A la hora de almorzar, iba junto a Luke hablando sobre lo falso que se veía el trasero de la profesora Richards. En serio, esa cosa que tenía entre la espalda y las piernas no era normal, era una gran bola. Gigantesca podría ser su segundo nombre, e incluso podría utilizarlo como apellido.
—Vanessa, Vanessa… es que tú no sabes admirar la belleza.
Digamos que Luke tiene uno pequeño crush con la profesora Richards, y bueno, ella no está nada mal, pero su gran bulto llama más la atención que cualquier otra parte de su cuerpo.
—No, Luke, no es que no vea la belleza, sino que ese gigante tumor en su trasero la opaca toda —respondí.
— ¡Por favor! Ya quisieras tener eso que a ella le sobra —rio después de verme por detrás.
—Cállate, piernas de spaghetti —reí.
Entramos al comedor del colegio y buscamos una mesa desocupada, lamentablemente no había.
— ¿No quieres ir mejor afuera? —preguntó Luke al ver que el comedor hervía de adolescentes.
—Sí, pero recuerda que antes tenemos que ir por nuestra comida.
—Diablos, esa comida apesta.
—Ya sé, ¿pero prefieres quedarte sin comer?
—Uh… en realidad no me molestaría quedarme sin comer.
— ¡Luke, por favor!
Tomé su mano y lo arrastré hasta la fila, la cual podría decirse que podía darle la vuelta a todo Melbourne.
— ¡Hey, Vanessa! —gritaron desde la fila. En realidad no alcanzaba a ver de quién se trataba hasta que Luke me dijo.
—Tu noviecito te está hablando, sorda. —Apuntó hasta el inicio de la fila y pude notarlo mirándome son una sonrisa.
— ¿Quieres venir o prefieres abstenerte a vernos juntos?
—Es muy difícil…—casi pude afirmar que lo decía con toque sarcástico—… obviamente no quiero verlos juntos. Te veo afuera. —Me sacó la lengua y alborotó mi cabello.
— Eres un maldito imbécil.
—De nada, dulce Vanessa —sonrió victorioso y salió del comedor.
Me hice paso hasta Derek, quien estaba esperándome.
— ¿Qué pasa?
— Hoy yo te daré tu almuerzo. ¿Quieres budín?
— Oh, vaya, qué… sorpresa. Sí, gracias —dije no tan sorprendida como él tal vez lo hubiera esperado.
Digamos que aquí nos podíamos dividir en clases sociales, si se puede decir así. Entonces, al ser de la bolita de amigos de Derek recibías un banquete como el de Navidad y de mejor calidad. Y bueno, ya saben qué pasa con los que no son de aquel grupo. Pero la verdad es que a mí me valía un comino eso, lo que me molestaba es que me sirvieran cualquier mierda en mi almuerzo.
—Bien, bien, ¿prefieres la cosa que parece vomito en tu platillo de hoy?
—No realmente…
Tuve la gran curiosidad de saber qué porquería habría comido hoy si no fuese por Derek.
—Espera…
— ¿Podrías darme otra bandeja para Luke?
— Estás de broma, ¿verdad, Vane?
Rodé los ojos ante su Vane, pero en realidad ya no tenía sentido seguir discutiendo esto.
— ¿Por qué? ¿Acaso no te agrada Luke?
—No es que no me agrade, pero él no es mi novia…
—Qué patético, Derek.
—Bien, bien, le sacaré otra bandeja a mi segunda novia.
—Sé que por dentro lo amas como a una segunda novia.
—Cómo sea… ten. Uno para la novia número uno y aquí está la otra bandeja para la novia número dos.
—Eres un amor, Derek —le besé la mejilla y me fui.
— ¡Hey, espera!
— ¿Qué pasa?
—Sí es válido hacer trampa sobre el trato. —Me guiñó un ojo, rodé los ojos y seguí mi paso hasta Luke.
Estaba sentado en una de las mesillas platicando con Calum, quien seguramente apareció después de unos minutos.
—Por aquí, Hale —gritó Luke y levantó la mano.
Fui hasta ellos y me senté justo en el centro. Le dejé una bandeja a Luke y… en realidad, le hubiera traído una a Calum, pero no estuvo cuando tuvo que estar.
—Lo siento, Calum, no sabía que te sentarías con nosotros —respondí después de no haberle entregado nada.
—Oh… no te preocupes, Vanessa, me quedaré aquí viéndolos mientras ustedes comen cosas realmente exquisitas y a mí me gruñe el estómago.
Rodé los ojos, porque sabía que diría eso. Me senté un poco más cerca de él y acerqué mi bandeja a él.
—Oh, vaya, mi buena amiga Vanessa tiene un gran corazón. Dios te agradecerá con muchos hijos.
— ¿Qué? No, gracias. Mejor con dinero.
—Qué ambiciosa, Vanessa, eso no es bueno.
—Cállate y come, Cal —reí y comí el budín que Derek me había puesto.
Después de unos minutos, no había quedado nada en mi bandeja ni en la de Luke. Mi estómago estaba que explotaba de lo llena que había quedado.
—Diablos, siento que voy a reventar.
—Vanessa, ¿irás a nuestra presentación esta noche? —preguntó repentinamente Calum.
— ¿Es esta noche? —pregunté algo sorprendida.
—Sí, ¿acaso lo olvidaste? —preguntó algo abrumado Luke.
Sí, perdóname, Luke. Realmente lo había olvidado por tanta insistencia de Derek y la fiesta.
—No, no la olvidé —mentí—. Sí iré hoy, por supuesto. ¿Dónde será?
—Será en el Sound & Rock que está a la vuelta.
—Perfecto, ahí nos veremos.
La campanilla sonó. Los tres nos levantamos de la mesilla y decidimos entrar de nuevo. Luke me acompañó de nuevo al casillero por los libros de las materias que seguían, ya que Calum desapareció inmediatamente cuando nos hacíamos paso entre el pasillo.
—Y… ¿dónde está tu noviecito?
—No sé, ¿por qué? ¿Quieres verlo?
—Sólo pregunto, porque cada vez que estoy contigo aparece de la nada. Ya sabes, como si tuviera un instinto en el que percibe a tres mil kilómetros que los dos estamos juntos.
— ¿Estás insinuando que tú crees que él se pone celoso cuando estamos juntos? Creo que estás alucinando, Luke.
— ¡Por favor! Vanessa, hasta un ciego podría notar sus celos.
—Bueno, creo que… —Alguien cerró mis ojos y no pude terminar de hablar.
—Y aquí vamos de nuevo. —Oí murmurar a Luke.
Quité las manos de mis ojos y giré sobre mis talones hasta encontrar a Derek justo enfrente de mí.
— ¿Qué no tienes clase de gimnasia ahora mismo?
—Creo que… me gustaría tomarme un día de descanso.
—Eh… Vanessa, te veo en el salón.
—Sí, claro, Luke —respondí para después verlo caminar por el pasillo y doblar hacia la derecha.
—Yo pienso que deberías de darle el papel de molesto a Luke cuando me ve, no a mí.
—No lo creo, simplemente Luke se vuelve indiferente cuando estamos los dos juntos. ¿Acaso te gustaría que él estuviera ahí cuando nos besemos?
—No, pero yo no creo ser de su agrado. ¿Acaso jamás se ha enamorado?
—Sí, una vez.
— ¿No le gusta arriesgarse demasiado?
— ¿A qué te refieres con eso?
—A acercarse a una chica y tratar de conquistarla.
—Él no es ese tipo de chico, ya sabes. Sólo se toma en serio algo cuando ya ha pasado más de dos meses y de verdad le importa esa persona.
— ¿Y a ti te gusta tomar riesgos?
—Realmente no, siento que es para personas egoístas y estúpidos.
— ¿En serio? ¿Y si en este instante te dijera que acaban de aceptarme en una de las mejores universidades de Australia, pero tendría que mudarme y te digo que no lo he hecho sólo por ti? ¿Acaso tú no tomarías el riesgo si estuvieras en esa situación?
—Espera… no estás tratando de decir algo, ¿cierto?
—No, sólo es un ejemplo, Vanessa, pero no me cambies de tema. ¿Qué escogerías tú? ¿Quedarte con tu adorado novio o dejar todo y cambiarte hasta el otro lado de Australia?
Estaba entre contestarle un “sí” o un “no”, pero dado a que Derek se pone histérico con una simple respuesta, sea buena o mala, no le respondí como él quiso que lo hiciera.
—Eh… en realidad no sé. Supongo que estaría demasiado sorprendida por la noticia.
Él me miró confundido como tratando de decir: ¿Entonces… te irías aun sabiendo que cortaríamos? Alcé los hombros en señal de: No sé, sólo te he mentido.
—Bien… lo tomaré como un sí.
—Y… ¿qué harás mientras tu clase de gimnasia empieza?
Se acercó a mí y dijo en un susurro:
—No sé, pensaba pasar el tiempo con mi novia.
Alcé una ceja sorprendida y algo divertida, ya que este chico podía salirse de la preparatoria con toda autoridad, pero yo no.
— ¿Ah, sí? ¿Y quién será la afortunada?
—Una chica de cabello ondulado castaño con unos hermosos color olivo y unos labios exquisitos, ¿puedes creer lo perfecta que puede ser?
Reí y escondí mi cabeza en su hombro mientras él llevaba sus brazos a mi cintura. Después volvió a decir en un susurró:
— ¿Aceptas escaparte conmigo?
Me dio un largo beso en el cuello.
— ¿Para hacer qué cosas?
—Todo será improvisado, lo prometo.
Ese susurro hizo que mi piel se erizara por completo, de pies a cabeza.
—Está bien, me has convencido.
Me alejé de él y cerré el casillero después de descargar toda mi mochila con los libros de las materias anteriores. Entrelazó su mano con la mía y salimos sin problema de la preparatoria. Esa era la ventaja de ser hijo de un millonario.
En cuanto a la pregunta que me había hecho, supongo que habría tomado la misma decisión. Me habría quedado con él a no ser que un día antes hubiéramos discutido o algo por el estilo, porque sabía que no podía negar que quería demasiado a Derek y era difícil encontrar una persona como él.