•• <<────≪•◦⚜◦•≫────>> ••
Débora
-¿Débora? ¿Qué...?
La sorpresa en el rostro de Amoos no tenía precio.
No era algo que no me esperase. Al acabar de comer, alrededor de las tres y media, ordené toda la cocina y me fui a mi habitación. No tenía que ducharme, ya lo había hecho en la Academia, y no tenía otra cosa que hacer que tumbarme a leer o descansar. Y francamente, la idea de esperar a que alguien me sacase de casa, no estaba en mi lista de prioridades. Siempre había tenido el carácter inquieto. Ya desde pequeña, me costaba quedarme quieta y ver la vida pasar. Siempre me había gustado tener el control y saber que iba a pasar. Por eso la huida de mi madre me pilló por sorpresa. Era algo que no se suponía que iba a suceder. Al menos no tan de repente... Pero eso no me impidió reponerme. Tras mi primera golpiza, reorganicé mis esquemas. Cambié mi rutina para saber que iba a pasar antes de que sucediese. Por eso estaba tranquila cuando mi padre llegaba a casa. Cuando Arthur levantaba su mano, ya sabía que iba a suceder a continuación: golpes, gritos, lágrimas, vasos rotos, curarme las heridas en silencio, dormir y finalmente despertarme temprano para poder maquillarme y así ocultar su rastro. Era una rutina sencilla a la que me había llegado a acostumbrar. Me costó mucho deshacerme de ella y del miedo que la rodeaba. Recuerdo que durante los primeros meses en Limerick, cada vez que escuchaba un ruido en mitad de la noche simplemente se me paraba el corazón durante unos instantes. Luego lloraba. No sabría decir si de pena o de alivio. Pero lloraba. Toda la noche. Hasta que llegaba un nuevo día y caía rendida.
Por eso lo sucedido el domingo fue tan traumático para mi. Había logrado olvidarme de esa rutina. La mañana del lunes, justo antes de ir a clase, me costó la vida no derrumbarme mientras cubría los golpes con maquillaje. Supongo que mi mente había asumido que jamás tendría que volver a hacer eso. Pero ya ves tú las vueltas que da la vida. De golpe te despierta nunca mejor dicho. Tras esquivar varios días a Abigail, hasta que los golpes fueron menos visibles, me di cuenta de que no me gustaba para nada haber vuelto a mi antigua vida. Estaba decidida a no dejar que me volviesen a tumbar de aquella manera. Era una superviviente y por lo tanto me protegería.
No sé cómo sucedió, pero el martes por la noche, al llegar a casa, apareció la idea en mi cabeza. He de aprender a defenderme. Así que me dirigí a la casa de mis vecinos, llamé a la puerta y le pedí a Nathaniel si me podía enseñar a pelear. El solamente me miró a los ojos. Como si pudiese ver a través de todo el maquillaje. Como si pudiese ver mi miedo y todo lo que había sufrido. Asistió con la cabeza. Eso fue suficiente. Aunque llevaba poco tiempo con ellos, había aprendido rápidamente a comunicarme con él. Supongo que las almas silenciosas se comprenden...
Así que ese iba a ser mi nuevo plan: adelantarme. Coger las riendas de mi vida y no dejar que nadie decidiera por mi. Así que ante el dilema <¿A qué hora va a venir?> decidí no quedarme quieta. Me vestí con una sudadera, blanca sin letras, y con unos pantalones vaqueros. Para terminar me calcé unas botas negras estilo militar. Sencillo, mono y seguro. Así que en esos momentos, lo más sensato pensé que sería, llamar a un taxi e ir a su casa.
-Hola- le saludé incómoda por el silencio, su cara y por toda la situación en general.- ¿Puedo pasar? Hace un poco de frío.
-Si. Digo hola. -me saludo todavía confundido- Claro, pasa. Estaba a punto de salir a buscarte. -me confesó con una sonrisa.
-Ah. Veo que hemos pensado lo mismo los dos.-le conteste sonriendo a mi vez mientras entraba en la casa- Siento presentarme sin avisar, pero no sabía a qué hora era la quedada ni tenía tu número, así que
-No. Tranquila. La culpa la tengo yo. -dijo mientras le cogía el abrigo y lo guardaba- ¿Cómo te encuentras? ¿Te siguen doliendo algo?
-No te preocupes Amoos. Estoy mucho mejor. Solo me quedan unos pocos moretones sin importancia. -respondí nerviosa y sin mirarlo. No quería hablar del tema. No me gustaba.
-Para mi si es importante -me dijo clavando su pupila en la mía- No le restes importancia a algo tan tan-vi cómo a medida que recordaba lo que había pasado, su enfado iba aumentando.
- Si. Te entiendo. Pero mejor no hablemos de ello. ¿Qué ganaríamos ahora pensando en eso y poniéndonos de mal humor? -sin darme cuenta me había acercado a él y le estaba acariciando la mano. Al darme percatarme, intenté apartarla, pero él me devolvió la caricia, me sonrió y cogió mi mano.
-Tienes razón -dijo mientras avanzaba por el recibidor- Si te parece bien, quisiera presentarte a mi familia antes de irnos.
-¿A tú qué? -pregunté asustada. Puede que con la idea de adelantarme esta vez me haya salido el tiro por la culata ¿Yo iba a conocer a su familia con estas pintas? Por dios, si hasta la mota de polvo de la alfombra que estaba pisando tenía más elegancia que yo.- Amos no se yo si es el mejor momento para conocer a tu familia. Mírame. -le explique señalando mi pelo despeinado y mis golpes.
-Créeme que lo hago. Pocas cosas podrían lograr que dejara de mirarla.
-Pero Amos yo no -no pude terminar mi queja porque con un suave empujón me invitó a entrar en una sala decorada con varios cuadros y dos plantas. En ella se encontraban tres personas. Al darme cuenta de que se trataba de Anabel, su marido y su hijo, toda la tensión de mi cuerpo se evaporó.- Hola, soy Débora.
-Hola -me dijo abrazándome con fuerza Anabel- que gusto volver a verte de nuevo Débora.
-Igualmente Anabel.
-No hace falta ser tan formal. Bueno deja que te presente a mi familia -dijo mientras me guiaba hasta su marido y hijo- Este hombre tan serio de aquí es mi marido, David.
-Encantado de conocerla Débora.
-Y este pequeñajo de aquí es nuestro hijo, Thomas. -siguió ella revolviendo su cabello.
-Encantada de conocerte Thomas. -dije de cuclillas mirándole a los ojos.
-El placer es mío -dijo con solemnidad al mismo tiempo que me tendía la mano. Inevitablemente se me escapó una sonrisa.
- ¿Y bien? ¿Cómo es que estáis aquí y no por ahí celebrando vuestra cita? -me preguntó sin tapujos Anabel.- Déjame adivinar te rajas. Bien que haces. Mi hermanito es todo un tostón cuando se lo propone.
-Anabel -noté cierta tensión en la voz de Amos. Casi no parecía su voz. Encogiéndose un poco, ante el tono de su hermano Anabel puso los ojos en blanco y regalándome una sonrisa me agarró del brazo para susúrrame
-Ves. Todo un aguafiestas
-Bueno. Creo que ya ha sido suficiente por hoy. Débora. ¿Nos vamos?
-Si. Claro.
Y tan rápido como había llegado a casa de Amos me fui. Al llegar junto al coche me abrió la puerta, antes de entrar y irnos a la ciudad.
- Bueno. Tenía pensado ir a buscarte a las seis para ir a dar una vuelta por Limerick antes de ir a cenar a las nueve. Me he tomado la libertad de reservar en un restaurante italiano que suelo frecuentar. Espero que no sea ninguna molestia
- En absoluto. En cuanto a la comida, no soy muy quisquillosa. En realidad, me gusta probar platos nuevos. Pero una preguntita ¿es muy elegante?-le pregunte al ver como iba vestido él. Parecía recién sacado de una revista. Camisa blanca conjuntada con unos pantalones negros y una gabardina del mismo color- Y ¿Qué tiene pensado hacer desde las seis hasta las nueve señor Moore? -le pregunté sonriendo al ver la mueca de su cara por haberle vuelto a llamar de usted.
-Débora, no me llames así. Creía que ya habíamos superado esa fase. Es un poco pijo, si. Pero también es precioso y lo más importante, la comida es espectacular. Si no quieres ir llamó y canceló. En cuanto al qué hacer. No tengo ningún plan fijo en realidad. ¿Dónde te gustaría ir?
-No que va. Me apetece mucho ir. Lo único es que... ¿podríamos pasarnos por mi casa treinta minutos antes? -pregunté no queriendo sonar muy consentida o caprichosa.- No sabría decirte donde ir la verdad. No conozco mucho Limerick. No he tenido mucho tiempo para hacer turismo local. -le confesé encogiéndome de hombros.
- Para lo primero, por supuesto. No hay problema. En cuanto a lo segundo... ¡Es inadmisible! ¿Llevas tres años en Limerick y no has visitado nada?
-Efectivamente. Veo que entiendes las cosas a la primera. -dije en tono jocoso.
- Bueno. Menos mal que estoy aquí para remediarlo.
- ¿Me vas ha hacer de guía turístico?
- Veo que entiendes las cosas a la primera
•• <<────≪•◦⚜◦•≫────>> ••
VIVA EL SARCASMO MAL DISIMULADO ¡VIVAAAA!
¿Qué pensáis de la pareja? ¿A que son perfectos el uno para el otro?
Y para acabar ¿Quién no ama a Nathaniel y su personalidad callada y protectora?
[Votar y comentar si os gusta ¡Son dos segundos!]