La Perdición del Lobo [1] ✔

By 123Sharonbbbbbb

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✅Completa y editándola✅ ⚠️Escenas de violencia y +18⚠️ ⛔Primer libro de la saga: Dolor sempiterno ⛔ Débora tr... More

𝚂𝚒𝚗𝚘𝚙𝚜𝚒𝚜
1. Manzanas amargas para los muertos en vida (e)
2. Fresas silvestres endulzando oscuros pasados (e)
3. Chaquetas plateadas y juegos mortales (e)
4. Caballeros de mala fama (e)
5. Navidades pasadas y gritos en la noche (e)
5.2. Navidades pasadas y gritos en la noche (e)
6. Un cambio de perspectiva revelador (e)
7. Mensajes desesperados y furias escarlatas (e)
8. Caricias del pasado (e)
9. Espías nefastas y puertas traicioneras (e)
10. Duendes mágicos super veloces (e)
11. Un rojo neón fosforescente (e)
12. ¿Un caballero o un asesino serial? (e)
13. ¡Ladrona de libros cazada! (e)
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 30 (+18)
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51 (+18)
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60 (+18)
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Especial: Débora Infancia
Especial: Vida de Amoos
Tráiler - Mejoras - Memes
Respondiendo a sus dudas
MUCHAS GRACIAS AMORES
AYUDA AMORES

Capítulo 29

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By 123Sharonbbbbbb

Salseo del bueno... solo diré eso...

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Débora

Lo que iba a ser una breve ducha de diez minutos acabó convirtiéndose en una de treinta. Supongo que inconscientemente no quería salir de la seguridad del baño. Sabía que al salir, la seguridad que me proporcionaban estas cuatro paredes desaparecería y tendría que enfrentarme a Amoos. Y para qué mentir, no me apetecía lo más mínimo recordar el ridículo que hice ayer. Pero no podía encerrarme en el baño para siempre. Quería, pero no podía. Como un animalillo asustado, abrí lentamente la puerta y asomé mi cabeza. Mi única vestimenta era una toalla, la cual agarraba con desespero. Muchas películas había visto yo, donde la protagonista por no sujetarla como toca, acaba en pelota picada frente al chico. No señor, no. Eso a mí no me pasará. Mirando la cama, me sorprendí verla vacía. Con lentitud salí del baño muy atenta. Bien. No estaba. Más tranquila me asomé al pasillo y en silencio escuché. Por lo que pude captar, debía de estar en la cocina. Volvía a entrar en mí cuarto y tras cerrar la puerta, fui al vestidor. No me preocupe mucho en arreglarme. Estaba en mi casa y no tenía pensado salir con el diluvio que caía, así que me decante por una sudadera y unos pantalones de chándal. Antes de ir a desayunar, recordé que él iba sin camiseta, así que cogí la sudadera más grande que tenía y muy a mi pesar se la di al entrar en la cocina.

-Amoos, ¡piensa rápido! -le dije al mismo tiempo que se la lanzaba. No me esperaba que fuera capaz de cazarla, pero lo hizo. A pesar de estar de espaldas a mí y con una sartén en la mano izquierda, no se le escapó.-Por dios, increíbles reflejos Amoos.

- Gracias ¿Y esto? -preguntó mirando, como si fuera una bolsa de basura, la sudadera gris que le había lanzado.

-Se le llaman sudadera.-dije con sarcasmo y entre risas- Sé que es algo muy distinto a tus trajes y corbatas, pero oye, era lo único que tenía.

-No era esa mi pregunta.- comentó poniendo los ojos en blanco y sujetando la sudadera como si fuera algo radioactivo- ¿Cómo es que tienes una sudadera de chico?

-Ah. Era de un amigo mío de Londres. Lucas, mi vecino. Me encantaba esta sudadera, así que antes de escaparme me la dio como regalo de despedida. -le confesé con tranquilidad.

-Con que un amigo eh... Bueno, muchas gracias, pero no me vale. -dijo encogiendo los hombros- Supongo que Luke era un tirillas porque con esta talla...

-Lucas. No Luke -le recordé ignorando sus pullitas a mi único mejor amigo- Y te recuerdo que me la dio hace tres años. Quien sabe, lo mismo ahora está más fuerte que tú. -le solté mostrándole la lengua y defendiendo a Lucas. Al instante se puso a reír. Como si mi comentario fuese el mejor chiste jamás inventado.- Ajj. Cállate ya.

-Lo que usted mande reina mía.- dijo guiñando el ojo- Y por lo de la ropa no te preocupes, tengo más camisetas en el maletero. Cuando acabe el desayuno voy a por una. Venga, a la mesa. Aquí tienes.- frente a mí coloco un plato lleno de pancakes y un bol lleno de fruta. No puede ser ¿También sabe cocinar?

-Gracias, mi rey.- le seguí la broma- Wow ¿hay algo que no sepas hacer? -le pregunté al probar el delicioso desayuno.

-Si -me respondió para quedarse en silencio a continuación.

-¿Y bien?

-Ser malo en la cama. -por poco no me ahogo con el delicioso pancake- Tranquila -me dijo entre risas y dando suaves golpecitos en mi espalda.

-Ya está. Ya está- le espetó enfadada por mi reacción. Dios mío, si que sabía hacer bien el ridículo. Tras burlarse un rato más de mí, y de mi capacidad de expulsar zumo por la nariz, decidió que ya me había torturado lo suficiente y cambio de tema.

- Débora, solo quiero que sepas que no te voy a presionar. ¿Si? -me comentó mientras se llevaba un trozo de comida a su boca- Quiero saberlo todo sobre ti, pero cuando tú estés preparada.

-Que quieres saber.

-Lo quiero saber todo. ¿Cómo se llamaban tus padres? ¿Tenías muchos amigos? ¿Eras la típica chica tímida que siempre sacaba excelentes? ¿Por qué no denunciaste lo que te pasaba? ¿Por qué decidiste meterte en el mundo del ballet?.... Todo. -me respondió encogiéndose los hombros, como si sus palabras no hicieran estragos en mi corazón.

-Mi padre se llamaba Arthur. Era el jefe de policía.- le comencé a contar- El mejor. Tenía siempre una sonrisa en la cara y siempre tendía la mano a aquel que lo necesitara. -continúe melancólica- Pero un día, durante una redada, le dispararon y quedó gravemente herido. Estuvo más de tres semanas hospitalizado. El médico decretó que no podía seguir en el frente, luchando en el pie del cañón. Según el informe, cualquier situación de riesgo, podría dañar su corazón. Lo que en esos papeles no ponía era que ya lo había perdido. -dije mientras me encogía de hombros- No volvió a ser el mismo tras aquello. Trabajar como un segurata de supermercado lo destruyó. Por eso mi madre no denunció lo que pasaba, y por eso yo tampoco lo hice. Sabía cómo golpearnos sin dejar pruebas visibles. Y las que dejaba, fácilmente se podían ocultar con un poco de maquillaje. ¿Quién iba a creernos? Toda la policía le conocía. Era prácticamente un héroe en la ciudad. Nadie sospechaba del buen policía caído en desgracia.- Amoos me quitó una lágrima. Sin darme cuenta había empezado a llorar. Estaba harta de llorar- Bueno -dije quitándome las lágrimas- Mi madre se llamaba Catherine. Ella era profesora de música. Supongo que por eso me gusta tanto cantar. Pero cuando se quedó embarazada de mí, dejó su trabajo para criarme. Mi padre no estaba casi nunca por la casa al ser el jefe, y ella decidió dejar de ser maestra y convertirse en ama de casa. Ya sabes, para estar siempre a mi lado -dije con ironía- Me encantaba oírla cantar. Tenía una voz dulce. Toda ella era dulzura y bondad. Y no pudo soportar por mucho tiempo el infierno donde vivíamos. No tenía nada. -le dije mirándole a los ojos- No tenía familia ni trabajo ni dinero. Nada. A veces comprendo por que me dejo con él- le confieso- Nunca me había pegado y supongo que pensó que ahí estaba mejor. Claramente se equivocó...- tras esa confesión decidí que ya había hablado suficiente por hoy- Creo que por hoy, ya me he confesado lo suficiente ¿no te parece? -le pregunté con una sonrisa triste intentado cambiar de tema.

-Si. Gracias por contármelo Débora.- me respondía cogiéndome las manos- Me tienes para lo que quieras. Bien ¿Qué quieres que hagamos hoy? -me pregunto sonriendo al notar como quería dejar el tema de mi pasado atrás.

- No creo que podamos hacer mucho más que quedarnos aquí. -dije mirando a través de la ventana de la cocina el temporal que había.

-Mientras sea a tu lado, no me importa en absoluto quedar todo el día en casa. Así que... ¿Qué te apetece?

-¿Vemos algo en Netflix?-le pregunté entre risas. No sabía que otra actividad podríamos hacer. Al menos, no una que fuese apta para menores. ¿Qué había hecho yo, para quedarme atrapada en mi casa con un chico como él? Jamás sabría porque el universo me había enviado a este regalo. Pero no pensaba quejarme...

- ¿Acaso me estás mandando una indirecta Débora? -me preguntó en un tono grave y seductor, lleno de promesas no aptas para todos los públicos.

- No estoy segura... -le respondí mirándole inocentemente, encantada con el coqueteo que estábamos teniendo.

-No me mires con esos ojos de corderito, porque es posible que acabe devorándote el lobo.

Inevitablemente se me aceleró el pulso y la respiración. Lo deseaba. Deseaba que me cogiera, me llevara a mi cama y no me dejase salir de ella en todo el día... Verlo frente a mí, con esa seductora sonrisa y sin camiseta, me entraron unas ganas terribles de volver a poner esa mirada y dejar que el lobo me devorase entera... Sin darme cuenta me mordí el labio nerviosa, haciendo que la mirada de Amoos se dirigiese a ese lugar. Poco a poco rodeo la encimera y se situo delante mía. Entre mis piernas. Si seguía por ese camino sabía que no podría contenerme.
Tenerlo tan cerca de mi. Tan sensual... sin darme cuenta envolví mis piernas en su cintura y lo acerque más a mi. Nuestros cuerpos se movían en sincronía. Encajaban a la perfección, como si estuviesen destinados a estar juntos. Levantando la mirada pude ver sus pupilas dilatarse. Deseaba tanto esto, como yo lo hacía. Lo notaba en su respiración acelerada y en su manera de sujetarme la cintura. Pero tenía dudas. Las veía en sus ojos ámbar. Así que decidí dar yo el paso.

Pasando mis manos por su cuello lo atraje a mi boca y lo bese con pasión. Al instante sus dudas desaparecieron y me devolvió el beso con la misma intensidad. Sus brazos me levantaron de la silla y me sentaron en la encimera fría. Sus manos traviesas recorrían mi cuerpo. Acariciándolo. Mimándolo. Primero lo hizo sobre la ropa. Poco a poco, dandome tiempo para detenerle. Después deslizó su mano de bajo de mi sudadera, pidiéndome permiso con su silenciosa lentitud. Un jadeo por mi parte le bastó como respuesta. Separándose de mi, me quitó la camiseta, para poder besarme el cuello, los hombros, los pechos... Mientras descencia dejaba un camino de suaves besos por mi piel. Cerrando los ojos, eche la cabeza hacia atrás y me deje llevar por las sensaciones que sentía. Al llegar a mis caderas, beso mis cicatrices. Al principio me tense. No me lo esperaba. Pero el continuo su recorrido. Primero beso las más grandes, luego las que apenas se notaban. Les dio el cariño que nunca nadie les había dado, y logró que mi corazón se acelerase más. Cogiéndole la cara le obligue a levantarse y besarme de nuevo. Queria que me llevase a la habitación y me hiciese suya en la cama. Y como si pudiese leerme la mente, me levanto de la isleta de la cocina y sin dejar de besarnos me llevo a mi habitación.
Jamás me había alegrado tanto de meterme en la boca del lobo...


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