres una mujer coyote, este es un lugar privado, y esto te dolerá —advirtió la mujer de cabello rizado—. Intenta no rugir.

Sin poder evitarlo sonreí encantada cuando Malia inconscientemente clavó sus garras en el brazo de Argent en un intento de apaciguar el ardor de la bala.

—¿Tienes algo para el dolor? —inquirió el único hombre en la habitación hacia la enfermara.

—No, puedo soportarlo —respondió la mujer coyote creyendo que preguntaba por ella.

—Es para mi.

—Te lo mereces —canturree sin dejar de inmovilizar a la coyote—. Puedes encajarle más profundo se curará después —aconseje en tono bajo, pero el cazador al estar a mi lado me escucho a la perfección y me mando una mala mirada.

—¿Que estaban haciendo en el bosque? —interrogó la madre de Scott.

—Cazando venados.

—¿A las dos de la mañana? —volvió a preguntar sin dejar de hacer su trabajo; retirar la bala.

—Los lobos y coyotes son nocturnos —explique—. Pero cuando acabábamos de encontrar un venado, escuchamos gritos. Como que estaban matando a una persona.

—¿Vieron algo? ¿Oyeron algo? —nos interrogó de manera rápida el cazador, con un rostro expresando dolor.

—Solo sangre —asentí confirmando lo de Malia—. Y es todo lo que recuerdo, hasta que me dispararon —acusó incrustando más profundo sus garras en el brazo de Argent.

—Ibas a despedazarnos —hablo Melissa sin dejar de tratar la herida.

—No es su culpa, cuando un coyote huele una muerte fresca, sus sentidos lo dominan. La sangre lo enloquece —explicó Argent, y por primera vez le di la razón—. ¿Como te controlaste? —la pregunta iba dirigida para mi.

—Derek es buen maestro, y últimamente mi atención está centrada en recuperar ciertos recuerdos —respondí encogiéndome de hombros.

—Perdón —se disculpó la mujer cuando Malia gimió adolorida—. Es muy profundo, intento no dañarla.

—Déjame a mi, sujétenla —pedí intercambiando lugar con Melissa, esta sin dudarlo siguió mi petición. Tome las pinzas introduciéndolas más profundo buscando la dureza de la baja, cuando la encontré sin pensármelo mucho la retire de un jalón recibiendo un gran gruñido. No debía preocuparme, la bala estaba fuera y Malia no tardaría en recuperarse.

Mi hermana se incorporó en la camilla de metal, tomando la bala ensangrentada entre las pinzas.

—Te devuelvo tu bala —hablo hacia el cazador entre dientes, dejando en su mano lo antes mencionado.

—Te quedaste sin venado —le recordé ocasionando un sonoro gruñido de molestia. Ella no podía vivir sin cazar dicho animal.





—No tienen que seguirme a todos lados —comento la morena colocando el candado a su casillero, se dirigía a nosotras; hace pocos segundos la habíamos espantado cuando cerró su casillero. Bufé por lo bajo, solo a mi amiga se le ocurría esconderse detrás de la puerta del casillero.

—Desde que desperté, he estado esperando que dijeras eso —confesé formando una sonrisa inocente en mi rostro—. Tengo sueño, iré a dormir en un aula —anuncié volviendo a mi expresión seria. Ni bien pude dar media vuelta cuando Hayden envolvió una de sus manos en mi muñeca, echando a perder mi huida,

—¿Ella siempre es así de honesta? —sin disimulo alguno me señaló con la mirada—. Me cae bien.

—No, lo siento, despertó con el pie izquierdo —abrí ligeramente la boca mostrándome ofendida, pero la pelinegra ni me volteo a ver—. Intentamos mantenerte a salvo.

—¿Entrarán a todas mis clases? ¿Y después de la escuela? ¿Y en la noche? —interrogó Gwen comenzando a caminar, a regañadientes la seguí pues Hayden aún tenía su mano en mi muñeca.

—A donde vayas, ahí estaremos —respondió con toda la simpleza del mundo. Mordí mi labio ahogando una carcajada, no se había percatado del lugar donde nos detuvimos.

—¿Incluso cuando este descargando todo en el inodoro? —señale la puerta frente a nosotras, era los baños de mujeres.

—Esperaremos aquí —se limitó a decir borrando su sonrisa. Gwen asintió con burla reflejada en su rostro para después adentrarse al lugar antes señalado.

Una vez que la morena estuvo adentro, Hayden le dio la espalda a la puerta cerrando los ojos completamente avergonzada.

—Empezaré a creer que no sabes hacer amigos —confesé negando con la cabeza ligeramente—. Me sigo preguntando el por qué te sigo hablando —apenas pronuncie aquello, su puño embistió con fuerza mi brazo—. ¡Eres una animal! —espete sobando la zona afectada, esperando que con eso el dolor disminuyera de manera rápida.

La pelinegra se encogió de hombros recargándose en el marco de la puerta tras ella.

—¡Mackenzie! —inconscientemente observe a mi alrededor buscando con la mirada quien gritaba mi nombre, encontrando a un par de metros el par de mejores amigos que se acercaban de manera apresurada—. Préstanosla un momento, ahorita te la regresamos —comento rápidamente Liam dándole un escaso beso a su novia. Esta misma asintió confusa lanzándome una breve mirada.

Sin más Mason comenzó a jalar de mi brazo adolorido con el ojiazul siguiéndonos el paso.

—¿Desde cuando deje de tener decisiones por mi misma? —murmure entre dientes—. ¿Para que me necesitan?

—Para convencer a los jugadores de lacrosse. A Nathan más que nada.

—Se aprovechan de mi puesto.





Maldije por lo bajo cuando mi camiseta cayó al suelo gracias a mis manos temblorosas, a dos casilleros del mío la morena —que debía que proteger, como si de una guardiana me tratase—, me miró de reojo burlándose en silencio de mis movimientos torpes. En este momento no me daba vergüenza admitirlo: estaba asustada. No de lo que le pasará a mi persona, si no de que no pudiera liberar a Theo de su tortura, pues bien, si los jinetes fantasma me capturaban; podría reencontrarme con mi padre, pero el chico que estuvo a mi lado apoyándome durante mi regreso a la vida, no tendría día para volver a ver la luz del sol.

Gwen, a pesar de mis —horribles— amenazas, se negó a resguardarse en un lugar seguro. Si, pude ignorarla y noquearla para llevármela, pero el entrenador interrumpiendo nuestra acalorada conversación dando aviso que esperaría nuestra llegada a la cancha para patear los traseros de la otra preparatoria. Y cómo el cariño que le tenia a Bobby sobrepasaba al que le tenia a Breaden, no me agradaba el decepcionarlo.

Respire profundo controlando mis emociones, había distinguido el aroma de la beta de McCall cerca.

—Ya sé lo dije a ella, no esperare en un búnker hasta que me lleven —aclaro la morena en cuanto Hayden estuvo a nuestra vista. Gruñí por lo bajo cuando me señaló, me dispuse a acomodarme la camisa del equipo en mi torso, un gran numero siete con "Hale" la adornaba en la parte trasera.

—No tienes idea de lo que te espera —aumentó su caminata desde la puerta, hasta estar a poco centímetros de Gwen—. Anoche, apenas pudimos detener a uno. Si sales, te llevarán también.

—Me encontrarán donde sea, como a Phoebe —ladee ligeramente la cabeza por sus palabras, no estaba del todo mal. Mirando mi reflejo en un espejo coloqué una banda en mi cabello, formando una coleta baja para que en el momento de ponerme el casco no molestara.

—Lamentó que no la protegiéramos, pero podemos protegerte a ti —intento hacerla razonar, usando un tono más desesperado. No pude evitar mirarla con confusión al escuchar los latidos de su corazón retumbar en mis tímpanos, estaba demasiado descontrolado, apostaba que Hayden aun no sé daba cuenta de ello.

—No te preocupes, cuando pase, solo me olvidarás —respondió de forma vacilante. Tomó el palo de lacrosse rodeando el cuerpo de la pelinegra para salir del lugar, pero fue detenida por la misma chica, quien la retenía tomándole del brazo.

—Hayden, déjala —intervine cerrando mi casillero con un portazo e imitando la acción de Gwen, tomé mi palo de lacrosse entre manos junto al casco—. Ella quiere que se la lleven, quiere ver a su hermana —explique acercándome a ellas, la primera mencionada nos miró con sorpresa para después detener su mirada en la morena, pidiendo explicación alguna—. Tu no lo entenderías, ninguno de tus familiares fue llevado como nosotras —mi voz tembló un poco en la última palabra pero con mi rostro inexpresivo encubrí aquello.

—¡¿También quieres que te lleven?!

—No —el rostro de mi amiga se suavizó—. El no poder liberar a Theo me detiene —noté como su cuerpo se tensó. Ella al igual que la manada estaban plácidamente conformes con tener al chico en una tortura sin fin. Si, había investigado un poco con ciertas llamadas. El único que se podría decir que no estaba complacido, era Corey, el verme más deprimida no le agradaba aunque nadie aparte de él se daba cuenta de eso.

Solo mi mejor amigo sabía que Theo había sido inconscientemente agregado a las personas que formaban parte de mi ancla.

—¿Quien es Theo? —inquirió con curiosidad Gwen, el nombre había causado que el agarre de la pelinegra se hiciera más fuerte. Por lo mismo no dude en separarlas, podría hacerle daño a la chica y después se sentiría culpable.

—Mi pareja —use un tono cortante, no quería darle explicaciones. Mire a Hayden cara a cara—. Si te hace sentir mejor, intentaré protegerla en el campo.

Dicho eso salí de los vestidores con los pasos de la morena siguiéndome detrás, ambas dirigiéndonos al campo que estaba inundado de personas. Dejando mi palo de lacrosse recargado en una banca vacía junto al casco, comencé el estiramiento de cuerpo para no estar tensa durante el juego, Gwen aun siguiéndome se sentó en la misma banca donde acababa de dejar mis instrumentos de juego.

Mordí el interior de mi mejilla con molestia cuando comenzó a desprender el aroma a intriga, odiaba a las personas curiosas. Este mismo sentimiento comenzó al leer —hace tiempo— una saga de vampiros; donde la protagonista se entrometía en la vida de una familia, obsesionándose con el único soltero y el secreto que tenían de ser inmortales. Claro, todo eso no quitaba el haberme leído la saga completa en un mes, pero en mi defensa era por que amaba a los demás Cullen y al más pequeño de la manada de los Metamorfos.

—¿Quien fue? —la miré con una ceja alzada, no se había explicado lo suficiente—. La persona que se llevaron —bufé por lo bajo, estirando mis brazos por encima de la cabeza.

—Mi padre —Gwen asintió complacida con la respuesta, colocándose su equipo de seguridad. El cual yo tenía puesto desde los vestidores—. ¿Desde cuando estas en el equipo? Creía que Yukimura y yo éramos las únicas —inquirí frunciendo ligeramente el entrecejo.

—A principios del año el entrenador anunció que el puesto de la japonesa está vacante. Solo yo me presente, por que Phoebe me convenció —hizo una pausa—. Pero no soy muy influyente en el equipo, casi no me presento a los entrenamientos.

—Lo he notado —mi comentario causó una simultánea risa en la morena. Mi estiramiento llegó a su fin cuando un hombre, el "árbitro" se situó en medio del campo llevando el silbato a su labios, inconscientemente lleve mi mirada a McCall quien dio un pequeño asentimiento en mi dirección.

El sonido del silbato inundar el campo dio la señal de que el juego comenzaba.

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