IF IT HADN'T BEEN FOR LOVE

By Lady_Calabria

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La noche que Lucas conoció a Nolan, el joven prostituto con ojos de fiera enjaulada, hacía frío y nevaba. De... More

1. LUCAS y El chapero sangrante.
2. JOEL y La mirada baja.
3. NOLAN y un mal viaje
4. DIEGO y los ojos De Lapislázuli.
EXTRA: Marga y su cafetería.
5. LUCAS y el extraño día libre
6. JOEL y los hipócritas fariseos
7. NOLAN y el aire que desaparece
8. LUCAS y las despedidas
9. NOLAN y la tenue Luz.
10. JOEL y el sexo.
11. LUCAS y La catarsis del solitario
12. NOLAN y el amor.
13. JOEL y la escalera oscura.
EXTRA: La terrible, horrible, primera cita.
14. LUCAS y el sándwich de lejía.
15. LUCAS y las conversaciones pendientes.
16. NOLAN y la puta gran fogata.
17. JOEL y el juego del espía.
18. NOLAN y el tic-tac en movimiento.
19. LUCAS y las sinceras alianzas.
20. NOLAN y atravesar una montaña a cabezazos.
21. Diego y la vuelta al ruedo.
22. LUCAS y el Viaje Al Pasado.
23. SOL y ser más raro que un perro verde.
24. AURELIA y el altar al mal gusto.
25. NOLAN y el canibalismo de las gallinas
EXTRA: Los peones del tablero I
26. JOEL y ser desorden.
27. NOLAN y dejar hilos de los que tirar.
EXTRA: Los Peones Del Tablero II
28. JOEL y volver a ser Goliat.
29. NOLAN y tener la sangre de hielo.
30. JOEL y lanzarse al vacío.
31. AURELIA y hacer jaque.
32. NOLAN y lo inefable.
33. SOL Y la melancolía de Camilo
34. JOEL y montar al diablo.
35. Yuri y escuchar al destino.
EXTRA: Demasiados lazos afectivos I
EXTRA: Demasiados lazos afectivos II
36. NOLAN y morder hasta desgarrar

EXTRA: La inspectora Aurelia Espinosa.

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By Lady_Calabria

Aparte de tener un nombre que odiaba; Aurelia María Espinosa Moya también tenía sueño, adicción a la cafeína, cargas familiares y muy poca paciencia.


Eran muchas las cosas de las que Aurelia podía presumir. Por ejemplo, Aurelia podía alardear de ser una mujer hecha a sí misma, de haber conseguido salir de su diminuto pueblo extremeño prosperando con esfuerzo y constancia; podía presumir de haber llegado a los cuarenta y tres con unas piernas fuertes a base de sentadillas y spinning; o de belleza, ¿Por qué no?


Tal vez no fuera la típica belleza que a los hombres gustaba pero a ella le encantaba su cara y su cuerpo fuerte. En muchas ocasiones, cuando Aurelia salía de la ducha y se miraba desnuda al espejo recorría su mandíbula cuadrada y pensaba "yo me follaba"; y lo hacía, de hecho, para ese maravilloso entretenimiento le había dado la evolución manos y no para llevar en el dedo la marca de una alianza. Odiaba ese recordatorio constante de que su matrimonio había fracasado años atrás.


Sí, era una mujer divorciada con un hijo adolescente y un cargo importante que se masturbaba cuando salía de la ducha mirándose a sí misma en el espejo, ¿y qué?


Aurelia no se achantaba ni se avergonzaba por nada, de ser así no podía haber escalado su lugar legítimo en ese puñetero campo de nabos que era la Policía Nacional. 


Su puesto de trabajo era, aunque siempre en segundo lugar de su hijo, su mayor logro. De eso estaba bien segura.


Aurelia lo había dado todo para llegar a ostentar el cargo de inspectora adornando su nombre; y por eso mismo le resultaba tan frustrarte empezar desde cero en una ciudad nueva donde nadie le tomaba en serio.


En esa puta ciudad de mierda solo era la inspectora de tetas grandes caídas y culo duro, la morena de cabello ondulado con ojos castaños que miraban felinos a quién se atreviera a menospreciarla, Solo era "la nueva" y de nuevo tenía que demostrar por qué estaba donde estaba, por qué era ella y no cualquier otra persona (cualquier otro hombre) la que cubría el puesto vacante que había dejado la jubilación del anterior inspector.


Y por eso mismo, porque amaba su oficio, estaba hasta el coño (hablando mal y pronto) de sus compañeros. Ninguno de ellos daba muestras de querer hacer su trabajo, cada día que pasaba se convencía más de que en aquella ciudad quien realmente mandaba era Don Dinero. Sus encontronazos con sus jefes, compañeros y subordinados no eran por necesitar habituarse al ritmo de trabajo y las maneras autóctonas de ese lugar... No. 


Cada día lo veía más claro. La corrupción se paseaba a sus anchas y cuando intentaba investigar, cuando Aurelia pretendía hacer su trabajo, no veía más que obstáculos.


Por eso cuando se acercó lentamente con el corazón encogido hasta el cadáver de ese muchacho encontrado en el río... supo que no iban a dejarle investigar lo ocurrido, como tampoco le habían dejado indagar en ninguno de los turbios temas de aquella ciudad. 


Supo allí mismo en la morgue que no le iban a dejar averiguar quién le había borrado la cara a ese pobre chaval a guantazo limpio; y lo supo plantada con los brazos cruzados frente al comisario, el forense encargado de la autopsia, el ayudante de técnico forense, su compañero y un chaval de criminalística que estaba de prácticas para la universidad.


Escuchó a esos hombres decir que había sido una sobredosis de heroína con una pureza increíble y vio la mirada culpable del forense cuando bajó la cabeza asintiendo.


Pudiera ser que la causa de la muerte hubiese sido una sobredosis, sí. Pero no podía creer que fuesen a pasar por alto de una manera tan jodidamente intencionada que a ese chico le habían desfigurado la cara a golpes, que le habían roto varias costillas y los brazos; joder, eso no lo hace la heroína por fuerte que sea el chute.


El joven de prácticas miró el informe forense, tal vez pensando lo mismo que ella. 


Viendo su gesto de profunda extrañeza el comisario se adelantó para decirle:


—Es claramente un ajuste de cuentas entre drogadictos. Se pelearía con otro, es lo que hacen los yonkis, quedándose en este estado lamentable se metería un pico fuerte para el dolor y... ¡Caput! Murió por la sobredosis. Sus amigos le encontraron, se asustaron y le tiraron al río para no meterse en un problema. Esta será la versión oficial, informad a los medios. Buen trabajo, señores. Hemos acabado.


"Vaya puta patraña" pensó Aurelia.


—Pe-pero... —Se atrevió a decir el chaval de prácticas. El rostro severo del comisario se le encaró y aunque parecía realmente arrepentido de haber comenzado a hablar siguió diciendo—: ¿No vamos a... Investigar para asegurarnos de que...?


—Sería una investigación infructuosa de manual —Fue interrumpido con tal intransigencia que todos asintieron como acto reflejo.


"Lo que es de manual es que os han pagado para hacer la vista gorda".


Porque el informe del forense no lo dejaba tan claro. El análisis de tóxicos decía que ese joven no solía consumir nada más fuerte que el THC de la marihuana y solo habían encontrado restos de MDMA y opiáceos en muy poca cantidad, tan leve que todo apuntaba a que fue consumida por primera y última vez días antes de morir.


Aurelia se mordió el labio. Los análisis de drogas en sangre y orina eran realmente útiles y exactos para determinar la cantidad del consumo en el momento de la muerte. Pero Aurelia adoraba el test de cabello, la gente no solía ser consciente de que el cabello no era otra cosa que queratina acumulada unida por proteínas que eran regadas por vasos sanguíneos en el folículo antes de expandirse hacia arriba, cuando esa piel crecía... ese pequeño fragmento de tiempo se quedaba ahí como un precioso mapa cronológico, con toda la información sanguínea bien estática en el tiempo. Analizando un cabello se podía saber si una persona era consumidora de drogas de forma habitual, o esporádica. 


En su mente negó aunque su rostro no mostrase nada. Ese chaval no era consumidor habitual. También su cuerpo lo corroboraba.


Uno; solo tenía un pinchazo. Pudiera ser que tomase opiáceos en pastillas o esnifado... pero eso seguía sin cuadrar con el informe.


Dos; de ser su primer coqueteo con la heroína inyectada se preguntó de dónde había sacado un niñato mierda de tal pureza. La calidad se paga, un yonki huérfano huido con lo puesto de un hogar tutelar no ahorraría para pagar por un chute, se metería de peor pureza porque es más sencillo de comprar en la calle. Lo primero que encontrase barato, vaya.


A ese chico le había sucedido algo terrible.

Algo horrible que debía estar relacionado con sus brutales desgarros anales, de los que, al parecer, nadie en esa sala quería hablar.

Algo que todos querían ocultar.


Y fue en ese momento, en ese justo instante mientras ella miraba la cara de su jefe fingiendo creerse su cuento, que decidió llevarse el trabajo a casa. 


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