Karma de Estrellas •TERMINAD...

By Thyfhanhy

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❝Karma es una bruja decidida a casarse con otro de su clase, hasta que conoce a Marco, un humano torpe cuyo l... More

✨Si no lees esto, una bruja te halará las patas✨
✯ Sinopsis ✯
Primera parte: La mayor apuesta.
0. ☆ Primer encuentro ☆
I. ☆ Compañeros de clase ☆
II. ☆ Exhibición por magia ☆
III. ☆ Manipulación ☆
IV. ☆ El deber y el honor ☆
V. ☆ Marco hecho de misterios ☆
VI. ☆ Mirada de tigre enojado☆
VII. ☆ Sueños y futuro ☆
VIII. ☆ Nuevas mariposas ☆
IX. ☆ El secreto de la felicidad ☆
X. ☆ La hipnosis de un latido ☆
XI. ☆ Códigos y confesiones ☆
XII. ☆ Divine aconseja ☆
XIII ☆ El pasado y el amor ☆
XIV. ☆ Rescate de un fénix ☆
XV. ☆ Marco de ilusiones ☆
XVI. ☆ Darse la oportunidad ☆
XVIII. ☆ La voz de la razón ☆
XIX. ☆ Zancadilla de la vida ☆
XX. ☆ Karma hecha de impulsos ☆
XXI. ☆ El dolor de la hipocresía ☆
XXII. ☆ Ni conmigo ni sin mí ☆
XXIII.☆ Dados conversacionales ☆
XXIV. ☆ La temporalidad de los brujos ☆
XXV. ☆ Cambio de humores ☆
XXVI. ☆ Confesiones mágicas ☆
XXVII. ☆ Estallido de estrellas ☆
XXVIII. ☆ El ático de Marco ☆
XXIX. ☆ El energía de Karma ☆
XXX. ☆ Corazón correspondido ☆
XXXI. ☆ Los celos y las mentiras ☆
XXXII. ☆ Reconciliación ☆
XXXIII. ☆ Karma y sus estrellas ☆
Segunda parte: Paraíso hecho de Karma
I. ☆ Un capricho imposible ☆
II. ☆ Pintura corporal ☆
III. ☆ Errores y secretos ☆
IV. ☆ Enojos pasajeros ☆
V. ☆ Los errores de Ray ☆
VI. ☆ La forma en que Karma ama ☆
VII. ☆ Imposibles ☆
VIII. ☆ Ojos enamorados ☆
IX. ☆ Marco y la fábrica de locuras ☆
X. ☆ La banderita blanca ☆
XI. ☆ Plan inesperado ☆
XII. ☆ La incapacidad de seguir callando ☆
XIII. ☆ Caer del paraíso ☆
XIV. ☆ La despedida ☆
Tercera parte: Una constelación de magia o un agujero negro de corazones rotos
I. ☆ La ausencia ☆
II. ☆ Confianzas divididas ☆
III. ☆ En busca de paz ☆
IV. ☆ El odio a la sangre ☆
V. ☆ Tan cerca y tan lejos ☆
VI. ☆ Encierro ☆
VII. ☆ Cerca a la aceptación ☆
VIII. ☆ Cambio de planes ☆
IX. ☆ Una vida juntos ☆
X. ☆ Nuestro futuro ☆
☆ Epílogo ☆
✨Agradecimientos de la autora✨
🎄 Especial na v i d e ñ o 🎄

XVII. ☆ ¿Vale la pena? ☆

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By Thyfhanhy


—¿Qué hacemos acá, Ray?

Intentaba hablar en voz baja, como si hacerlo en un tono normal fuera a despertar a todo el vecindario que por supuesto dormía. El reloj marcaba la una y veinte de la madrugada, aparte de las sombras que los árboles hacían en el suelo por la luz de la luna y una que otra farola, no había vida en esa calle.

—Ve a verlo.

Ahogué una exclamación de molestia.

—¿Qué?, ¿estás demente? No me va a abrir la puerta a esta hora, creerá que estoy loca y ebria. Y loca no estoy.

—Ve por su ventana.

—¿Estás doblemente loco? —exclamé, mirando en todas direcciones, casi esperando que la policía llegara a multarnos, a él por conducir ebrio y a mí por estar ebria sin ser mayor de edad—. Eso se llama allanamiento a bien privado o acoso... no sé, pero es ilegal.

—Estarás bien, Karma. Solo sube a su ventana, entra y habla con él y...

—¡Ray! —siseé—. ¿Te estás oyendo?

—Y le haces creer que es un sueño —completó. Esta vez no lo interrumpí—. Las personas son vulnerables si están ebrias o medio dormidas, tú entras, lo despiertas, le dices que está soñando y hablas con él.

Por dos segundos lo consideré, pero sacudí la cabeza rápidamente.

—Pero, ¿con qué motivo?, ¿qué se supone que le diga?, ¿que necesito la tarea de alguna materia? Es sábado y son casi las dos de la mañana.

No nos habíamos bajado de la moto y él tenía su cabeza inclinada hacia atrás para poder hablarme. Usaba también un tono confidencial, bajo.

—Pregúntale si le gustas, si está dispuesto a estar contigo aun sabiendo que le dolerá al final, si siente por ti lo mismo que tú por él. 

—¿Para qué? Yo... yo no puedo ni siquiera considerarlo, es cruel, Ray...

—No lo es. Él se olvidará de que existes al final de todo, o al menos no recordará que te amó si es que llega a hacerlo. Tú tendrás tus recuerdos y nadie sale herido.

Intenté razonar como él al responderle:

—Si al final va a olvidar todo, ¿de qué sirve que me diga que está dispuesto?

—Te merma la culpa —dijo con simpleza—. Es lo único que te detiene, admítelo.

Me callé cuando le hallé razón a su argumento. En realidad, eso era lo que me detenía: la culpa que podría sentir; ganas no me faltaban, herramientas tampoco, disposición mucho menos. Era mera carga moral. Por primera vez miré hacia la casa de Marco como si lo estuviera en serio considerando.

—No sé... no sé escalar ventanas.

—Yo te ayudo a subir.

Ray tomó mis palabras como que accedía así que se bajó de la moto y me tendió la mano para ayudarme a bajar también. A medida que caminábamos por el césped, el latido de Marco empezaba a hacerse presente en mis oídos.

—No sé cuál es su ventana —me excusé una vez más.

Ray rio entre dientes.

—Búscalo en tu oído —sugirió, condescendiente—, cuando uno pasa varios días con una misma persona empieza a reconocer su latido, ¿no te pasa?

Pensé en la ironía de que con Marco eso fuera más que evidente y fuerte. No le había contado a Ray ese detalle sobre mi atracción hacia Marco, pero pareció bastante apropiado el comentario. 

—Sí, me pasa.

—Eso es. Escucha entonces.

Nos detuvimos a mitad del jardín y yo cerré los ojos, dejando que el sonido pausado de su corazón, evidentemente en estado de reposo, me arrastrara. Lo detecté más fuerte en el lado izquierdo de la casa, al abrir los ojos, señalé hacia ahí.

Me pareció curioso descubrir que para Ray —y para mí— la ebriedad se iba más rápidamente que para un humano. Lo que a una persona le habría tomado ocho horas de sueño, a mí ya me estaba pasando, el mareo ya se me estaba yendo y tenía los sentidos más despiertos.

Caminamos hasta el lateral de la casa y alcé la mirada, solo había dos ventanas, una pequeña que supuse que era de un baño y una grande, que supe que era la de la habitación de Marco.

—Creo que es esa —dije—. ¿Cómo se supone que suba?

—¿No has aprendido a levitar?

—Cosas, sí. Pero que yo sepa ni siquiera nosotros podemos volar.

Pensé por un segundo que esa era otra de las lecciones que mi padre me había ocultado, pero Ray me explicó antes de que me emocionara con la idea de volar:

—No, pero yo sé levitar entes ajenos, y tú eres un ente ajeno, así que...

Dejó sus palabras en vilo, no tardé nada en comprender y le asentí. La verdad, la idea de que un medio mareado Ray me subiera con magia no me sonó muy bien, pero sentía que si objetaba, me arrepentiría de inmediato.

—¿Y si alguien se da cuenta?

—Nadie lo hará. Si algún vecino se asoma por acá, yo me encargo. Y tú cuando entres, le pones el silencio a su puerta para que dentro de su casa nadie se asome tampoco.

De repente me entró una duda inquietante:

—¿Has hecho esto muchas veces antes?

—Tal vez. Pero no pienses mal de mí, nunca cruzo límites físicos con nadie diciéndoles que es un sueño. No soy ese tipo de hombre.

—¿Y para qué lo haces entonces?

Ray mordió su labio, puedo adivinar que abochornado.

—Te lo contaré después, ¿sí? Tú apresúrate ahora y luego hablamos. —Asentí y di un largo suspiro, de repente nerviosa. Ray pareció recordar algo de repente y sacó de su bolsillo un tarro diminuto de mentas, sacó dos y me las tendió—. Toma. Si es un sueño de Marco, seguro que no hueles a licor.

Metí las dos cápsulas a mi boca, agradeciéndole con la mirada.

Ray se alejó dos pasos de mí y elevando su mentón me preguntó si estaba preparada, me puse de frente a la casa y de nuevo moví mi cabeza para indicarle que sí. Casi de inmediato me sentí separando los pies del césped; me costó mantener el equilibrio y no entrar en pánico ante la nueva sensación de estar flotando, pero la experiencia duró poco porque solo eran dos metros y medio los que debía subir.

Quedé de pie en el tejado sobresaliente frente a su ventana; así de cerca, estuve más segura de que ahí dormía Marco. La cortina era oscura por lo que no pude ver nada al asomarme, pero con un movimiento de mi mano la corrí para ver en dónde estaba el pestillo. Lo saqué con otro movimiento y la ventana se abrió; el corazón me latió desbocado al sentir que cometía un delito —lo que no era del todo exagerado—; caminé rápidamente en puntas hasta la puerta y le puse el silencio antes de detenerme a mirar alrededor.

Hubiera querido dedicar más tiempo a mirar sus paredes, las fotos y afiches que la ocupaban, o el color de su alfombra o el desorden de su escritorio, pero mi vista quedó congelada al verlo a él tendido en la cama, acostado de lado de una forma que lucía más que tierna. Sonreí y sin perder más tiempo me acerqué. Tuve la fortuna de que estaba en todo el borde de la cama así que me arrodillé en el suelo y le sacudí el hombro hasta que empezó a reaccionar.

—Hola... —dije en tono bajo.

Marco estaba evidentemente confuso y parpadeó muchas veces, posiblemente sin ver nada porque no entraba mucha luz por esa ventana. Sin embargo, parece que reconoció mi voz.

—¿Karma...?, ¿qué rayos... qué?

—Estás soñando —dije, esperando que eso fuera suficiente—. Visito tu sueño, Marco.

—¿Soñando? —increpó, incorporándose un poco; no llegó a sentarse, pero sí se recostó contra el cabecero. Intentó enfocarme, mas pareció fallar en el intento—. ¿Es mi sueño? 

—Sí. Dime por qué otro motivo estaría aquí.

Pareció que eso tuvo sentido para él porque asintió. Se estiró al otro lado de la cama para encender una pequeña lámpara, luego volvió a mí, ladeando la cabeza.

—No es la primera vez que estás en mi sueño, pero nunca se sintió tan real —murmuró.

—¿Sueñas conmigo con frecuencia?

—Sí. Aunque usualmente no estamos en mi oscura habitación.

—¿Dónde estamos?

—En la playa. Una vez en la luna. Otra vez en un extraño campo de flores dientes de león.

Sus ojos estaban entrecerrados y casi no me miraba, creo que se comió tanto el cuento de que era un sueño que temía que, de abrir más los párpados, despertaría.

—Eso es lindo.

—Pero nunca hablamos, nunca te hablo para ser más exacto.

—¿Por qué?

—Siempre me da miedo —confesó—. Te veo en la playa y me da miedo ir, hablarte y que me recuerdes que no sales con nadie. Que no saldrías conmigo, más bien. Solo te admiro de lejos.

El corazón se me aceleró y sonreí de lado, encantada.

—¿Sabes que me encantas? —Marco se rio, cerrando los ojos—. ¿Qué?

—Me encanta que sea mi sueño, esta es la primera vez que puedo hacer que me digas algo que desearía que me dijeras.

—Si es tu sueño, dime qué sientes tú —pedí.

Mis manos se habían apoyado en mis piernas, seguía arrodillada frente a la cama y él no había perdido su posición semirecostado en el cabecero, con la vista en el techo.

—Tú sabes. Si estás en mi sueño es porque lo sabes.

—Recuérdamelo.

Marco sonrió ampliamente aún mirando hacia arriba; negó con la cabeza.

—No. Mejor dime tú lo que quiero oír.

Ya estando ahí, con él convencido de que estaba profundamente dormido, no tenía realmente nada que perder al decirle la verdad. Total, y al otro día él sentiría que no había sido real, no pasaba nada. 

—Hay algo maravilloso en tu corazón —comencé—, algo mágico que me lleva a él. He deseado besarte por más tiempo del que admitiré, he pensado en ti muchas noches y te he suspirado varios días. He imaginado cómo sería tocar tu cabello y...

—Hazlo —interrumpió—. Hazlo ahora.

Asumí que se refería a mis últimas palabras. Yo ya estaba casi sentada en mis tobillos así que me erguí un poco para llegar a él. Marco seguía sin mirarme, sin despegar sus ojos del techo sobre él. Alargué mi mano y la fui enterrando en su cabello desde la frente hacia atrás; exhalé un suspiro, sonriendo.

—Tan suave como he imaginado.

—Prosigue donde te quedaste cuando te interrumpí.

Tuve que tomarme unos segundos para aclarar la cabeza.

—He pensado en tu piel y en lo suave que luce. —Esta vez, sin que lo sugiriese, empecé a mover mi mano suavemente por su mejilla, por su mentón y por su nariz. Su corazón se aceleró—. He amado la forma en que me sonreías antes.

—¿Antes?

—Sí, antes de que te dijera lo mío con Ray. Extraño esa sonrisa.

—Quería conquistarte —respondió, sincero—, ya luego lo vi como una pérdida de tiempo.

—Lo lograste antes de detenerte.

Marco finalmente ladeó la cara para mirarme directamente. Mi mano seguía suspendida en su mejilla y me sonrió, de nuevo con el gesto que me llegaba al corazón.

—Este es el momento del sueño en el que me besas o entra mi padre a despertarme.

—No quiero que nuestro primer beso sea en un sueño —comenté, divertida, aunque mi cuerpo ya estaba inclinándose en automático—, al menos no el primero en los labios.

—¿Cómo sabes si no nos hemos besado en otros sueños míos?

—¿Lo hemos hecho?

—Tal vez.

—¿Y qué se siente? —pregunté.

Mi rostro se inclinó y el suyo se quedó inmóvil en su lugar, examinándome. Mis labios aterrizaron en su mejilla solo por un milisegundo.

—No lo sé. Recuerdo poco de mis sueños, además de que todos son lejanos, locos.

Dejé otro beso en su mentón, aunque no sé si se le pueda llamar beso a ese roce delicado que le dejaba, era tan mínimo que apenas se podía decir que había contacto. Lo sentí tragar saliva.

—Te confesaré algo... —Dejé otro beso en la punta de su nariz; Marco cerró los ojos—. Te he alejado porque sé que saldrás lastimado si dejo que te acerques.

Fui un poco más osada al trasladar mis labios al hueco tras su oreja. Su corazón se disparó, embriagándome peor que si me hubiera quedado seis horas bebiendo con Ray. Una de mis manos en busca de aferrarse a algo, cayó sobre su pecho y ahí noté que no tenía camisa puesta.

—¿Por qué?

—¿Duermes desnudo? —pregunté a cambio.

Mi otra mano permanecía en su mejilla por lo que sentí el calor que le subió a la cara. Sin embargo, pulió una sonrisa ladeada encantadora.

—No. Solo sin camisa. Hace mucho calor en las noches pero si llega a haber un terremoto no quiero salir corriendo de casa desnudo.

Mis labios se desplazaron a su cuello y esta vez no hubo un suave roce sino un beso completo de mi boca aplastándose contra su piel. Marco elevó el mentón, dándome más espacio. Casi en toda la mitad de su cuello latía su pulso desbocado y cuando puse allí los labios, los dejé anidar un par de segundos. Su corazón me seguía descontrolando las neuronas y olvidé el motivo de haber ido en primer lugar a su habitación.

—Tu latido es tan seductor.

Le besé repetidamente esa zona donde su sangre y su velocidad en las venas se intensificaba. Era como beber líquidamente el deseo que ya sentía por él; Marco jadeó, sus manos no se habían movido de su lugar a cada lado de su cuerpo y parecía temeroso de moverse hacia ningún lado.

—Mañana me sentiré terrible —soltó, en algo parecido a un gemido.

—¿Por? —pregunté sobre su cuello.

—Estoy soñando contigo y no es un sueño inocente como el de la playa.

—¿Ah, no?

—Todo lo que siento en este momento puede ser lo que quieras, menos inocente.

Pensé con culpa que el Marco despierto no sería capaz de decirme todo eso. No porque no lo sintiera, sino porque su... digamos decencia no daba para ser tan atrevido... o su falta de confianza. Me pregunté si ese tinte seductor lo usaría con una novia y la sola idea de que esa novia fuera yo me terminó de acelerar el pulso.

Mis labios besaron el hueco del inicio de su cuello y sin despegarse se arrastraron hasta su barbilla.

—Estás teniendo un sueño picante conmigo —murmuré, risueña, aunque por dentro, excitada.

—No será tan picante si no lo quiero. Es mi sueño.

—¿Y no lo quieres?

Negó con la cabeza, con los ojos cerrados y la respiración trabajosa. Me alejé lo suficiente para mantener mis labios apartados de su piel.

—No quiero verte el lunes en clase y pensar en ti de esa manera. No cuando me dejaste claro que no seremos nada. No quiero que te conviertas en una fantasía.

—¿Y si te digo que sí hay un posible nosotros?

Marco rio entre dientes.

—Seguirías sin ser mi fantasía, serías mi realidad.

Su corazón estaba descendiendo en su velocidad y eso me sirvió para pensar más claramente. Recordé el motivo de estar ahí, al menos el motivo que Ray me había dado: "averigua si está dispuesto a estar contigo aun sabiendo que le dolerá al final". 

—¿Crees que valdría la pena una realidad conmigo si sabes que al final terminarás sufriendo?

—Pareces estar muy segura de eso. De que sufriré contigo.

—Lo estoy.

—Vaya, para ser mi sueño dices cosas que no me agradan mucho, me gustabas más hace cinco minutos cuando me dijiste que te encantaba.

—Quizás entonces es mi sueño y tú solo andas de visita.

—Es mi habitación —terció.

—No me has respondido —evadí.

Marco se sentó de sopetón, obligándome a echar para atrás un poco. Sacó las piernas de la cama, quedando un poco más alto que yo, que seguía arrodillada y ahora erguida. Trasladó sus dos manos a la parte alta de mi nuca, mi cabello le cubrió las muñecas. Fui más consciente de su semi desnudez por el calor que su cuerpo proyectaba. Quise alejarme porque era cierto que no quería que nuestro primer beso fuera en su hipotético sueño, pero me perdí desgraciadamente en su mirada llena de promesas.

A diferencia de la última vez en su sillón cuando se acercó lentamente, esta vez me haló del cuello para hacerme llegar a él en dos segundos. No me besó en los labios, para mi fortuna y sorpresa, sino que recreó, con más intensidad, el recorrido que yo había tenido momentos atrás con su piel, pasando por mi mentón, mi mejilla, el espacio tras mi oreja y mi cuello. Tuve que aferrar las manos a las sábanas a sus dos costados para no lanzarme y devorarle la boca. Tragué saliva, sintiéndome tan sofocada como nunca antes. Necesité hacer un gran esfuerzo para recordarme que ese era su sueño y que no podía abusar de él con esa ventaja que tenía.

Me levanté del suelo de un tirón, dejándolo solo, jadeante y sentado en el borde de la cama. Intentaba mirarme, pero sé que con la luz de su lamparita no alcanzaba a enfocar mi rostro. Cerré los ojos porque yo sí lo veía y me convencí de que, si no lo tenía enfrente, podría recobrar mi respiración normal.

—Tú dime —dijo tras esa pausa—. ¿Lo vale?

—Es hora de que despiertes —murmuré, aún con el aire entrando a trancas a mis pulmones. No creo que hubiera pasado una tarea más titánica en mi vida que en ese momento obligándome a irme cuando tenía el deseo rebosando por mis poros. Me acerqué a la cama y le puse las manos en los hombros; prometí no hacerlo de nuevo, pero me adueñé de su mente solo por un par de segundos para darle una simple orden—. Duerme ahora.

Marco cerró los ojos de inmediato y su cuerpo lánguido desfalleció hacia atrás. Lo acomodé como mejor pude dentro de la cama y fui hacia la ventana para largarme ya de ahí. Salí con cuidado, pero de las mismas ganas de huir casi tropiezo con el tejado, por fortuna, el aire helado de la madrugada me espabiló lo suficiente para darme equilibrio. Ray estaba ahí no más a unos metros de la ventana, esperando. 

Me hizo una seña con sus manos de que me lanzara y eso hice, confiando en que amortiguaría mi descenso con magia; lo hizo y aterricé con suavidad en el césped. Eché a andar de inmediato hacia la moto, con él detrás.

—¿Qué pasó? —dijo en un siseo bajo a la vez que me tendía el casco—. ¿Te enfadó?

Tenía el cuerpo tan desestabilizado que no filtré mis palabras antes de soltarlas:

—No, me calentó, el muy desgraciado. Si así de seductor es en su estúpido sueño, me hará explotar cuando tenga la oportunidad de estar con él despierto.

Ray rio por lo bajo al tiempo que encendía la moto, esta rugió bajo mis piernas y quise cruzarme de brazos, realmente ofendida.

—¿Dijiste "cuando tenga oportunidad"? —preguntó antes de arrancar—. ¿Eso quiere decir que te lanzarás?

La respuesta, antes de decirla, me produjo otro escalofrío en todo el cuerpo.

En definitiva, me pasó lo que Marco temía que le pasara a él en un "sueño picante" conmigo, de ahora en adelante no lo vería con inocencia, al menos no con la poca que aún conservaba al hipnotizarme con su latido. De ahí en más solo me haría una idea de sus labios contra mi cuello cada vez que me lo cruzara y no quería permitir que eso me resultara tan doloroso como había sido hasta ese momento. No.

No sabía si una vez que se me quitara la revolución de hormonas en el cuerpo seguiría con mi resolución de dejarme llevar, pero en ese preciso momento estaba más que segura de hacerlo.

—Por supuesto que sí. Marco será mío tarde o temprano.

La moto ronroneó un segundo antes de arrancar, pero previo a eso, se escuchó la exclamación orgullosa de Ray:

—¡Esa es mi futura esposa! 

☆☆☆☆☆


Estoy entre pinche Karma, manipulándolo  maldeeta sea, pa que lo despiertas xD

Hola <3 Mil gracias por leer, les agradezco mucho el apoyo. 

☆ ¿Qué te pareció el capítulo? ☆

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