El Misterioso Visitante. (Che...

By midhiel

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─Dame una buena razón para que me quede, Charles. ─Estoy encinta. Siglo XVIII, Escocia. La vida de Lord Xavie... More

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By midhiel

Dedicado a KiKaLoBe y un gran agradecimiento por su ayuda.

Una mención para @LuzAlvz.

XVII

Charles sintió que la cabeza le tronaba. Con un gesto de dolor, se sujetó con una mano el cráneo mientras con la otra sostenía a su madre. Sharon temió que el dolor proviniera de su vientre. Quiso ayudarlo pero no tenía fuerza para mantenerlo de pie y evitar que se desplomara. Erik llegó justo a tiempo y se ubicó detrás de su amante para atraparlo de las axilas. Logan llegó con él y apartó con delicadeza a Lady Xavier de su hijo.

─ ¡Charles! ¿Qué tienes? ─ reclamó Howlett nervioso.

Charles entreabrió los ojos para observarlo porque al dolor ahora se le sumaba un mareo y en medio de la confusión, su poder desbordado hizo que se metiera en la cabeza de su amigo y viera los recuerdos que guardaba del asesinato de Creed: vio a Erik trayendo a Victor a rastras, el interrogatorio en la cocina y el disparo, también imágenes relámpago de cuando ambos enterraban el cuerpo. Gritó más aturdido.

─ ¡Charles! ─ se asustó Erik y rápido lo cargó en brazos ─. Hay que llevarlo a su recámara, buscar agua y paños, y llamar al médico enseguida ─ ordenó.

Logan entró corriendo para alertar a la servidumbre, mientras que Sharon seguía a Magneto manteniéndose cerca de su hijo. Le atrapó una mano a modo de consuelo y al sentir su toque, Charles, lejos de reconfortarse, volvió a vislumbrar la carta ensangrentada. Perturbado, se apretó los dientes hasta que rechinaron y gimió. La migraña se asemejaba a punzadas en el centro del cráneo y los costados de las sienes le palpitaban. También sentía un zumbido en los oídos que no lo dejaba en paz. Erik notó su expresión adolorida y los gemidos, mas no podía acariciarlo porque lo cargaba con ambos brazos así que optó por besarle la frente. Charles sintió un alivio ambiguo porque los labios de su amante lo calmaban pero lo que su madre y su amigo le habían mostrado que él había hecho era escalofriante. Cerró los ojos para dejar de sentir a su madre y en medio de la confusión, le llamó la atención que lo único que percibiera de Erik fuera su preocupación por él en ese momento. Para encontrar los recuerdos de Magneto de los homicidios de Trask y Creed, tenía que penetrar profundo en su mente, cosa que no hizo porque ya estaba demasiado angustiado. Se dio cuenta que eso se debía a que Erik justificaba tales asesinatos como parte de sus misiones y por ello no llevaba remordimiento alguno. Charles se alteró más y quiso estar solo para sosegarse.

─Por favor... ─ musitó para que su amante lo liberara y lo dejara en paz, pero no tuvo fuerzas para terminar la frase. También quería pedirle a su madre que se retirara para que no siguiera enviándole los pensamientos. Pero sabía que aquello era imposible porque ni Sharon ni Magneto se apartarían de su lado en ese momento.

Dentro de la casa, Erik se dirigió hacia la escalera a toda prisa. Sharon quedó al pie de los peldaños dispuesta a enfilar hacia su salón privado para buscar pluma y papel y redactar un mensaje urgente a Hank y enviárselo con algún paje.

Peter acababa de terminar sus lecciones y regresaba de la biblioteca. Laura seguía estudiando allí. El muchacho se los cruzó y vio a Logan pidiéndole mantas, agua y jarrones a una doncella, a su padre subiendo rápido con el Duque en brazos y a Sharon dirigiéndose a su saloncito. Impresionado, decidió seguir a la dama.

─ ¿Qué pasó, señora?

Sharon se pasó la mano por la frente mientras introducía una llavecita en la cerradura de la puerta de su salón.

─Charles sufrió una descompostura allá afuera, tu padre lo está llevando a sus aposentos y yo escribiré una carta para el doctor para que venga de inmediato.

─Pero Hank está en Edimburgo y va a tardar horas en llegar ─ observó el joven nervioso.

Entraron. Sharon no quería alterarse más así que se sentó frente a una mesita, sacó del cajoncito un papel que tenía impresos en el margen superior los blasones de los Xavier, una pluma y un tintero.

Peter se mordió el labio inferior y comenzó a dar saltitos de impaciencia.

─Yo podría traerlo en cuestión de minutos, ¿sabe? ─ se ofreció voluntarioso.

La dama comenzó a escribir.

─Gracias, jovencito, pero ni siquiera conoces dónde vive.

─No, señora, usted no me entiende ─ discrepó con respeto ─. Así como el poder de su hijo es entrar en la cabeza de las personas, el mío se trata de una velocidad increíble. En serio, si me da la dirección y ese papel, tendrá al médico aquí en cuestión de minutos. Por favor, quiero ayudar.

Sharon terminó de escribir y puso el papel dentro de un sobre. Después miró al muchacho con interés.

─ ¿En serio puedes hacer eso?

─ ¡Sí, señora! ─ Peter estaba tan impaciente que casi gritó.

La dama escribió en el sobre el nombre de Hank con la dirección y sacó del cajoncito un sello con el escudo de la familia y una barra de cera sólida. Peter notó lo que iba a hacer y para demostrarle lo veloz que era, fue y volvió en cuestión de segundos con una vela encendida para que derritiera el elemento. Sharon quedó admirada, lacró el sobre y se lo extendió.

─Por favor, la salud de Charles depende de esto.

─ ¡Claro! ─ exclamó el joven y lo guardó en un bolsillo ─. A propósito, ¿Edimburgo está al norte, sur, este u oeste?

─Hacia el sur ─ contestó Sharon con indulgencia.

─Gracias ─ replicó Peter y cuando apenas terminó de pronunciar la "s," ya había desaparecido.

La dama volvió a pasarse la mano por la frente y suspiró. Después apagó la vela y se puso de pie dispuesta a subir a los aposentos de su hijo. Pero las palabras de Moira describiendo la escena del crimen y esa carta aberrante la obligaron a dejarse caer de cuenta nueva en la silla. Sentía escalofríos de solo pensar que la persona de la que su hijo se había enamorado y que sería el progenitor de su nieto, era el autor de tan macabro acto. No sabía qué hacer, si dialogar con su hijo que ahora estaba indispuesto, o callar y tratar de olvidar esa visita a los MacTaggert, o enfrentar a Magneto ella misma. Para distraerse, se acomodó el tocado del pelo y se puso nuevamente de pie. Tratando de recuperar la compostura para ver a Charles, se dirigió a la puerta. Estaba cerrando otra vez con llave su saloncito, cuando una ráfaga pasó junto a ella. Volteó sorprendida y encontró a Peter con Hank, pálido como la cera de una vela, que tenía todos los signos de una descompostura.

─Lo siento ─ se disculpó el muchacho y sostuvo al médico de la nuca, mientras este se recargada hacia adelante apoyando las palmas extendidas contra la pared para buscar aliento ─. Dura unos minutos pero pasa pronto.

─ ¡Hank! ─ exclamó Sharon con alivio y lanzó a Peter una mirada de sorpresa y agradecida ─. Charles se indispuso cuando llegué recién de Edimburgo. Me recibió cuando bajé del coche y caminábamos juntos hacia la casa, cuando comenzó a sentirse mal. Erik lo llevó alzado hasta su recámara.

Hank le indicó con un gesto a la dama para que callara y lo dejara tranquilo un momento y comenzó a toser para quitarse las náuseas; no era para menos, había viajado de Edimburgo a Westchester en cuestión de segundos. El muchacho lo había sostenido de la cintura y la nuca todo el trayecto para que no se lastimara pero la sensación le seguía repercutiendo en cada molécula.

─Les pasa a todos ─ quiso justificar Peter y miró rápido un reloj de pie para controlar con vanidad el tiempo que le había llevado el viaje.

Logan se encontró con los tres y quedó de una pieza al ver a Hank tan pronto en la casa y en tal estado. El médico comenzó a recuperar color, pidió líquido y Peter fue y volvió con un vaso lo que dura un parpadeo. McCoy recargó la espalda contra la pared para beber mientras volvía a recuperar los sentidos.

─Peter lo trajo ─ explicó Sharon a Logan.

El lobo quedó maravillado con la habilidad del muchacho. Cuando cabalgaban juntos, lo había visto en algunas ocasiones desmontar y perderse para regresar enseguida, pero ahora veía lo útil que resultaba su habilidad.

Cuando Hank se sintió mejor, Sharon lo acompañó hacia las escaleras.

Peter quedó con Logan, frotándose la nuca preocupado.

─ ¿Qué fue lo que pasó? Lady Sharon me dijo que Charles se descompuso.

─No sé, mocoso ─ suspiró Howlett y enseguida advirtió que su amigo podía asociar la indisposición del Duque preñado con su propia tragedia. Por eso le dio unas palmadas en el hombro ─. ¿Por qué no salimos a los jardines a tomar aire fresco? Estuve en Edimburgo todo el día y el ambiente de la ciudad me agobia.

Peter entendió que estaba tratando de alejarlo de la tensión y se lo agradeció internamente.

─Sí, claro.

─Oye, mocoso ─ dijo Logan mientras enfilaban hacia afuera ─. A todo esto, ¿cuándo es tu cumpleaños? Laura comentó el otro día que ya vas para veinte.

─En una semana ─ y se sorprendió al anunciarlo porque ni él había caído en la cuenta todavía.

─ ¿En serio? ─ Howlett bufó asombrado ─. ¿Cómo piensas festejarlo? ─ al decir esto, le circundó el cuello apoyándole una mano sobre el hombro de forma paternal.

Peter sonrió con ese gesto.

─Todavía no lo pensé.

─Entonces, déjame ayudarte a preparar una fiesta sencilla ─ se ofreció el lobo y juntos bajaron las escaleras de la entrada para caminar por el sendero que llevaba a los rosales.

..................

Erik depositó a Charles en su cama, le acomodó almohadones en la cabeza y lo cubrió hasta el pecho. Mientras esperaba los elementos que la doncella traería, mojó la punta de una paño limpio que había allí con agua que había quedado de la jarra que le dejaban al Duque cada noche para que se aseara, y se lo pasó con suavidad por la frente.

Charles cerró los ojos. La migraña seguía pero las atenciones de Erik y el hecho de que su madre se hubiera apartado con sus recuerdos lo estaban aliviando. Suspiró y respiró hondo. Notó que su amante le dejaba el paño húmedo doblado sobre la sien para acariciarle el vientre y entendió que debía estar temiendo que se tratara de la criatura.

─Es la cabeza lo que me duele ─ jadeó.

Erik lo observó pero no apartó la mano de su barriga. Charles la tenía apenas hinchada porque ya estaba atravesando el tercer mes y hasta ahora no había sufrido contratiempos. Oyeron que Sharon ingresaba con Hank en los aposentos y atravesaban rápido la antecámara para entrar en el dormitorio. Detrás de ellos llegó la doncella con una charola con los elementos que le habían pedido además de un vaso limpio para que el Duque bebiera. Dejó la bandeja sobre una cómoda y se retiró.

Charles sintió otra vez a su madre pero ella ahora estaba concentrada en su salud así que ya no vio más la carta. Esto fue un alivio. Hank se dispuso a atenderlo, mientras que les pedía a Sharon y a Erik que se retiraran un momento. Lo primero que examinó fue cómo marchaba el embarazo y lo encontró en perfecto estado, felicitó a su amigo y prometió felicitar a Erik porque estaban siguiendo las indicaciones los dos y permanecían juntos para la gestación del feto. Después se centró en su migraña. Charles no podía confesarle lo que había visto en su madre y en Logan porque no quería comprometer a Hank y, además, el médico no conocía la identidad de Magneto. Solo le contó que sin buscarlo, le habían llegado recuerdos de los demás que lo alteraron. Estaba asustado porque no había podido controlar su mutación, ni siquiera había querido leer a los otros, y nunca antes, ni cuando comenzaba a desarrollar su poder siendo niño, había sentido un dolor tan agudo.

─ ¿Qué clase de recuerdos viste? ─ interrogó Hank para hacer el diagnóstico. Charles se mordió el labio y con ese gesto, su amigo se dio cuenta que no deseaba hablar de ello ─. No es necesario que me digas de quién provenían ni describírmelos pero tengo que saber si se trataba de recuerdos angustiantes para ti.

─Sí, lo fueron ─ suspiró el Duque y cerró los ojos.

Hank se apresuró a prepararle un brebaje con hierbas y fármacos que sacó de su maletín y machacó en un mortero sobre la mesa junto a la cama. Después los echó en el vaso y los regó con líquido. Su paciente lo bebió y ambos esperaron un tiempo a que hiciera efecto.

Charles cerró los ojos y permaneció boca arriba, inhalando y exhalando el aire con profundidad y calma. El dolor se fue atenuando de a poco y, también de a poco, el zumbido fue haciéndose menos molesto. Los costados de la frente dejaron de palpitarle y finalmente el malestar se disipó. La recuperación duró el lapso de una hora aproximadamente en la que Hank aguardó con paciencia y le dio de beber de a ratos sorbos de líquido.

Cuando el dolor pasó, Charles abrió los ojos y arrogante como era, quiso incorporarse en la cama para demostrarse a sí mismo que ya estaba en excelente estado físico. Su amigo lo amonestó con suavidad y le ordenó que siguiera con la cabeza apoyada en los almohadones.

─Me siento mejor ─ comentó Charles. Se pasó las manos por la cara y se refregó los ojos como si recién se hubiera despertado ─. ¿Sabes qué me ocurrió?

─Fue un síntoma colateral que suele manifestarse en las gestaciones mutantes tanto femeninas como masculinas ─ explicó el médico y se acomodó el puente de las gafas ─. A veces, por los cambios operados dentro del organismo del gestante, su mutación aumenta y se desborda, como te ocurrió a ti. Al ser telépata, tu poder mental creció y te produjo esa migraña. Aparece al final del primer trimestre y es más frecuente en el segundo, exactamente el período que estás atravesando. No reviste gravedad y en la mayoría de los mutantes ni se nota. Es probable que en tu caso el recibir un pensamiento angustiante, este síntoma leve aumentó hasta producirte esa migraña fuerte.

─ ¿Me aseguras que no es grave ni para el bebé ni para mí? ─ quiso cerciorarse Charles y nombró primero a su hijo porque lo anteponía a su propia salud.

─No, amigo.

El Duque se masajeó el vientre por instinto y suspiró aliviado.

Hank continuó.

─Cuando regrese a mi laboratorio, voy a prepararte un frasco con los ingredientes que bebiste ya machacados para que los tengas contigo por si reaparecen las migrañas más adelante. Te lo enviaré mañana con las indicaciones para prepararlo.

─Está bien ─ aceptó Charles y otra vez intentó sentarse. Le molestaba permanecer acostado si no se sentía indispuesto.

Su amigo ya lo veía reestablecido así que lo ayudó y le acomodó los almohadones en la espalda.

─ ¿Vas a quedarte a comer algo? ─ ahora el Duque tomó su papel de anfitrión ─. Creo que todavía es temprano para el té pero podrían prepararte algo rápido y compartirlo abajo con Logan y con mi madre.

─No, Charles, gracias ─ declinó Hank ─. Quiero regresar enseguida a Edimburgo para preparar el frasco y poder enviártelo mañana, y quiero volver por mis propios medios ─ añadió recordando el viaje con Peter.

─ ¿Qué dices? ─ Charles no lo entendió.

─Peter me trajo con su velocidad y fue una experiencia rápida y desagradable. Pero tengo que admitir que necesaria para atenderte a tiempo.

─Ya veo ─ contestó el Duque y dirigió la mirada hacia la puerta cerrada. Pensó que Erik y su madre y, quizás a esta altura, también Logan y Peter estarían en su antecámara esperando noticias ─. Entonces, no voy a retenerte más, Hank ─ le sonrió condescendiente ─. Cuando les expliques a los demás lo que me pasó y que mi hijo y yo estamos sanos, ¿podrías pedirles que me dejan solo hasta la cena? Necesito descansar.

─ ¿Hasta la cena? Tienes que comer algo antes ─ objetó el médico en tono de reproche.

─Sí ─ respondió Charles y se frotó la barriga porque la mención de alimentos le dio hambre ─. Que me suban algo liviano pero deseo que me dejen solo.

─ ¿Ni siquiera quieres que entre Erik? ─ se asombró su amigo.

─Prefiero descansar ─ fue la respuesta lacónica.

Hank acomodó su maletín y lo despidió con un apretón de manos. Afuera seguían en la antesala Erik y Sharon, a cual más ansioso, porque Logan y Peter continuaban en el jardín para distraer al joven. McCoy les explicó lo que le había ocurrido al Duque y se guardó de comentarles que había sido por leer en alguno de ellos un pensamiento angustioso, enfatizó que no era grave y que ya se había recuperado, y les extendió su pedido de estar a solas para descansar. A Erik le costó entender y de igual manera quiso entrar en la alcoba para al menos acompañarlo en silencio, pero Hank le recordó cuál era el deseo de Charles en ese momento y que había que respetarlo.

Los tres dejaron los aposentos y después de despedir y agradecer a McCoy, Sharon se dispuso a ordenar comida liviana pero nutritiva para su hijo. Ya más tranquila, volvió a recordar la carta y la plática con Moira y Stryker. Entendía que quizás no era la ocasión pero se veía en la obligación como madre y dueña de casa, de conversar con Erik. Por eso lo llamó y se dirigieron a la biblioteca pensando que ya Peter y Laura habían terminado sus lecciones y se encontraría desolada. Pero Kurt estaba allí hojeando unas enciclopedias. No sabía leer pero lo fascinaban las láminas, algunas pintadas a mano, ya que la biblioteca de los Xavier era exquisita y guardaba libros codiciados que los familiares habían recopilado a lo largo de las centurias.

Por su instinto maternal, Sharon no podía dejar de alegrarse de que ese jovencito analfabeto se interesara por los volúmenes así que se excusó con una sonrisa y llevó a Erik hasta su saloncito privado. Ambos se sentaron y ella fue directa.

─Hoy estuve en la casa de los MacTaggert y se habló del homicidio del doctor Trask, también se me enseñó una carta escrita con su propia sangre ─ explicó con un tono suave sin quitarle los ojos de encima. Erik la miró con una expresión neutral y solo se frotó las manos ─. Supe quién eras desde la tarde en que te acogimos con Peter ─ continuó Sharon y aunque no alzaba la voz, su timbre era ahora de reproche ─. Adoro a ese muchacho y no deseo más que ayudarlo y que aquí pueda aprender y convertirse en un caballero.

─Lo sé y se lo agradezco ─ fue la respuesta escueta de Erik, que cruzó las piernas para una posición más relajada.

La dama continuó.

─No me gustaron las atenciones de mi hijo hacia usted ─ al usar este último término, cuando antes lo había tuteado, marcó su distancia ─. Amonesté a Charles más de una vez pero el amor es así, inevitable, y terminó enamorándose y hasta preñándose ─ suspiró ─. Cuando usted viajó con Howlett a salvar a Laura yo estaba convencida de que no regresaría a Westchester, tuve esa corazonada de madre afligida, pero usted regresó.

Erik asintió.

Sharon se frotó las manos, bajó la mirada hacia su falda y después la alzó hacia su interlocutor.

─Amo a Charles y amo a mi nieto y sé que lo necesitan para llevar a buen término la gestación, pero no puedo seguir acogiendo en esta casa a un asesino ni permitir que conviva con mi hijo y críe a mi nieto.

Erik no hizo ningún un gesto, ni siquiera un mohín. En el fondo, siendo padre, podía comprender el miedo de ella.

─Si entiendo bien, me está ordenando que deje Westchester cuando Charles dé a luz, ¿cierto?

─Peter puede quedarse y me gustaría convertirme en su tutora ─ Sharon se tomaba tal atrevimiento porque como dama noble, tenía la función de acoger y proteger a los desamparados.

─La entiendo, Lady Xavier ─ contestó Erik con calma ─. Como usted, yo amo a mis hijos y no voy a abandonar ni al uno ni al otro. En el pasado no pude tener a Peter todo el tiempo conmigo y me vi obligado a dejarlo con familias de confianza pero eso no pasará más, yo mismo se lo he prometido. En cuanto al otro que nacerá en medio año, le dejo en claro a usted que no cometeré jamás ese error.

─Charles es lo más importante para mí y no voy a dejar que corra peligro ─ contestó Sharon y su mirada se exaltó.

Erik siguió tranquilo.

─Charles es la persona que amo y de ninguna manera me apartaré de su lado.

La dama se frotó las manos. Le costaba ya disimular su nerviosismo. Detestaba ser desobedecida, especialmente por un plebeyo, pero le tenía miedo porque, en el fondo, ese era el motivo por el que buscaba que se marchase: estaba aterrada por Magneto.

─Como dueña de esta casa...─ quiso esgrimir. Pero Erik la interrumpió ya sin paciencia.

─Charles es el dueño de esta casa, señora ─ le recordó con calma pero altivo ─. Él heredó de su padre, su difunto esposo, señora, y es el actual Duque de Westchester.

Sharon comenzó a temblar e hizo un esfuerzo enorme por conservar la compostura.

─ ¡Es usted un grosero!

─Usted es quien está mostrando falta de cortesía ─ replicó, calmado y frío. Enseguida notó en su temblor, el miedo que le estaba produciendo y cambió la postura ─. Entiendo que esa carta y lo que le hayan dicho tiene que haberla asustado ─ habló en tono conciliador ─. Pero jamás voy a hacerle daño a nadie de esta casa, tiene mi palabra y voy a morir antes de lastimar a alguien. Como lo supo desde la tarde que llegué, soy una persona peligrosa y buscada pero cuando maté, solo lo hice para proteger a mis hermanos mutantes. No espero que con esta justificación usted apruebe mis métodos, señora, sin embargo, no deseo que me tema porque lo único que puedo hacer por usted es defenderla como parte de la familia de Charles, que es ahora mi familia.

─ ¡Usted no es mi familia, Magneto! ─ Sharon brincó del asiento, perdiendo el temple. Erik quedó helado porque no se esperaba que lo llamara de ese modo. La dama señaló la puerta ─. Quiero que se retiré de mi salón privado y le juro que veré la forma de que se marche de Westchester cuando mi nieto ya no lo necesite.

─ ¿Se da cuenta de que está decidiendo convertir a su nieto en un huérfano y amargar la vida de su hijo? ─ reprochó el mutante.

Sharon seguía temblando pero no daría el brazo a torcer.

─Usted es un asesino y un impertinente ─ amonestó con furia helada ─. Charles está enceguecido y lamentablemente quedó preñado y lo necesita. Es verdad que Westchester no me pertenece pero su dueño es mi hijo, mi sangre, como también el hijo que ahora lleva en las entrañas será su heredero. Sepa, Magneto, que soy una dama que vivió una vida que a veces no fue fácil.

─Nadie vivió una vida fácil, señora ─ interrumpió Erik molesto ─. Le ordeno que tampoco use ese nombre para dirigirse a mí porque puede ser escuchado por voces indiscretas.

─No llevé una vida fácil, Magneto ─ Sharon enfatizó el término, envalentonada ─, pero igual...

Exasperado, Erik cortó poniéndose de pie. No iba a permitir que Sharon por más dama de alcurnia que fuera, lo siguiera amonestando y ridiculizando su nombre. Sin dejarla continuar, abandonó el salón a las zancadas.

Lady Xavier quedó lívida. Se apretó los puños a los costados y después se frotó los brazos como si una comezón la carcomiera. Tenía miedo y ahora disgusto. No iba a permitir que su hijo y su nieto, las dos únicas personas que le quedaban como familia, estuvieran cerca de semejante monstruo.

......................

Espero que les haya gustado. 

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